Siempre nos quedará...
Fanáticos del cine o no, alguna vez hemos escuchado la frase que Humphrey Bogart le cuenta al personaje de Ingrid Bergman hacia el final de Casablanca, "Siempre nos quedará París". Si conocen la película, sabrán que él hacía referencia a la historia de amor que ellos protagonizan en esa ciudad, la más romántica del mundo. Por qué no preguntarnos, tras un naufragio emocional, ¿con qué vale la pena quedarnos?
Quédate con el rumor de esas conversaciones intensas, sentidas, corazón en mano. Esas idas y vueltas sobre la misma idea, de por que no estar juntos, por qué seguir, por qué nos queremos tanto, por qué queremos compartir una serie de experiencias y dejar que la vida nos arrastre, pero de la mano, sin perdernos, dejando huella juntos, porque sólo así vale la pena que las cosas fluyan. Quédate con las conclusiones a las que llegaron, con los puntos en los que jamás se pusieron de acuerdo, las cosas en las que fuiste flexible, aquellas en las que no cediste por nada, y nunca lo harás, o eso crees.
Quédate con esos detalles mínimos, tuyos y de él, esos sms de buenos días, o dulces sueños, o suerte en tu examen, reunión, entrevista de trabajo. Ese saludo de mesario que llegó tarde, esas rosas rojas que te sorprendieron cuando volviste a casa después de vacaciones, esa cena romántica, sin ningún motivo especial, solo porque estaban juntos y eso era digno de celebrarse. Esas largas caminatas que tanto disfrutabas, esos brindis en un diferente bar cada vez que les provocaba, esos paseos sin destino fijo. Quédate con las sospechas de la persona en quien te transformas cuando te enamoras, una mujer más detallista, más sensible, algo más romántica, menos egocéntrica.
Quédate con las lecciones que te dejó cada discusión, cada pelea, cada riña, cada decepción, cada lágrima derramada que ahora te parece tonta, o con más razón que antes. Reniega de tu suerte lo estrictamente necesario, 24 horas y ni un minuto más, manda al diablo al mundo, a los hombres y al estúpido Cupido tanto como quieras, mejor si es en buena compañía, no lo odies, por más cínico, jugador o vulgar que sea, simplemente trátalo como lo que es, materia pasada. Quédate con la moraleja que te deja cada sin sabor y recuerda que los malos ratos son para eso, para aprender, crecer y madurar.
Quédate con las canciones que conformaron su soundtrack personal. La canción que estaba de moda cuando se conocieron, la primera salsa que bailaron, esa balada que tanto te gustaba, esa tonada que en tu vida habías escuchado, pero a él le afanaba un montón. Después de romper palitos, vas a odiar cada una de estas canciones, y vas a detestar a todas las estaciones de radio que se ponen de acuerdo para transmitirlas de 10 a 20 veces diariamente, hasta que un día ya no duele, ya lo asumes, ya no cambias de dial desesperadamente. Quédate con la idea que esas canciones, de repente esa que ahora estás escuchando, forman parte de tu historia, de un momento feliz de tu vida, pero no el más feliz, porque ese es ahora, o está por venir, nunca se sabe.
Quédate con eso que admirabas de él, sea lo que te encandiló, lo que descubriste, lo que perdió en el camino, o lo que conservó hasta el final de la relación. Pero lo que le hacía mejor persona, o sea no vale su maestría a la hora de menitr o su ingenio para sacarte la vuelta sin que sospecharas nada. Rescata lo bueno que tenía, vamos, algo bueno debía tener ¿no? Probablemente sea algo que no tengas, pero desees, quítale el truco y aplícalo a tu vida, aduéñate de esa cualidad. Quédate con eso que te sume, que te haga mejor persona, que te permita volver a empezar sabiendo que haz avanzado y que vas por más, que vas con y por todo.
Quédate con esas instantáneas que nunca se tomaron, esas postales que nunca compraron, todos esos instantes kodak que se quedaron en tu cabeza. No los veas todos los días y a cada momento, primero guárdalos bajo siete llaves, olvídalos mientras dure el proceso de duelo, sin querer y sin que los llames regresarán a tu mente y ya no te provocará nada verlos, solo una sonrisa. Quédate con esos recuerdos bonitos, para que sean testigos de que has amado, has vivido, has sentido, has aprendido y lo volverás a hacer, ya sabes lo que se siente, y a pesar de lo desastrozo que pueda haber sido el final, que bonito haber vivido en una relación, etapa por etapa.
A los personajes de Bogart y Bergman les quedó París, como decía al inicio del post. Carrie Bradshaw dice que siempre le quedará Manhattan, y a nosotros nos queda Lima, o esa ciudad que fue la escenografía, de nuestra historia. Una historia que sea perfecta o no, con puntos de quiebre o sin ellos, con sus momentos buenos y malos, con espacio pero sin tiempo preciso, es nuestra y eso es lo importante, es lo que la hace única, es lo que le da derecho a ocupar un lugar, en el pasado, sea reciente o quede a años luz de donde estemos ahora.
Precisamente, al ser nuestra historia, narra un poco de las personas que éramos, que somos, que podemos volver a ser. Por eso es importante rescatar pasajes, momentos, escenas, melodías, lugares que nos remontan a momentos que, lindos o trágicos, nos ayudaron a crecer, a madurar, a repetir la moraleja, a sonreír, a suspirar. Así hayas estado con un mal nacido, tras un crack no hay lugar para el odio, pero si para el olvido. Quédate con lo que vale la pena, a las escenas desgarradoras arráncales la lección y luego mándalas a volar.
Canción para guardar nuestra historia...Repito, rescatemos los momentos que valen la pena, que nos hicieron sonreír, que nos llevan a un instante de nuestra vida que fue disfrutado en intensidad. Lo que no vale la pena dejalo volar, déjalo pasar, como cuenta esta canción que tanto me gusta
El domingo recibí con la misma conmoción que sintió medio planeta la noticia de la muerte de Juan Gabriel. A los 9 años, antes de mi emancipación musical, él era de mis favoritos, y sus canciones me traen a la cabeza a todo el familión, papás, tíos, abuelos, tíos abuelos y primos celebrando cualquier fecha, porque así somos. De todas sus canciones yo me quedo con esta, y con esta versión Mientras alguien escucha a Juan Gabriel, él seguirá vivo... Así sea
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