Para España con Amor
Europa es un continente que me fascina por su historia, su cultura, sus paisajes, y porque en realidad todos tenemos algo del viejo continente, todos somos resultados del mestizaje, algunos por partida doble o triple (levanto la mano, mi bisabuelo era italiano). He confesado abiertamente que la música que viene de España me fascina, y desde hace algunos años hay un plus que incrementa mi debilidad por la Madre Patria.
Ese plus tiene nombre y apellido, pero aquí lo llamaré el Ingeniero. El Ingeniero limeño que ahora vive en Madrid. Ya lo he mencionado alguna vez, pero siento que me quedé corta y con muchas cosas por contar acerca de él. Nos conocimos hace más de 10 años, no recuerdo si fue un día de semana o un sábado. Ttampoco recuerdo el mes. Lo que no se me olvida es que después de conocernos, nos encontrábamos todos los sábados por la mañana en el msn. También recuerdo que al poco tiempo de conocernos vía chat decidimos vernos en persona, acordando salir a almorzar chifa a Calle Capón. Yo elegí el lugar, él pago la cuenta y luego de almorzar fuímos a caminar. Sin segundas intenciones, ni planes insensatos, sólo queríamos conocernos más.
El solo hecho de que fuera egresado de la UNI me daba una razón contundente para imaginarlo inteligente. Esa tarde, conversando, me dio más argumentos para mantenerme firme en mi posición. Si, resultó muy inteligente y culto. No se queda callado facilmente, por lo que los temas de conversación sobran. Conzoco personas listas y que hablan de todo un poco con conocimiento de causa, pero nunca me había encontrado con alguien que me hable con tanta fascinación de la Segunda Guerra Mundial o la Revolcuión Cubana. ¿Aburrido? No, contra todo pronóstico, sus conversaciones no eran un somnífero, por el contrario, su entusiasmo me contagiaba y su emoción evitaba que mi mente desvaríe mientras contaba sus impresiones sobre las batallas, discursos, aviones y demás.
Pero esa tarde no solo hablamos de historia. Tenía a favor su mente, pero en contra tres cosas puntuales que siempre tuve en cuenta (y por lo que me convencí de que el hombre perfecto no existe). Primero, cree en la reencarnación, cosa que no me termino de creer, aunque su punto de vista tiene razones válidas. De otro lado a él no le gustan mucho los niños y piensa que este es un mundo que cada vez esta peor, por lo que no piensa tener hijos, ya que sería hacerlos sufrir. Por último, él tiene su historial romántico, se enamoro, se desilusionó, metió la pata, resarció errores y horrores, se volvió a templar y le destrozaron el corazón. Estaba recuperándose de su último magullón cuando me conoció, por lo que no tenía intenciones de volverse a enamorar, al menos no del modo almibarado en que lo había hecho.
Siempre le agradecí su franqueza y contarme de plano todo eso, así sabía que terreno pisaba y tenía las cosas claras. Después de esa tarde, seguimos en contacto, conversando, conociéndonos mas, matándonos de risa a veces, reflexionando otras tantas, discutiendo en más de una oportunidad. Cuando salía con él, las horas me quedaban cortas, lo mismo cuando nos encontrábamos en el msn, teniendo grabado en la cabeza la idea de que él no sería el protagonista de ningun idilio, tarea que a veces no me resultaba fácil. Uno de los primeros descubrimientos que él hizo sobre mi, fue que una de mis canciones favoritas de Bon Jovi era Cama de Rosas (que empiecen los abucheos), pero fue algo que le conté como quien dice qué bontio esta el día y ahí quedó, con mi típico barullo, sin mayor alharaca. Meses después en medio de una de nuestras acostumbradas charlas me dijo que en la mañana me había recordado porque en la radio sonó mi canción, Cama de Rosas. Me quedé muda (cosa complicada, viniendo de mi), había recordado ese detalle intrascendente, ahí la cosa se empezó a tornar incierta.
Un tiempo después nos separamos. No hubo pelea, ni discusión, ni nada, simplemente él dejó de trabajar, mis horarios se complicaron y dejamos de encontrarnos. Fue en esa época en que conocí al Oficial y me enamoré de él. Estaba en medio de esa relación y el Ingeniero regresó a la escena, yo le conté que estaba con un chico, pero seguíamos en contacto porque total, éramos amigos. Sin embargo yo cometí pecado de omisión y jamás hablé con el Oficial del Ingeniero, ni una palabra, porque yo sabía que era celoso y podía mal interpretar cualquier gesto de estima. El Oficial en medio de un ataque de paranoia encontró un par de correos intercambiados con el Ingeniero y ardió Troya. No solo me lo sacó en cara y me dijo mi vida a colores, sino que le escribió un correo en donde por poco amenaza al Ingeniero. Por verguenza ajena quise evitar al Ingeniero, sin embargo él entendió la situación, seguimos hablando, dejamos de enviarnos correos y por puras ganas de darle la contra al enrgúmeno (así le decía al Oficial) nos escapábamos de vez en cuando a tomar un café.
