Dueñas y soberanas
Por décadas, las mujeres han luchado por conquistar esos derechos que le corresponden, pero parece que la sociedad no lo termina de entender. En esas seguimos muchas mujeres como yo, que sabemos que la inequidad de género es una constante, y que la gente lejos de trabajar para erradicarla, la disimula, la esconde, la asolapa. Por suerte se cuentan por miles las que sabemos que nuestro destino y nuestro futuro depende de lo que venimos haciendo desde ayer.
Algunos sectores de la sociedad poco a poco van cediendo y es que no se puede ser indiferente ante las cifras de feminicidio, que van en aumento. No podemos quedarnos de brazos cruzados porque un hombre maltrata a una mujer, sin importar si es su esposo, hijo, hermano, jefe o un policía cualquiera. Esa sujeto al levantarle la mano a una mujer, deja de ser persona para convertirse en un reverendo maricón. No podemos hacernos los locos y parece que el Estado al fin lo entiende con una ley que sanciona la violencia doméstica como debe ser, con castigos ejemplares. Si, no voy a ser ilusa, por eso he dicho que parece que al fin se va a hacer algo.
Sin embargo, hay un grupo de ultra conservadores que se quedaron en el año 0 y tienen pensamientos bien retrógradas y estúpidos, en pro de entrar todos juntitos a la máquina de tiempo y regresar tres siglos atrás, tiempo en que las mujeres solo servíamos para procrear, sin ninguna clase de derecho, ni a progresar, ni a opinar, ni a hacer lo que se nos venga en gana. Son esos sectores los que impiden que se difunda, se informe y se hable en voz alta de temas que nos importan a todos.
Esos sectores también impiden que comprendamos que hoy, en pleno siglo XXI, las mujeres tenemos opinión propia; tenemos derecho de hacer y deshacer sobre nuestro cuerpo, que es de su dueña y de nadie más; tenemos la oportunidad de progresar en la vida y trabajar en lo que se nos antoje; tenemos la opción de postergar o tachar de plano la maternidad, ya no nos realizamos al ser madres. Todos esos derechos vienen de la mano de un deber, el de abrir la mente y entendernos completas, el de conocer nuestros derechos y hacerlos valer, el de no cansarnos de exigir equidad, el de no quedarnos calladas.
Temas en los que estamos involucrados las mujeres hay muchos, pero quiero hacer énfasis en dos y hacer uso pleno de mi derecho de libre expresión. Es mi mundo, digo lo que pienso y sin miedo. El primero es el de la ley del aborto terapéutico en caso de violación. Obvio, el derecho a la vida es inherente al ser humano y se debe defender. Si una niña de 14 años se quiso hacer la grandaza y meterse a cosa de adultos con su enamoradito sin tener ni media precaución, debe asumir las consecuencias. Con eso no tengo problema. Pero si esa niña de 14 años sufre una violación, en donde un mal nacido le arrebató el derecho de hacer con su cuerpo lo que le provoque, ¿debe asumir un embarazo que no estaba ni de broma en sus planes inmediatos?
Ese bebe no tiene la culpa de ser producto de una aberración (eso es la violación, ni más, ni menos), pero la víctima tampoco tiene la culpa de haber sufrido una experiencia traumática, y no tiene por qué recordarla escena por escena cada minuto de los siguientes nueve meses, en los que su cuerpo va a transformarse, y lejos de causarle emoción llevar una vida a cuestas, le va a causar odio, miedo, vergüenza, rabia. De otro lado, esa mujer tiene la opción de llevar a su hijo (ese mismo que nunca deseó y nace con eso en su subconciente) a una casa hogar, en la cual tendrá la oportunidad de encontrar otro hogar. Una oportunidad mínima, porque el Estado, el mismo que la obligó a llevar a su hijo nueve meses o morir por una mala praxis médica, pone millones de trabas a las parejas que desean adoptar. O sea, condena a un niño a crecer solo, sin el afecto que solo sabe dar una madre o caer en las peores manos, haciendo que las cifras de agresiones a menores, trata y vandalismo crezcan alegremente. Así de mal están las cosas y no exagero.
