Todo fue inminente

En diez años muchas cosas pueden pasar, cambios de gobiernos con sus aciertos y desaciertos; logros deportivos, académicos y artísticos; mudanzas geográficas y emocionales; vencer desafíos personales para ir por más; pérdidas de personas queridas y llegadas de otras nuevas, que siempre son motivo de alegría. En diez años por supuesto que he cambiado, sin embargo siempre mantuve mi fascinación por la música de TK y la esperanza de volver a verlos juntos. Hasta que ese día llegó.



Como ya se sabe, y si no lo saben, pueden buscar el post dedicado a ellos, TK es una de mis bandas peruanas favoritas, y su separación me dolió un montón, porque junto con ese capítulo se cerró una etapa de mi vida, en la que ellos eran parte, porque sus conciertos figuraban en mi agenda como parada obligatoria, y eran la banda sonora de varios episodios personales memorables. Aquellos que nunca quisieron fue la canción con la que le dije a los ogros hasta aquí no más, Buscando la Victoria fue dedicada al Eterno, y luego al chico que quiso refutar mi teoría de si me importa que usted sea menor que yo, Abril fue el inicio del segundo round con el Oficial, A Lina era un poco mi canción porque le inventé un pasito de baile muy original, Inminente Conjunción fue la tonada que me devolvió la fe en la música hecha en mi país.

No hubo despedidas, solo un comunicado en el que contaban que se separaban. En ese momento, pensé que lo mejor era así, morir en silencio, porque había tensión sobre el escenario y se percibía, era mejor recordar los buenos momentos, cuando todo era armonía, felicidad y trabajo duro. Tras su desaparición yo conversé con algunos de ellos para algunos trabajos de la universidad, y cada vez quedaba más convencida de que un reencuentro era casi imposible. Se me había olvidado que Amaia Montero canta que hay imposibles que un día consigues sin darte cuenta, y no le falta razón.

Cuando a inicios del año se rumoreó la posibilidad de un reencuentro de los TK originales, andaba algo escéptica, no creo decía. Hasta que se hizo oficial, los primeros TK se habían reconciliado, reunido, reencontrado y habían tomado la sabia decisión de cerrar esa etapa, que los marcó a ellos, igual que a los seguidores, como se debía, por todo lo alto, en el local barranquino que los vio nacer y dar sus mejores conciertos, valgan verdades. En medio de la emoción de la noticia, yo vaticiné que ese concierto, al que debía ir si o si, sería en mayo. No sólo porque es el mes de mi cumpleaños (y me merecía un regalo así de bonito por ser tan buenita), sino porque la primera vez que fui a verlos a ellos solitos fue en mayo del 2003 en La Noche, y desde ese día no me había perdido una sola tocada de ellos allí. Así fue.


Tras comprar la entrada me puse algo ansiosa, y el doble de curiosa ¿cantarán tal canción?, ¿Edgar irá aunque sea como invitado?, ¿durará mínimo dos horas?, ¿lloraré? Todas las respuestas fueron afirmativas, y develadas en su debido momento. Hasta que llegó el 12 de mayo, y en las redes no se hablaba de otra cosa que no fuera el reencuentro de TK. Ese día todo sería inminente. Esa noche todo fue mágico.

Unos quince minutos después de las 10, hora en que se supone debía de comenzar el concierto, Emilio, Christopher, Carlos, Diego, y Claudio Cabrera, que fue el plus de la banda, aparecieron sobre el escenario y el local ardió, la gente estaba entusiasmada, emocionada, eufórica. Y yo entre ellos. Arrancaron con Buscama, el último sencillo que sonó de ellos, para seguir con Buscando la Victoria. La emoción pudo más que mi fuerza de voluntad, y un par de lágrimas tontas se me escaparon. Cuando terminó la canción, descubrí que no era la única que iba a soltar moco y baba, Diego confesó que tenía ganas de llorar, era demasiado, y todo recién comenzaba.

Lo mejor, para mi, fue cuando subió Edgar, porque es el amor de mi vida y porque estaban de nuevo los cinco sobre el escenario, como nacieron, como los conocí, como siempre los quiero recordar. Eran las 10:54 pm, tocaron Abril y yo pensé, en este momento soy feliz, demasiado feliz, ya puedo morir en paz. Y ese momento tuvo una réplica minutos después, cuando Jose Arbulú cantó Inmortales, canción insigne que hasta la fecha me arranca una enorme sonrisa y me trae montones de recuerdos a la cabeza.

En las dos horas que duró el concierto, me olvidé de todo, como siempre sucedía cuando iba a verlos; me sumergí en el ambiente y traté de rescatar cada sensación, cada palabra, cada canción. Me sentí infinitamente feliz, y comprobé que un concierto no es un gasto, es una inversión, y que el alma de gruppie nunca muere, por eso, mientras Edgar se despedía del escenario le pedí voz en cuello que me hiciera mellizos y después del show corrí a buscarlo para la fotito de rigor, en la que salgo cachetona y con una cara de pava total.



TK volvió y con todo. Sonaron como hace 10 años, hasta mejor diría yo, emocionaron a todos como siempre, han dejado sentado de que tienen un par de presentaciones más pactadas en provincia y después seguirán con sus vidas, dejándonos el recuerdo de la noche del 12 de mayo como el último capítulo de una larga aventura. 

Ahora si los puedo recordar como quiero, como una tremenda banda que demuestra que en el Perú se hace rock del bueno, como los cinco chicos que tocaron alguna vez en el auditorio del BCR y se sorprendieron cuando todo el público cantó con ellos Inminente Conjunción; o esos cinco que vi en una verbena de San Marcos junto a mi hermana, mi prima y una mancha media monce, y no pudimos dormir de la emoción, porque según nosotras Diego nos había visto y dedicado todo el concierto; o esos a los que iba a ver sin falta cada vez que cantaban en La Noche de Barranco.

El 12 de mayo en La Noche todo fue inminente, todo fue mágico, todo se dio como debía darse, todo fue perfecto. No puedo pedir mejor manera de iniciar la semana cumpleañera y de quedarme con un buen sabor de boca cuando me hablen de TK, y decir con orgullo que fui seguidora, que quiero escuchar sus discos hasta que me muera y que mi alma siempre será gruppie, y TKdicta, y eso no cambió en 10 años, dudo que cambie en el tiempo que tengo por delante, y que se pone bueno, muy bueno.

Canción para la nostalgia alegre... Abril es una de mis canciones favoritas de TK, por el derroche de energía que trae, porque recomienda quedarse con los buenos momentos en la cabeza, y en el concierto tuvo el plus de ser tocada por los cinco integrantes originales, incluido Edgar, mi Edgar, y yo soy la más posesiva, jajaja






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