Siempre no, muchas gracias

Digamos que un chico apareció, o reapareció, en tu mundo. Digamos que tiene un no se qué, o bien que lo sabes, que te atrae un montón. Digamos que te acercas a él en puntas de pie, y después de tener una conversación, más o menos decente con él te das cuenta de que no hay click, al menos no de parte de él. Digamos que piensas que es cosa de tiempo. Digamos que pasa el tiempo y no pasa nada de nada, por parte de él, nuevamente. Digamos que le tienes que dar la bienvenida más cálida posible al rechazo.


Todos hemos experimentado la sensación de rechazo en algún momento de nuestra vida, desde los amiguitos que no querían ni jugar, ni compartir sus crayolas con nosotros en el nido, hasta este chico, al que ni le va, ni le viene tu presencia y ausencia. Y no es que se mantenga alejado de ti, como si tuvieras lepra, gripe porcina, o alguna enfermedad exótica que se contagia con solo compartir el mismo ambiente, simplemente no siente lo que tú, y lo sabes, lo presientes, lo intuyes, y sientes más que el rechazo, la indiferencia.
En una situación ideal,  asumiríamos las cosas como son, entenderíamos que el amor, así como todos los sentimientos, no se fuerzan, y a otra cosa mariposa, pero como el mundo no es ni ideal, ni perfecto, nos ponemos tercas, pensando que no hay peor intento que el que no se hace. Entonces, nos alucinamos la versión femenina del Inspector Truqini y empezamos a stalkear al sujeto de deseo con el único objetivo de conocer sus gustos e involucrarnos con ellos.

Invertimos tiempo, energías y hasta dinero para atraer su atención, aunque sea un poco, pero nada de nada. Tratamos de hacernos extrañar, alejándonos lo estrictamente necesario, y ni así. Entonces aceptamos, después de n intentos que él no está interesado, y tampoco lo estará. Duele solo un poco, porque total, el chico en mención parecía un buen prospecto, pero nunca fue nada nuestro, pero si fastidia y frustra un poco, aunque pensándolo bien, preferimos ser neutras e invisibles para él, antes de ser enviadas a la friendzone.


Aunque parezca ocioso, es preciso definir que es la friendzone. Es esa zona en donde se acumulan todos los amigos que siempre, siempre siempre serán eso, nunca llegarán a pareja, o prospecto, por más que se esmeren, se traten de hacer notar, o tengan todas las atenciones del mundo. ¿Por qué no tienen opción por mas que se desdoblen en mimos? Porque hay algo que no nos convence, porque jamás nos llamaron la atención, porque ahí no más. 

Es una zona incómoda porque al ser amigos, eres espectadora de primera fila de sus idas y venidas con esa chica que él quiere, prefiere y, espera, jamás enviará al banquillo de los amigos, en donde tú estás sentada. Además te cuenta a dónde van, qué planean, cuánto se extrañan cuando no están juntos y, como si fuera poco, te pide consejo cuando se pelean, o tu opinión sobre el regalo con el que piensan sorprenderla antes de caerle. ¿Es cruel de parte del chico esta que jamás se fijó en ti? No, porque después de todo su eres su amiga y siempre, siempre, siempre lo serás.

Lo que es cruel, es el otro lado de la moneda. Sucede que conoces a otro chico y a ti no te entusiasma demasiado, pero parece que tú a él si, y no es algo que esté en tu imaginación, porque todas tus amigas notan que hace de todo por llamar tu atención, porque lo consideres, porque lo mires con otros ojos. Finalmente consideras que no es tan mala idea darle una opción, salir con él, coquetearle alguito, aceptar sus comentarios zalameros, porque tu estás soltera y transitar por el mundo en buena compañía nunca está de más.

Hasta que un día, todo cambia. Te cancela de buenas a primeras, no te busca más, no te llama más, desaparece, y cuando pides una explicación él te dice siempre no, muchas gracias, la manera más cortés de decir ya fuiste. ¿Por qué? No tengo una teoría universal y coherente, sin embargo he tanteado uno que otro argumento. Puede ser que mientras coqueteaba contigo y decía que eras la mujer que toda su vida había estado esperando apareció otra a la que la palabrea igualito y lo entusiasma el doble. Puede ser que ese es su deporte, coleccionar chicas que presten atenciones, oídos y miradas a sus difuerzos. Puede ser que pierde el interés, justo en el momento en que una mujer le da bola. Puede ser que su cerebro sea una bolsa de agua tibia que almacene un frijolito que jamás germinó. Puede ser que él sea una digna muestra de que hombres imbéciles hay por todas partes, lamentablemente.

    

Es mucho más sencillo y sano decir no va de entrada. Darnos cuenta de que a ese pata no lo entusiasmamos, ni lo haremos y cambiar de página, con la cabeza en alto y respirando fuerte, sin disfruerzos, sin noches de insomnio, sin llanto desconsolado. Lo que fue no será, y punto. También sería mejor si el sujetillo ese que te metió letra y no paró hasta que hiciste costumbre saludarlo y salir con él, hubiese sido sensato desde el inicio, enviándote señales re claras de que solo quería entretenerse contigo para ahorrarte tiempo y energías, aunque más de una debe pensar que eso es algo que solo ocurre en el país de las maravillas, o es pedirle peras al olmo. 

Yo tengo fe ciega y creo que aún hay hombre buenos y francos, que lo son sin publicitarse así, porque lo demuestra su trato, su manera de ser y sus comentarios, que por ahí van a pecar de desatinados, la perfección no existe. El detalle es si algún día los encontraremos, o ellos nos encuentren a nosotros. Eso de la búsqueda es algo en lo que no creo, yo espero que algún día se crucen las almas, y para que eso llegue se necesita paciencia y fe. Creo que tengo cuotas justas de ambas actitudes. Creo.

Canción para evitar la zona de amigos... O aceptar con dignidad y mucho orgullo ese siempre no, muchas gracias que llegó cuando menos te lo esperabas. En esos casos, es decir cuando haces malabares y te alejas antes de ser friendzonizada, o cuando te cancelan de buenas a primeras, lo mejor es llenar la cabeza de alguna buena canción, si es clásica mejor, como esta



Y otra canción que siempre tiene la potestad de arrancarme una sonrisa y es materia común corearla voz en cuello cuando la escucho en la radio, y sonreír más al recordar que la escuché en vivo el año pasado cuatro días después es esta, la que me recuerda que mi forma de ser puede volver loco a más de uno


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