Ni con el pétalo de una rosa

Tal vez este post debió haber sido escrito hace un par de meses, pero por distitnos motivos se postergó. Si no se necesita un día para celebrar a la mamá, el papá, los abuelitos, el amor, el ceviche o el arroz con mango, pues creo que no necesito de una fecha para hablar de la violencia doméstica. Nos ponemos serios, que el problema es peor de lo que pensamos.

Como lo dije en el post de aniversario, este blog nació con la intención de tocar temas de responsabilidad social también. Y este es un tema que de una u otra manera nos toca a todos. ¿Se puede estar inmutable ante titualres que anuncian muertes de mujeres a manos de sus esposos todos los días?, ¿podemos quedarnos mudos mientras las cifras de mujeres maltratadas aumenta frente a nuestros ojos?, ¿no nos sentimos impotentes cuando golpean a una mujer y esta no dice nada colocando como pretexto a los hijos? Pues yo reclamo, me sorprendo, hago hígado, me pongo de pie.

Este post debió haber sido escrito y publicado en noviembre, a propósito del día de la no violencia contra la mujer, pero creo que nunca es tarde para reflexionar sobre ello. Este es el momento porque leí sobre la dimensión del tema y me siento impotente como mujer e indiganda como ciudadana. Hace unos días una revista local hizo un reportaje sobre el drama que viven las mujeres que se arman de valor y deciden denunciar al marido maltratador. Y resulta que denunciar a un hombre que no merece vivir es una proesa, una odisea, un martirio, una utopía.

Primero, vas a la comisaría de la mujer y si no tienes marcas visibles, la denuncia no procede. Debes llegar con un brazo roto, sangrando o en un cajón para que te hagan caso. Opción B, ir a la Fiscalía de la Familia, en donde deberían atender estos casos (ojo, deberían). De hecho lo hacen, pero en su horario de atención, es decir de 8 de la mañana a 4 de la tarde. O sea, si tu marido te maltrata a la medianoche, tu tienes que dormir tranquila y esperar que sean las 8 de la mañana para ir a sentar tu denuncia. Increíble. Y esto no es lo peor.

La revista citaba el caso de una mujer que vivía en San Juan de Lurigancho, el distrito mas poblado del país. Al no recibir respuesta no de la comisaría de la mujer, ni de la fiscalía de la familia, decide ir a un módulo especializado que está en la comisaría de su jurisdicción. Tampoco encontró ayuda porque el famoso módulo atiende solo hasta la 1 de la tarde. Encima tuvieron la riquísima frecsura de decirle que llegue temprano porque solo atienden 20 casos por día. Como lo leyeron, 20 casos por día en el distrito mas poblado del país.


Intentemos asumir el papel de esa mujer maltratada. Una de las miles que a diario sufren los golpes, insultos y agresiones de ese sujeto que juró ante Dios y ante los hombres amarla y respetarla todos los días de su vida. Esa mujer debe revisar que la situación que atraviesa no es normal, que no es culpable y que debe ponerle fin. Se arma de valor y sola (o en el mejor de los casos acompañada de la hermana, amiga, comadre o vecina) va a denunciar al agresor y encuentra una sitaución más trágica todavía. Una comisaría que no acepta denuncias sin pruebas visibles, una fiscalía que cierra a las 4 y otra comisaría que solo atiende 20 casos por día y hasta la 1 de la tarde. Bajo esas condiciones, ¿alguien se anima a continuar con la idea de denunciar al agresor? Y no puede tirar la toalla, ya que hacerlo es correr el riesgo de morir. Y en este caso no exagero, los periódicos y noticieros todos los días dan fe de ello.

