No tiene sentido

Cuando el tiempo sobra, o queremos abstraernos de la realidad, o simplemente pasa algo que nos remite a una circunstancia o persona, empezamos a darle vueltas a una idea que imaginábamos, ya había pasado. Nos planteamos situaciones que rozan lo ridículo, lo imposible, lo insensato, y terminamos por concluir que ya no tiene sentido.


No tiene sentido recordar esos días en que una llamada tuya quebraba la inercia, el equilibrio, el orden que trataba de poner en mi vida. Te lo he dicho cientos de veces, ese quiebre me gustaba un montón, porque tú me gustabas un montón, no tienes idea de cuánto, y honestamente no sé por qué. O de repente si lo sé, me gustaba tu sentido del humor, tus arranques tiernos, tus comentarios subliminales, coquetos y zalameros, todo eso fue lo que mató al galán que jamás me ha importado tener al lado.

Confesarlo corazón en mano, o quedarme callada y decir en voz alta no tengo idea de por qué me fijé en él, ya no tiene sentido, porque eres parte del pasado, de lo que fue, de lo que quise y da algunas pistas de la persona que era yo y ya no está más. Tampoco tiene sentido buscarle los cinco pies al gato, cuando yo sé perfectamente porque esta historia, que de verdad fue muy bonita, se acabó, de buenas a primeras, sin muchas explicaciones, sin despedidas trágicas e innecesarias. Esperar un colofón para esta historia no tiene sentido.

No tiene sentido decir que no quiero saber más de ti, que fuiste un borrón en mi cuaderno, como dice José José, que eres un desgraciado, que te odio con todas mis fuerzas, y ya que estamos en una onda medio musical, dedicarte varias cumbias de corte tragicómico, tipo ojalá que te mueras, canalla, lárgate, vete no más, y un sin fin de títulos, cada uno más despechado que el anterior.

Una vez me preguntaste si te odiaba, y yo te libré de toda culpa diciéndote que no, y es cierto, por ese entonces mi chip irónico dejaba de funcionar cuando aparecías tú. Esa decisión, no odiarte, ni guardarte como un mal recuerdo, fue una conclusión a la que llegué buena y sana, sin el peso de una catástrofe emocional. No ganaba nada odiándote y no tenía sentido negar todo lo que fuiste en algún momento de mi vida, por el contrario, eso me revalida, porque contra todo pronóstico sigo de pie, cayéndome y levantándome a cada rato, de eso se trata crecer y vivir. Te agradezco por todo lo vivido, por eso mismo odiarte no tiene sentido.


No tiene sentido tratar de ser quien no soy, y esconder todas esas características típicas de mi, pero que a ti no te cuadran, Si yo te acepto medio aburrido, medio apático, recontra estresado y malhumorado, entonces por qué tú no puedes hacer un mínimo esfuerzo y aceptarme almibarada, melosa y media cursi. Si yo trato de complementarte y jugar el papel de la simpática, la animada, la relajada, la me río de todo cuando estoy contigo, por qué tú no puedes poner solo un poquito de tu parte para tratar de pasarla bien cuando nos vemos, cosa que sucede a la muerte de un obispo por tus horarios, el triple de ocupados que los míos.

Desde el inicio traté de ser sincera, porque tú te proclamaste como la honestidad andante, y yo nunca te quité ese título, a pesar de que sabía que no eras tan sincero como decías y una tarde, en una y sin anestesia te lo solté y te expliqué uno a uno mis motivos. A pesar de que nunca terminé de entenderte, te acepté como un paquete completo, con tus defectos y virtudes, como debía de ser. Y en ese proceso me olvidé de ajustarme a tus cánones y ser exactamente yo, si te gustaba bien y si no, qué pena. Tratar de ser quien no me interesa, solo para que me regales una sonrisa, no tiene sentido.

No tiene sentido guardarte como un mal recuerdo cuando fuiste, de lejos, la relación más importante y válida que he tenido hasta hoy. No hacerte justicia era la manera más fácil de quedarme con la conciencia tranquila y librarme de cualquier vestigio de culpa. Hasta que un día te me viniste a la cabeza y repensé las cosas. Sumamos a esto las coincidencias que siempre nos han puesto frente a frente, y decidí darle una vuelta de tuerca a los resentimientos que tenía acumulados.

Reencontrarnos en este momento de nuestras vidas, en que los dos estamos más cuajados, más maduros, más listos, y con una idea recontra clara de lo que queremos y a dónde vamos, fue sanador y reconfortante. Más que un reencuentro contigo, fue una reconciliación conmigo misma, con la veinteañera que fui y que dejé atrás porque me tocaba crecer, caerme, volverme a poner de pie, y repetir eso un montón de veces más. Volviendo a ti, prometo hacerme la de la memoria selectiva,  y guardar solo los buenos momentos. Negar todo lo que significaste para mi, en un momento de mi vida que no es este, no tiene sentido.
  

Seguir queriendo a algunas personas que no sumaron a nuestra vida no tiene sentido. Odiar a gente que nos hizo daño, o de repente esa no fue su intención y nosotros en un arranque los juzgamos, tampoco tiene sentido. Revivir historias que hace rato ya fueron y no necesitan de redondeos, continuaciones, ni nuevas temporadas, tampoco tiene sentido. Negar quienes fuimos, o quienes somos para calzar en el perfil de un tipo que puede entusiasmarnos, pero ahí nomás, no tiene ni lógica, ni sentido.

Mirar nuestro presente y trazarnos rutas que nos lleven a un objetivo sensato y probable en el futuro, aplicar todas las lecciones aprendidas, sentirnos orgullosas de quienes somos, de haber sobrevivido a catástrofes físicas, mentales y emocionales, de conocernos y entendernos, tener la certeza de que nos aceptamos y nos queremos como somos, y cada día un poquito más, recuperar la esperanza cada vez que sentimos que se nos escapa y creer incansablemente en que podemos ser y construir un mundo mejor. Todo eso, si tiene sentido, vamos todavía.

Canción para olvidarnos de planes sin sentido... Y recomenzar, porque después de todo en la vida constantemente cerramos etapas y abrimos otras, sabiendo que vamos a encontrar nuevos desafíos que nos servirán para poner en práctica todas esas lecciones aprendidas y, de paso, seguir rescatando moralejas. Al abrir un nuevo episodio, nuestra vida empieza de nuevo, desde el primer día




Esta canción me encanta, e inspira un poco el título de este post. Enséñame al final que no eres tan perfecto y que esto de adorarte no tiene sentido. No lo tuvo y tampoco lo tendrá, saberlo es fácil, creerlo es lo complicado












Comentarios

Entradas populares de este blog

Tumba la fiesta

El retorno de la duendecita

Solteronas y solteros codiciados