Tumba la fiesta

Algunas veces, por no decir siempre, soy pincha globos. Me gusta matar la ilusión con un comentario tan realista, que peca de escéptico. Si, soy tumba la fiesta la mayoría de veces porque sé que es tener un montón de expectativas y darte de bruces contra la cruda verdad. ¿Cuándo soy tan realista, que rozo el pesimismo, y soy etiquetada de tumba la fiesta?



- Soy tumba la fiesta cuando juega Perú. Ahí si nadie me gana. Si la selección peruana va a jugar un partido importante, tipo eliminatoria para el próximo mundial me vuelvo la más antipatriota del mundo. No me mal interpreten. Yo amo a mi país, y creo en el potencial y la creatividad de la gente nacida en esta tierra del Inca que el sol ilumina porque Dios lo manda, pero Farfán, Pizarro, Vargas, Guerrero y todos esos jugadores que meten goles en el extranjero y acá lo único que hacen es cambiarse el look y reencontrarse con supuestas ex amantes, me quitaron toda la confianza que, francamente, nunca le tuve a la selección peruana.

Y no hay antecedente que me quite la idea. Ni la goleada por la que le ganamos a Paraguay, ni hacer descalificar a Brasil de la copa América Centenario, ni la capacidad de los nuevos jugadores, nada de nada. Obvio, cuando gana Perú me subo al coche, celebro y espero el siguiente partido, no sin antes dar mi speech sobre la situación, tipo: se nos viene un partido difícil; hemos ganado un partido, pero aún no estamos en el mundial; esto es solo un avance, Algunos dirán que soy antipática, aunque en el fondo me den la razón, Solo trato de evitar el dolor inevitable ante otro partido perdido que nos devolverá a la realidad. Con suerte iremos a Quatar 2022, con mucha suerte.

- Soy tumba la fiesta cuando le hacen demasiada bulla a una película. Si hay mucha expectativa, mucho bururú, probablemente veremos la película y digamos fururá. Y es que claro, escuchamos hablar tanto sobre la pela, nos la pintan como la octava maravilla del mundo, una obra maestra, lo ya no ya y nos imaginamos algo nunca antes visto, por lo mismo que no perdonamos el más mínimo error.

A las pruebas me remito. Yo esperé con inusual expectativa la película basada en el libro de Bayly. La Mujer de mi Hermano. El reparto era respetable, el libro me pareció interesante y la película rayó tras su estreno en México. Por eso la fui a ver con una emoción contagiante, y me llevé el más grande fiasco de mi vida, Esa película es un asco, mal planteada, las actuaciones no convencen, se omiten diálogos que a mi parecer eran claves, o sea, un mamarracho. Aprendí la lección, un libro adaptado a la pantalla jamás me va a convencer. Sin embargo, espero ansiosa la película de Un Mundo para Julius.


- Soy tumba la fiesta cuando de promociones se trata. Los descuentos, promociones 2 x 1, regalitos adicionales y demás son bienvenidos, así sea en Navidad o por el día del árbol, pero yo no creo en todas las publicidades que veo, es más, a veces sólo le presto atención al diseño, el arte, el argumento, pero no a lo que anuncian. Sé que la publicidad es engañosa, porque por algo estudié comunicaciones, ¿no?

Por lo mismo, tampoco le creo a la gente que se revienta mucho cohete, y lo confieso en voz alta y sin reparo, escudándome en la libertad de expresión y que en mis más de 30, creo tener derecho de decir lo que pienso, y si no les gusta piña. Y, honestamente, si quiero voltear voluntades nadie me gana, soy muy persuasiva y para encontrar defectos a la gente que no me cae, con razones fundamentadas soy campeona. Si, ese es uno de mis tantos ángulos oscuros.

- Soy tumba la fiesta en las faenas electorales. Creo que no soy la única que sabe de ante mano que muchas promesas electorales hechas por todos los que sueñan con ponerse la banda presidencial y dar su discurso en el Congreso el 28 de julio, no se van a concretar. Lastimosamente no es exclusividad de los aspirantes a presidentes, también de los congresistas y de los alcaldes.

Parece que así como para ser cobrador de combi hay que ser brutos (con el perdón de los pocos cobradores de combi civilizados), para ser político hay que ser mentiroso. Ahora que si quieres ser fujimorista, además de mentiroso debes ser cínico y tener activo el gen corrupto, y si quieres votar por ellos debes ser reocntra caído del palto. Y lo digo sin asco, el color naranja me ha dejado de gustar, y los naranjas del congreso me causan indignación, gastritis y repulsión, y no sigo con eso porque bastante hígado estoy haciendo cada vez que veo lo que hacen esos "padres y madres de la patria". ¡Qué roche tener padres así!  

Si pues, si de matar ilusiones se trata, nadie me gana, y ustedes son testigos de que muchas veces he puesto en tela de juicio los nobles sentimientos de quienes nos rodeas, haciéndoles dudar de las personas perfectas y animándolos a descubrir sus defectos y lidiar con ellos desde el inicio, porque como ya lo he dicho hasta el cansancio la perfección no existe y las personas no cambian por nadie más, solo por si mismas, así de simple, y en esto no le tumbo la fiesta a nadie. Las cosas como son, aunque duela, aunque cueste, aunque nos cause miedo reventar ese globito llamado ilusión.

Canción para tumbar la fiesta... También peco de escéptica cuando de pronósticos del tiempo se trata. Yo se que Senamhi no tiene la culpa del cambio climático, y que estos días de verano nos sorprendan con una lluvia que es tradicional, pero que un día haya solcito radiante y al día siguiente este se vaya de paseo y nos deje en su lugar una neblina tan densa como la de Londres, no pues. Estamos en verano porque así lo indica el calendario, pero la verdad es que llueve sobre mojado


El lado opuesto de lo contado aquí sucede cuando de conciertos se trata. La proximidad de un concierto y la certeza de que voy a ir me entusiasme, ilusiona y emociona, y nadie me tumba la fiesta. Por eso, los conciertos que se vienen en el Gran Teatro Nacional me tienen saltando en un pie y armando un plan estricto de ahorro para ir, sobre todo a dos que me emocionan, empezando por los señores de Mar de Copas




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