El regalo no prometido

Me encanta la onda navideña, y aunque proclamo que es tiempo para abrazar y recordar a quienes nos importan cuanto los queremos y compartir con ellos, mi lado consumista no puede con su genio, por eso una de mis actividades favoritas pre navideñas es salir a las calles y comprar regalos. Una sonrisa agradecida o un gesto gratamente sorprendido es mi mejor recompensa.

Lo mejor que se me ocurre hacer en esa semana que separa a la Navidad del Año Nuevo es ponerle pausa a la película, descansar sin tantas cosas en la cabeza y recargarme para empezar el año como debe ser, con buena actitud y no con la lengua afuera. Lastimosamente eso no ocurre siempre, esta historia empieza justo en una jornada laboral post Navidad y pre Año Nuevo. O tal vez un poco antes.

Si, dos o tres semanas antes nos habíamos encontrado, la habíamos pasado bien y antes de despedirnos me dijiste nos vemos antes de Navidad, yo respondí ¿entonces no te deseo feliz navidad aún? Tú reíste y me dijiste aún no. Por esas cosas que pasan, y a nosotros siempre nos pasaban, no cumplimos ese compromiso, y me llamaste dos días después del festejo, justo ese día en que estaba trabajando y solo pensaba en a qué hora podía irme a mi casa. Estaba en medio de una aburrida reunión cuando apareció tu nombre en mi celular y acordamos vernos al día siguiente, en la mañana, como para un desayunito post navideño. En el resto de la reunión solo pensaba en que nos íbamos a encontrar muy pronto, eso me puso de buen ánimo y me desconectó del mundo.

Al fin llegó la hora de regresar a casa y yo repasaba mentalmente mi closet pensando que me podía poner para ese desayuno prometido. Si, así de ansiosa me ponías. Camino a casa pasé por una tienda y un detalle llamó mi atención, tanto que caminé en reversa y fui directo hacia ese cojín con la cara de tu héroe de ficción favorito. Lo compré sin titubear, ni regatear, y también compré una bolsita con dibujos del súper héroe para entregarte el regalo con todas las de la ley.

En casa veía el cojín y lo volvía a ver y recordaba que mi primer descubrimiento sobre ti fue ese personaje. Recuerdo que me mostraste tu llavero, un montón de muñecos que tu papá te enviaba porque también sabía que te encantaba y tu desesperación porque estrenen ya ya la secuela de la película. Pensabas que me iba a espantar al conocer ese lado niño que me mostrabas en el primer encuentro. En ese momento me daba igual, con el tiempo le cogí mucho cariño, era una de las cosas que mas me gustaban de ti.



A la mañana siguiente desperté temprano, me puse guapa para ti, como siempre lo hacía cuando iba a verte, cogí el regalo, mi bolso y fui a tu encuentro. Tan buena es mi memoria que recuerdo que me llamaste, no sé si porque estaba tarde o aún no llegabas a casa, sea cual fuere el caso todo conspiró para que esa mañana sea perfecta, larga y nuestra. Llegué a tu departamento con el regalo en las manos, lo miraste sorprendido y preguntaste ¿para mi? Te vi, te sonreí, te dije si, Feliz Navidad. No salías de tu asombro, y sacaste el cojín de la bolsa, lo veías sorprendido ¡manya! dijiste. Yo sabía que ibas a decir eso. Lo que no esperaba es que te pusieras como un niño, un niño emocionado que no paraba de agradecer. Tu sonrisa y tu reacción fue mi mejor regalo. Yo te había sorprendido, tú me habías recompensado de la mejor manera.

Nos besamos y no paraste de besarme en toda la mañana. Me llevaste al cuarto donde tenías la TV y me preguntaste por mi gusto por un par de bandas locales, yo te contesté que si, que me vacilaban un montón. Buscaste entre tus discos los CD de ellos, grupos que te daban igual, y si tenías sus grabaciones era más por chamba que por otra cosa. Me los entregaste y me dijiste Feliz Navidad para ti también. No brinqué de la emoción, pero te agradecí. Creo que no esperabas más de mi, para ti siempre fui parca. Trataba de ser moderada y a veces pecaba de fría. Si, se me pasaba la mano.

Conversamos algo, como siempre lo hacíamos cuando estábamos juntos, y veíamos televisión nacional solo para burlarnos de los conductores y matarnos de la risa con sus metidas de pata. Siempre supiste sacar mi lado más sarcástico, ese que yo pensé que no tenía. De pronto, en uno de esos programas presentaron la versión salsa de un vals que me gusta mucho: de qué diablos estoy hecha si solo soy feliz si estoy contigo. Experimenté un grado de identificación muy alto, era escuchar mi historia, sentir que eso me pasaba contigo y caí en seco al comprobar que nada era tan real como creía. Tú me besaste de nuevo y desbarataste todos mis pensamientos en una. Ese era tu otro don, hacer que me olvide de todo con solo besarme.


Hasta que llegó el momento de volver a nuestras realidades, a los dos nos esperaban mas reuniones de trabajo. Antes de irme dejé los dos discos que me regalaste en tu escritorio y al lado una nota: que este sea un pretexto para volvernos a ver, haciendo alusión a esas excusas que encontrabas o inventabas para vernos y con el tiempo ya no necesitábamos más, porque se nos hizo costumbre, porque queríamos y con eso bastaba. Nos enviábamos mensajes, nos llamábamos, nos encontrábamos y siempre, siempre nos besábamos.

Esa mañana no fue la excepción. Nos despedimos en la esquina de una callecita silenciosa y cada uno siguió su rumbo. Sabía que iban a pasar al menos dos semanas para volver a verte. No recuerdo si acerté o no, solo me acuerdo que si nos volvimos a ver, pero no por lo discos, solo porque queríamos y la verdad, yo moría por verte siempre, porque rompas mi inercia, porque aparezcan tus ganas de verme y desataras una persecución si te decía hoy no puedo. Esa persecución que nunca me hostigó, por el contrario me daba permiso para imaginar que tú también te morías por volver a verme.

Ese cojín, esos discos que jamás llegaron a mi casa y esos retazos de una mañana de diciembre son uno de los tantos motivos por lo que tienes un lugar en mi corazón y en mi memoria, porque como dice Nina Mutal: lo que fue no será, y nosotros hace rato ya fuimos.

Canción para recordar un intercambio de regalos en una mañana de diciembre... Esta es una de las tantas canciones que se puso de moda durante nuestra no - relación y una de las muchas que me remiten a ti, porque me contaron que era sobre una relación que se acababa, y yo estaba segura que en algún momento íbamos a ponerle punto a la palabra fin



Esta canción estaba en uno de los CDs que me regalaste y yo jamás recogí, y ahora que lo pienso eso estuvo doblemente mal. Por un lado te hice un desaire sin querer, por otro lado ya no necesitábamos pretextos. Y si quieres encontrar otra razón, me privé de escuchar esta canción una y otra vez (en ese momento el youtube y spotify no era popular y bajar una canción ponía en riesgo la salubridad de tu pc)




   

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