¡Qué viva mi Má!
Hace algunos años, Saga Falabella tituló a su campaña por el Día de la Madre "¡Qué viva mi Má!", ensalzando las labores de las madres modernas, que como sabemos no se limitan a desempeñarse de manera óptima en la cocina y la lavandería. Las mamás también forman a las mujeres y hombres que vienen en camino, y eso no es poca cosa.
El colegio enseña historia, matemática, lenguaje, ciencias y otras materias, pero la educación empieza en casa, y si bien eso debe ser una tarea compartida, la mamá es quien lleva la parte más grande, porque así lo dicta esta sociedad en la que vivimos y que se estancó en el año de la carreta. Y si bien hay un importante porcentaje de mujeres que enseñan a las hijas a ser una damas y las preparan para ser buenas amas de casa, hay otras tantas madres que proclaman con su ejemplo que se puede trabajar y llevar adelante un hogar. Entre ellas está mi mamá.
Mi mamá trabaja desde los 19 años, y ni el matrimonio, ni sus 3 embarazos la pararon. El hecho de laborar dentro y fuera de casa la hicieron una persona práctica, y eso se reflejaba en una serie de cosas, por ejemplo la lonchera. Recuerden que estamos hablando de los 90's, cuando la nutrición y el medio ambiente no eran un tema prioritario, por lo que la merienda diaria, que compartía con mis hermanas, se limitaba a un termo con tang de naranja, sabor invariable, y un paquete de galletas, recuerdo las morochas y las de frutas secas de San Jorge. Si era un lunes y el fin de semana mi mamá había querido pegárselas de maestra repostera, podías llevar un bizcohcito, pero eso sucedía a la muerte de un obispo.
Si pues, mi mamá nunca destacó en sus habilidades en la cocina, hasta hace poco más de un año en que tuvo que ingresar de manera obligatoria al mundo culinario y aprendió, tanto que ahora le hace la competencia a mi papá, que siempre destacó por sus habilidades entre sartenes y cucharones. Si mi papá prepara una causa rellena, lasagna, asado y lomo al jugo para alquilar balcones, mi mamá cocina un arroz con pollo, escabeche y carapulcra que no es buena, es buenísima. Hasta ahora no me decido quien prepara la mejor papa a la huancaína, y se me ocurre que un día podemos hacer un concurso, en el que saldríamos ganando los comensales que aman ese plato, tanto como yo.
A pesar de trabajar de 9 de la mañana a 6 de la tarde, y unas horas más en una época en que la oficina de mi mamá era gobernada por un mequetrefe, poco seso, negrero y encima fujimorista, o sea un asco de gente, que ni si quiera debería ser llamado persona, mi mamá lavaba, planchaba, limpiaba la casa, revisaba tareas, y un largo etcétera, porque las tareas de un ama de casa nunca se acaban.
Ese ejemplo nos ha hecho, a mis hermanas y a mi, mujeres con valores, con puntos de vista críticos, trabajadoras y que agradecerán de rodillas el día que aparezca una máquina de lave, seque, planche y te entregue la ropa bien dobladita. Y así como mi mamá, hay cientos de mujeres que hoy en día salen a trabajar, porque el costo de la vida sube, aunque el precio del pollo ha bajado, y hay deberes ineludibles que vienen con el rótulo de mamá. Uno de ellos es alimentar, educar, dar vivienda y una vida decorosa a los hijos.
Ya que estamos hablando de mi señora madre y sus virtudes, no puedo dejar de mencionar su excelente gusto musical, idéntico al mío. Algunos hijos llevan a sus mamis a escuchar a los mejores exponentes de la nueva ola o de las baladas en castellano, pero yo no. A mi mamá la hace feliz ir a ver a Mar de Copas, creo que uno de los mejores regalos que ha recibido en su vida fue la entrada para el concierto por los 20 años de Gianmarco, y está ahorrando para ir a ver a La Oreja de Van Gogh en junio. El hecho de compartir algunos gustos conmigo hace que tengamos temas de conversación. lo cual es importante, pues la única manera de entender a los hijos, es hablando con ellos.
Por escuchar mis discursos de protesta, por cambiar por primera vez los bolsos de moda por la pañalera y los casettes de The Beatles y We all Together por CD's de Mar de Copas y TK, por las horas de horas explicándome las tareas de computación, por las noche en vela cuidándome cuando me enfermaba, por darme y respetar mi espacio, por acompañarme cada vez que lo necesito y por demostrarme que cuando uno es madre lo que crece es el corazón ¡qué viva mi Má!
Yo se que no se necesita una fecha al año para decirle a una persona cuanto la quieres y cuanto ha influenciado para bien, o para mal, en tu vida, pero esos días en el calendario ayudan. Así que a celebrar a las mamis este domingo. Festejar a las abuelas, tías, hermanas, primas o amigas que son mamás y están cerca de nosotros también vale. Un feliz día a todas las mamás que educan, que crían y que soportan berrinches. En síntesis, que aman sin condiciones.
Canciones para decir ¡Qué viva mi Má!... Como lo dije líneas arriba, mi mamá es moderna y compartimos algunos gustos musicales, pero por esta única vez voy a poner a uno de sus favoritos, Emmanuel, cantando una canción de uno de mis favoritos, Gianmarco. Porque a pesar de los contratiempos, lo importante es siempre sentirse vivo
Y esta es una canción que me encanta y le pienso dedicar al hijo que algún día espero tener, o ponérsela como fondo musical y esperar que capte el mensaje para que no diga que tiene una mamá cursi. O sea, lo seré, pero no le voy a poner tan fácil la tarea de descubrirlo
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