Mi relación con el Oficial terminó, el Ingeniero me felicitó y continuamos con nuestra amistad. A los pocos meses yo atarvesé un momento crítico y él estuvo ahí, soportando mis pataletas, alcanzándome los kleenex cuando necesitaba llorar, escuchándome y programando CD's de Mar de Copas mientras manejaba, para que me olvidara un poco de todo y me sintiera tranquila. El Ingeniero esperaba verme mejor para darme otra noticia que yo veía venir, pero cuando la idea me asaltaba prefería mirar a otro lado porque de dramas ya estaba bueno. Hasta que se hizo inevitable darme la mala nueva. El Ingeniero había ganado una beca para hacer una maestría en el extranjero, mas precisamente en Madrid, se iba y yo debía verlo irse y no quebrarme en el intento. Fue imposible. Nos encontramos una tarde de octubre para despedirnos, porque sabíamos que iba a pasar mucho tiempo antes de volver a vernos, y me puse mas drama queen que de costumbre, lo abracé, le deseé la mejor de las suerte y me fuí llorando a casa. No se había ido, pero yo ya lo extrañaba.
Su partida no significó el fin de la amistad. Por el contrario, con el Ingeniero descubrí que la distancia redefine las relaciones. La nuestra se hizo mas fuerte. Me pasaba horas en el msn conversando con él. Él me hablaba sobre su vida allá, yo sobre la mía aquí, solía enviarme mensajes al celular pidiéndome que me conectara, hasta que cierto día me envió uno a las cinco de la mañana. Me escribió algo que me quito el sueño en una: "disculpa la hora, solo necesitaba decirte que te hecho de menos". Lo leí dos, tres, diez veces, nunca me habían dicho algo así, alguna vez leí un te extraño, pero ese te hecho de menos me sacó de cuadro. Pensaba, ¿es eso lo que se le dice a una amiga?, ¿estoy leyendo entre líneas?, ¿por qué me emociona ese mensaje?
Ese mensaje en realidad develaba algo que los dos habíamos ocultado para evitar situaciones incómodas, para variar nadie dijo nada, si no hasta varios meses después, mientras discutíamos por el msn. Yo le gustaba, y valgan verdades a mi también me gustaba él, pero como tenía tatuados sus tres puntos en contra, nunca le había dado chance de nada. Tuvimos que poner una inmensa distancia entre los dos (incluyendo el océano Atlántico y Brasil, uno de los países mas grandes del mundo) para decirlo en un arrebato. Yo le gustaba, y si nunca me lo había dicho era porque él sabía lo que yo quería y él no estaba dispuesto a ceder. Así de fácil, asi de real, asi de trágico.
Mucho tiempo después él volvió a Lima. Yo estaba en el último ciclo de la universidad, con los minutos mas contados que nunca y con la fecha de su llegada anotada en mi agenda. Apenas lo supe en tierras limeñas empecé a tararear El Último Vals, sonreía ilusionadísima, mientras esperaba ansiosa su llamada, que llegó en un mal momento, pero no me interesó. El reencuentro fue cerca de mi casa, segun él estaba idéntica (tiempo después, tras el monitor me dijo que andaba mas guapa que de costumbre, y yo lo sabía porque ese día me había super producido), nos comimos un postre, como siempre habalmos mucho y al despedirnos nos abrazamos fuerte, pero sin lágrimas, ni confesiones, ni besos robados. Nos habíamos vuelto a ver y estábamos contentos, no queríamos pensar en nada mas.
Esa no fue la última vez que nos vimos. Volvió varias veces y siempre encontrábamos la ocasión para encontrarnos, para beber vino, escuchar a Bon Jovi, reirnos, conversar. Debo confesar que me encanta escucharlo, mas que por sus historias (que ciertamente nunca me aburren), por su acento. Me enloquece. Se que él luchó con todas sus fuerzas por que no se le pegara, pero ya con seis años allá, es lógico que tenga algo del dejo madrileño, esa mezcla entre español y latino me derrite, y él lo sabe.
Ingeniero, Nene (sabes que me gusta llamarte así), a veces tu también me haces falta. A veces recuerdo nuestras salidas "clandestinas", o esas tardes caminando en tus visitas a Lima. A veces pienso que me gustaría sorprenderte un día en Madrid, solo te pediría que me lleves a todos lados y caminaría feliz de tu mano. Lo nuestro hubiera sido caótico y tal vez no te recordaría con el cariño con el que escribo estas líneas. Algun día nos volveremos a ver, no se cuando, ni en que circunstancias, ni si quiera se en donde, pero se que aun nos queda mucho por compartir, por contarnos, por reir. Se que algun día volveremos a escuchar Cama de Rosas, brindaremos con vino tinto y sonreiremos, mientras tu me dices "esa es tu canción Maja".
Canción para recordar al Ingeniero... si Cama de Rosas es mi canción de Bon Jovi, esta es la suya. Hace algunos años cumplí un sueño que me imaginaba imposible, ver a Bon Jovi en mi país, la emoción desbordaba y hacia el final se tradujo en lágrimas, por ver a esa tremenda banda en Lima y porque esta canción siempre me remite al Ingeniero... siempre mas un día... siempre
Esta canción la he dedicado muchas veces, a muchas personas, pero creo que de todos a quien le va mejor es al Ingeniero limeño que ahora vive en Madrid. No se si allá este lloviendo, pero a veces imagino que me cuentas que todo sigue como siempre, solo que no estamos juntos y el tiempo pasa lentamente
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