Si las autoridades no ponen de su parte obligando a todas las entidades mencionadas aquí, y demás instituciones comprometidas a velar por el bienestar de las mujeres (sobre todo madres de familia), a cumplir a cabalidad sus funciones, de nada valen las miles de campañas, carreras, concursos, corsos y demás actividades en pro de frenar la violencia doméstica. Un billón, trillón o medio planeta puede ponerse de pie, de cabeza, aplaudir con los talones, o darse de volantines, pero ¿de qué sirve si las instituciones mas preocupadas son también las mas icapaces, las mas prejuiciosas, las menos competentes?, ¿cuántas mujeres mas deben morir para que alguien haga algo?, ¿hasta dónde somos cómplices?

Falta educación, falta motivación, falta información, falta voluntad. Para una mujer que ve la violencia en las calles, en casos aislados, totalmente ajenos a su realidad es fácil encontrar soluciones del tipo al primer golpe agarro mis cosas, a mis hijos y me voy (previo vía crucis para sentar la denuncia). Pero para la mujer que vive día a día los malos tratos se presentan una serie de cuestionamientos: ¿a dónde voy?, ¿de qué van a vivir mis hijos?, ¿el amparo que tanto proclama el estado incluye casa, comida y educación para mis hijos?Hay otras tantas que han sido espectadoras de primera fila de abusos hacia sus madres, y ven esos golpes e insultos como algo natural. Así lo vivieron sus madres, sus abuelas, sus tías, sus hermanas, y así lo vivirán sus hijas. Es su destino como mujeres, como sexo débil, como eternas víctimas.


Hay muchos aspectos a tomar en cuenta para erradicar la violencia doméstica, o al menos disminuirla. Tengamos en cuenta, con letra grande y reslatado que el silencio y la violencia son amigos íntimos, uña y muger, compinches, cómplices. Son la pareja ideal, si quiebras a uno, eliminas a los dos. Entonces rompamos el círculo vicioso que genera la agresión, quebrando el silencio. Una llamada basta, buscar ayuda, si las autoridades ni se inmutan, nunca faltará una voz amiga, una persona piadosa, y la infalible Defensoría del Pueblo (y esta vez no soy irónica, si ella no actua, yo pierdo la fe en mi país en este segundo).

Por otro lado, los hijos son un pretexto, pero para escapar volando al primer intento de abuso. Nadie tiene derecho de someter a un menor a un escenario en donde la violencia (sea física, verbal, moral o sexual) es pan de todos los días. Admitir malos tratos y no hacer nada por los hijos es una falta de respeto hacia ellos, es exponerlos, es crear otro círculo de violencia, es violar sus derechos.

El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer. No es una fecha comercial, inventada por una corporación de productos femeninos para incrementar sus ventas, ni mucho menos. Es un día en el que miramos todo lo que hemos logrado las mas llamadas sexo débil, todos los derechos que hemos conquistado, todos los escalones que hemos avanzado, pero también todo lo que falta por hacer. Está en nuestras manos seguir creciendo, erradicar el machismo de una sociedad que cree en la superiroridad del hombre, corre por nuestra cuenta seguir dejando huella y heredar a las mujeres por venir un mundo mas justo, mas equitativo, mas coherente.

El amor serrano no existe, si nos quieren, que nos quieran bien, y si no, la puerta esta abierta, pajaritos a volar. ¡Feliz Día Mujeres del Mundo! En nosotras está demostrar que lo logrado y avanzado es solo el principio.

PD: También hay hombres maltratados, caletas pero hay. Esto también aplica para ellos.

Canción para las guapas... porque es momento de dejar la soledad, recuperar la esperanza, sabernos importantes, estimadas, únicas, creernos mas guapas que cualquiera. Es una canción antigua, pero recién descubierta por mi y elevada al top 5 en one. Mi vieja - nueva canción favorita


Esta canción es un himno, mi himno. Ya la he puesto un par de veces y la vuelvo a colocar hoy porque la ocasión lo amerita, porque no hay que tirar la toalla, hasta los mas mancos la siguen remando. No importa si eres morocha, rubia, castaña, pelirroja, amarilla, verde o azul, lo importante es seguir avanzando, avanti con todas




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