Que hay imposibles que un día...
Musicalmente hablando, el 2015 cumplió a pie juntillas lo que cuenta una canción de Amaia Montero: "que hay imposibles que un día consigues sin darte cuenta". Digamos que no imposibles, pero si momentos añorados y que siempre serán recordados por lo que cuentan, lo que encierran, lo que significan para mi.
El 2015 no estuvo plagado de conciertos, y no es que el presupuesto no me haya ayudado, es simplemente que no hubieron muchos que me hayan llamado poderosamente la atención. Eso por un lado, de otro lado, los dos mega conciertos a los que fui, fueron festivales, por los que pude matar varios pájaros de un solo tiro.
El primero fue el Vivo por el Rock V, programado para un sábado después de mi cumpleaños. Definitivamente fue el mejor regalo que me pude dar. La cartelera anunciaba a un montón de grupos locales que me ponen, entre ellos Río, Mar de Copas y Líbido, y otros extranjeros que marcaron mi adolescencia y primeros años de adultez (o juventud, si nos ponemos estrictamente cronológicos): Auténticos Decadentes, Vilma Palma e Vampiros y La Ley.
Como siempre, compré los boletos con anticipación, para evitar estrés y angustias innecesarias. Y menos mal que se me ocurrió hacerlo, porque faltando dos días para el bullicioso festival se anunció el temido sold out, todas las entradas agotadas en todas las locaciones. Mala suerte para quienes postergaron hasta el infinito la compra de sus tickets, suerte triplicada para quienes ya las teníamos, el concierto prometía, el estadio se iba a venir abajo. Y así fue.
Mi hermana y su mejor amiga fueron quienes me acompañaron. Yo andaba con un ánimo bastante festivo aún y unas expectativas muy altas, habían varias canciones que quería escuchar, sobre todo de las bandas extranjeras, las mismas que como dije, marcaron mi vida. Por eso me emocioné cuando Río, anunció que su concierto emulaba una máquina del tiempo. En realidad, todo el festival fue una ruleta rusa de momentos, emociones, sentimientos. Auténticos Decadentes cantó Loco tu forma de ser y yo casi le rompo los tímpanos a todos los que estaban a mi alrededor cuando la anunciaron, la emoción se me escapaba por los poros.
Eso no fue nada comparado a lo que ocurrió cuando Vilma Palma e Vampiros pisó el escenario. Si bien faltó Todo lo que fue, las canciones más populares sonaron y me hicieron bailar hasta decir basta. Coreé todas: Mojada, Bye Bye, Fernet con Coca, Me vuelvo loco por vos, Fondo profundo, Verano traidor, Te quiero tanto y cuando pensé que todo llegaba a su fin inevitablemente con La Pachanga, empezó a sonar De música ligera, y efectivamente, sin querer ni proponérmelo cumplí una cosa imposible (cosa curiosa de que esa también sea creación de Cerati), coreé una canción de Soda Stereo con el estadio nacional rebosante de gente. Si, vale la pena soñar.
Algo similar pasó con Ciudad Rock, un festival bien accidentado. Primero que cambiaron de local y mandaron a todos los entusiastas participantes al estadio Monumental, o sea a los extramuros de Lima, luego cancelaron a Jarabe de Palo, porque Paú Danés cayó enfermo, decepcionaron a todos cuando anunciaron a The Wallflowers para el cierre, y para colmo de males, mi hermana no me iba a poder acompañar. Tantas cosas me hicieron pensarla y descartar la idea de faltar al recordar que todas las bandas, a excepción de la última, me ponían.
A falta de mi hermana, buena es mi Pepita Grilla. No pude elegir mejor compañía, como siempre paciente y optimista se sumergió en la locura que me invadía. Estábamos tarde, y yo lloraba desconsoladamente pensando que no iba a ver a Mar de Copas, sin embargo mi buena estrella o alguien en el cielo que me quiere mucho movió sus influencias e hizo que llegue justo a tiempo como para acomodarme, calentar motores, verlos en escena y por supuesto, cantar cada tonada.Escena que se repitió cuando Mamá no te robes mi Yamaha anunció la entrada de Raúl Romero.
Ver y escuchar a Los Pericos cantando Pupilas Lejanas y Mucha Experiencia, a Café Tacuba con El Baile y el Salón, y a Hombres G con Lo Noto, fue lo más memorable, pero no tan intenso como cuando Fito Páez entonó 11 y 6, Circo Beat, Dar es Dar, A rodar la vida y, por supuesto, Mariposa Technicolor. ¿se le podía pedir algo más a la vida? Bueno, si Páez incluía Dos días en la Vida, hubiera echado por tierra todo en lo que creo y afirmaría que la perfección existe, sin embargo ese será mi pretexto para volver a verlo cuando regrese a Lima. Ya van como tres años consecutivos, quién dice que nos sorprende y repite la pauta en el 2016.
Mención aparte merece El Diario de Hank, que sorprendió con un concierto de aquellos en La Noche, Campo de Almas que regresó con todos los integrantes originales y con toda la onda de siempre en el Yield Bar, TK que sin barullo y dejando más preguntas que certezas dijo chau, sin decirlo en un discreto café de San Isidro, o Francisco Chávez que me dejó claro cual agua que él es Andrés Calamaro, y se le puede escuchar en un bar de Pueblo Libre, con la misma euforia que causaría el original en el Nacional.
Párrafos aparte también merecen todas esas canciones viejas, pero que yo recién descubrí este año y pasaron sin mucho trámite a ser parte de ese sound track personal, el cual disfruto a solas o en medio de la muchedumbre, a las 6:30 de la mañana mientras enrumbo al inglés, o en plena madrugada murmurando que la noche es joven y que esas jornadas de juerga van a pasar a la posteridad y de seguro añoraré en un par de años, cuando ya no sean algo espontáneo y habitual.
Momentos para recordar, instantáneas que solo existen en mi cabeza y en el recuerdo de quienes estuvieron allí, imposibles, o no tanto, que se hicieron realidad sin tanto trámite. Disfruté este 2015, si, y este es solo un vistazo muy pequeñito de lo que fue el año. Queda prepararse para otro año que nos regalará un día mas y que promete tenernos a todos entre la expectativa y la esperanza, la coherencia o el absurdo total. Habrán sorpresas y a nosotros nos toca asumirlas con entereza, con sabiduría, con fe.
Canción para confirmar que los imposibles pueden hacerse realidad... Definitivamente el momento más emotivo de Vivo x el Rock V, el Estadio Nacional a tope, y todos, absolutamente todos, coreando De Música Ligera, para dejar claro que Soda nunca muere... y nada más queda
Y aunque esta canción no la escuché en vivo, y tal vez nunca lo haga, es justo darle luz, porque una de sus frases es el título de este post. Los imposibles se pueden lograr en 4 segundos
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