Una canción de amor

En el marco del día del amor, un programa de televisión preguntó a diferentes personajes cuál era la canción que los remitía a su primer amor. Inmediatamente pensé la respuesta que daría si me hicieran la misma interrogante, y para darle más trabajo a mi cabeza traté de recopilar la banda sonora de cada uno de mis idilios. Difícil elegir una sola canción por persona, sin embargo en un esfuerzo titánico elegí solo tres por cabeza.


Pisando fuerte de mi Alejandro Sanz me remite en una al Eterno, que prometió que siendo un adolescente entraría en mi mente. No solo entró y dejó huella en mi cabeza, sino también en mi corazón. Además esa canción la escuchábamos, uno al lado del otro, compartiendo las miradas con las luces apagadas. Un tiempo después, justo antes de que me regale ese oso, que en este momento no tengo ni idea de por dónde anda, me contó que le gustaba mucho una canción de Gianmarco, No puedo amarte. Obviamente, después de que me lo dijo, corrí a encender la radio para escucharla, prestarle atención a la letra, y suspirar. 

Como saben, si es que leen esta bitácora desde sus inicios y, como es de suponerse, con el Eterno no todo fue perfecto, bonito y duradero, por eso Mil Pedazos de Cristina y los Subteráneos, es la canción que me remite a la primera vez que me rompió el corazón endeble. En realidad, la tonada se convirtió en el himno de todos los reveses con el Eterno, porque me ha quebrado tantas veces, que faltarían canciones de desamor para enmarcar esos momentos tristes.

El Intermedio y yo tuvimos una historia no apta para diabéticos, en la que las baladas románticas y recontra cursis sobraban. Él me dedicaba una, yo otra y así, renovando la banda sonora tras cada reconciliación. Me da algo de vergüenza contar las canciones melosas que él me dedicaba y recibía a cambio, así que haré una fina selección. Una de las primeras que hice nuestra fue Tormento de Amor de Marcela Morelos, porque yo juraba que él era el hombre al que había esperado pacientemente, y con el correr del tiempo se convirtió en todo un tormento, en el peor sentido de la palabra.

Cierta vez él me dedicó Ojos Negros de Ricardo Montaner. Recuerdo que habíamos pasado la tarde juntos, convencidos de que pasaríamos uno al lado del otro cada día de nuestra vidas, y de pronto, mientras íbamos de la mano a mi paradero, empezó a tararearla, se le olvidó la segunda estrofa, yo se la corregí y ya. De todas las canciones que recibí de él, esa es la que recuerdo con más cariño. Y la que me da risa es El Aprendiz, porque según él, yo le había enseñado a ser malo. Para él alguna vez fui representante de la bruja de Blanca Nieves, Cruella de Vil y todas las demás villanas de Disney. Ilusionarme con otra persona fue algo que hice de mala fe. O esa es su versión de los hechos.


Esa ilusión fue rebautizada como Barney, mi compañero de labores en la juguetería. Ese mismo que se enamoró en el momento en que me vio, y así como llegó fugaz, se fue raudo. Eso no quiere decir que no nos haya alcanzado el tiempo para armar una banda sonora. Recuerdo que alguna vez me dedicó Mentira de La Ley, porque su corazón latía por mi dentro de él. Si, también éramos algo cursis y muy melosos.  A los pocos días, me miró cantando con entusiasmo inusual, otra canción de mi Alejandro Sanz, Quiero morir en tu veneno. Él se aceró al estante en donde yo atendía, me preguntó, ¿te gusta esa canción?, yo le respondí que si, y él resolvió dedicármela, gesto que yo tomé de buena gana, así como aceptaba absolutamente todo lo que venía de él.

Todo, menos la forma en que terminamos, por una pelea tonta que ninguno de los dos supo afrontar, porque la verdad, la verdad no nos provocaba, no se nos daba la gana, el tiempo de la ilusión había caducado y era mejor decir finales finitus. Pero hubiese sido mejor si me lo hubiera dicho cara a cara y no mediante una nota escrita a la ligera y de mala gana. En ese momento ye le regalé una última canción de Shakira, Moscas en la casa, porque dolían los días con su presencia ignorando la mía.

La única banda sonora, tan extensa como memorable, y que me di la tarea de recopilar y grabar, como regalo por nuestro primer año juntos, fue la que musicalizó mi relación don el Oficial. Ese CD que yo misma grabé tenía como primera canción Nunca cambies, la salsa de La Octava Dimensión que fue la primera que bailamos juntos la noche que nos conocimos. Sin embargo, hay otra canción que fue la mas importante que compartimos, y por mucho, tanto, tanto que adoptamos los nombres de los personajes de la tonada. Sometimes Bonita, fue por excelencia nuestra canción. 

Esa no fue la única canción de Cementerio Club que nos afanaba. También había una que fue incluida en el espectáculo desenchufado que había presentado la banda un año antes de que anduviéramos juntos. También la hicimos nuestra, porque narraba a la perfección lo que sucedía cada vez que nos íbamos a encontrar, no importaba el largo trayecto que él recorría, ni la espera que se me hacía larguísima, lo que contaba era el entusiasmo que nos embargaba, porque así de inmenso era el cariño que nos teníamos. No puedo esperar, era una canción que hicimos muy nuestra.


Y si tengo que reseñar mi historia con el DJ que me rompió el corazón en tres canciones elegiría Regálame la silla donde te esperé, porque era la canción de mi Alejandro Sanz que sonaba en la radio cunado nos conocimos; Baby I love your way, que es una tonada que nos pone de buen humor a ambos, aunque yo prefiero la versión soft de Will to Power, y él se queda con la que suena mas reggae, ritmo que le afana mucho; y Que te quería que es la balada que definió a la perfección todo lo que sentí cuando se acabó la historia, que para ese entonces se había convertido en un unipersonal.

Ahora, que si lo que tocara reseñar fuera la fábula del Hombre Invisible, las canciones que sonarían serían Dos Historias de Gianmarco, que era la balada que sonaba de fondo cuando nos besamos por primera vez; Dos días en la vida de Fito Páez, porque a los dos nos gusta el argentino, y esa es mi favorita de él; y Rosas de La Oreja de Van Gogh, ya que su llamada a mi ventana, de messenger, era un golpe de suerte que iluminaba mi día, y como que mi vida se escapaba esperando que regrese. Si pues, las relaciones a distancia, así esta sea muy cortita, no son sencillas.

Si bien no están todas y cada una, están las canciones que enmarcaron a las relaciones más importantes, o por lo menos aquellas que valen la pena recordar. ¿Cómo que son muchas, no? Bueno, no por gusto me autodenomino como una melómana, fiel creyente de que sin música, la vida sería un error.  

Canción para rememorar romances... Son un montón, y si se me hizo difícil elegir tres por cada historia, elegir dos para que redondeen este post, es una tarea mucho más complicada. Al azahar y porque es una canción que disfruto hasta la fecha, les presento la historia de Bonita y su fiel Amorcín



Y esta no canción ha sido incluída, pero fue implícita, sobre todo en esas relaciones en las que idas y venidas del co protagonista eran una constante. A veces, las llamadas solo tenían como objetivo escuchar nuestro qué tal y confesra que a cada instante nos pensábamos y nos extrañábamos






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