Huída al sol

Escápate conmigo, solo una vez, solo unas horas, solo porque si, porque yo te lo pido, porque quiero que te la juegues por mi, así como alguna vez yo me la jugué por ti. Manda todo al diablo, y escápate conmigo, ven al cielo conmigo, huyamos hacia el sol.


Abre un paréntesis para escribirlo juntos. ¿No recuerdas aquella vez que me pediste lo mismo? Al inicio la idea era por poco descabellada, luego, mientras más me tentaba, más te decía que no, por llevarte la contra y por tratar de guardar la compostura y la sensatez, esa misma que me terminé de quitar cuando faltaban pretextos para irme, y me sobraban las emociones para quedarme, solo una vez, solo un rato más contigo. No me arrepiento, contigo nunca me arrepentía. Escribimos una anécdota más, hicimos una travesura,  como quien no quería la cosa, pero la queríamos, la armamos, la hicimos. Ahora te pido lo mismo, huye al sol conmigo.

Acomoda tu horario al mío y regálame una hora, o dos.  Yo lo hacía, y aunque al principio me mortificaba, me hacía un drama y todo un lío, con el correr del tiempo me acostumbré, y ya era típico desbaratar algún plan cuando tú aparecías. No debería decírtelo, pero se sobre entiende que eras una de mis prioridades, así de grande fue el cariño que te tuve. No te voy a perseguir, nunca lo hice, pero dejaba que tú lo hicieras y me encantaba, el deseo más grande del ser humano es ser deseado me dijeron, y lo comprobé contigo. No te hagas de rogar y huye al sol conmigo.

Me pediste que no me perdiera y yo te dije que era fácil encontrarme. Por eso te envié un mensaje, jamás pensé que me ibas a responder con una llamada y me ibas a hacer desconectarme del mundo por cerca de una hora, cosa que hace mucho no hacías, sin entramparnos en interrogatorios sin respuesta, sin berrinches, ni reproches. Y te mantienes esperando el momento para reaparecer y después olvidarte de mi existencia. Cuando la espera me aburra te voy a decir sin tanta vuelta huye al sol conmigo.



Se espontáneo, inventa tiempo y compártelo conmigo. Eso pasó la primera vez que salimos, y convertimos un día cualquiera, una hora de almuerzo común y silvestre en nuestra primera cita, contándonos en resumidas cuentas y a la velocidad de la luz nuestras vidas, no tuvimos tiempo para encontrar coincidencias y sorprendernos con ellas, lo único cierto es que volví a la oficina convencida de que podríamos ser algo más que amigos, que lo íbamos a ser, que era cuestión de tiempo. Tres semanas después ya éramos enamorados, un año y algunos meses después todo se acabó. A veces imagino que esos logros mínimos, tú los celebrarías conmigo, por eso te suelto la premisa, huye al sol conmigo.

Continuemos lo que teníamos como jugando. Tal como lo empezamos, aunque siendo sinceros, fue un jueguito, una broma, una tontera que se me escapó de las manos, y no te voy a negar que me encantó que así fuera, que las cosas se dieran sin pensar tanto, sin planearlas, sólo porque si, porque las condiciones estaban dadas y las reglas eran recontra claras. Creo que te gustó a ti también, por eso hicimos costumbre vernos cada fin de semana, nos hicimos más cercanos, nos empezamos a telefonear interdiariamente, estábamos disfrutando el momento. ¿Y si lo repetimos solo una vez? Se un poco flexible, solo un poco y huye al sol conmigo.

Ese lugar llamado conmigo misma landia, es un buen sitio para poner las ideas en orden. Por eso me gusta escaparme con mi sombra, a veces solo a pasear, a caminar, o a veces a miles de kilómetros de mi casa, de mi espacio, de mi calle, de mi Lima, para ver las cosas en frío y en distancia, y re ordenar mi mundo, o mejor dicho, ese lugar de espacio restringido en mi mundo, ese que solo yo conozco, y de memoria. He determinado hacerlo más a menudo, como hace un par de meses, armarme de valor y de presupuesto, tomar la decisión y decirle a mi sombra, huye al sol conmigo.



Circunstancias diferentes, personas diferentes, con las que alguna vez me escapé al sol, o les permití compartir me medio cielo, que en estos momentos se ha reducido a mi cama, mi televisión, una jarra con agua y una manta para el frío. Viajar es saludable, es una buena costumbre, es algo que pienso hacer más a menudo, aunque me gustaría volverlo cotidiano, por el momento a solas, pero llegará el momento que lo haga de la mano de alguien, o eso anhelo, e imagino que será distinto, porque la vida de a dos es otro mundo, porque así es más fácil llegar al sol.

Canción para huír al sol... Y es la que titula el post de esta semana. Es parte de la banda sonora de la tantas veces nombrada serie Nuestra Historia, y valgan verdades, me enamoró a primer oído. A veces es bueno recordar y reconocer quienes somos, y con esa certeza huír al sol



Si vamos a escapar al sol, debemos llevar todo lo necesario. Un reproductor con canciones imprescindibles, el celular y el cargador, gafas, bloqueador y claro, unos zapatos para caminar bajo el sol


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