Ya sé, mas de uno se debe estar rasgando las vestiduras, rezando por mi alma podrida y por supuesto, publicando ejemplos de los maravillosos casos de niños que fueron producto de una violación y ahora son felices, prósperos y cuentan su ejemplo por el mundo. Bacán. Lo respeto, pero les pido que busquen y publiquen al menos un caso de todo lo contrario. Mostrar los dos lados de un mismo caso se llama imparcialidad, y de eso se trata informar, porque esa es la finalidad de difundir información a favor o en contra de un proyecto de ley que fue archivado por decisión de un grupo de ineptos, a imagen y semejanza del caso de la unión civil.
La mujer tiene derecho a decidir si quiere tener el hijo producto de una violación o no, por lo tanto debe contar con todas las facilidades para abortar, pero únicamente en caso de violación, o si su vida corre riesgo, No es imponer, es simplemente brindar la oportunidad de elegir y determinar qué hacer con su cuerpo, con su vida y con todo lo que ocurra en adelante. Somos dueñas y soberanas de nuestro cuerpo, y en casos como este, las circunstancias (esas mismas a las que admito, trato de acoplarme) no deben determinar nuestro destino. La maternidad debe ser una opción, no una imposición.
Por esa onda va el caso de las esterilizaciones forzadas. Que se necesitan políticas drásticas para reducir la pobreza, el hambre y cumplir con los objetivos de desarrollo planteados por la ONU, eso es verdad. Pero ¿es válido secuestrar a una mujer, someterla a una operación de la cual no está ni enterada, con las condiciones salubres mínimas y ahora hacer pasar eso por una política de planificación familiar? No pues, eso no es una política de estado ni nada que se asemeje a ello. Algo rescatable hace el actual gobierno al tomar en cuenta el caso y empadronar a las víctimas. Más allá de pagarles una reparación, la idea es que esta atrocidad no se repita.
Una política de planificación familiar empieza por informar y difundir todos los métodos anticonceptivos, sin filtros. Todos tienen fundamento científico, todos son válidos. También brindar la posibilidad de acceder al método elegido y asegurar que siempre se podrá acceder a este. Plantear la sostenibilidad de una política es lo que nos falta, porque muchas autoridades no tienen ni idea de lo que es mantener una acertada acción, sin la necesidad de perpetuarse en el poder. Aquí la mujer puede elegir sobre su cuerpo, sobre su familia, sobre su progreso.
¿Se pudo decidir en una esterilización forzada? No, porque la mujer iba contra su voluntad a someterse a una operación de la cual no sabía. Eso se llama violación de derechos y se debe pagar con cárcel. Pero en China era orden tener un solo hijo, caso contrario había una penalidad, y así han reducido la pobreza y el hambre, dirán algunos. Si, respondo, pero ya se han dado cuenta de la barbaridad que hacían y ahora ya le dan a su pueblo la oportunidad de decidir cuantos hijos tener.
Insisto en que somos dueñas y soberanas de nuestro cuerpo, y en que es bien fácil opinar desde afuera de casos así. Y a mi también me desespera escuchar a mujeres que no quieren cuidarse porque los hijos los manda Dios, y utilizar métodos anticonceptivos es pecado, o causan cáncer, o tontera y media. Pero hasta esa bruta, porque lo es, es un ser humano, es una mujer, es libre y tiene derecho a tomar sus propias decisiones. Así estas sean erradas.
Los casos aquí expuestos, y que me preocupan como ciudadana libre que puede dar una opinión pensada y sopesada de lo que considera prioritario, son una forma de violencia contra la mujer. Si, las mujeres que no pueden acceder a un aborto en caso de violación o que fueron esterilizadas a la mala, son tan víctimas como la mujer que recibe a diario golpizas del padre de sus hijos; de la mujer que tiene al lado a un infiel que se justifica diciéndole que ella no le sabe cumplir; de la mujer que no es escuchada, ni tomada en cuenta en su trabajo por tener XX en su composición genética; de la mujer que ve en primera fila como su padre maltrata a su madre y asume que así es la vida; de la mujer abandonada que tiene que hacer malabar y medio para ver que a sus hijos no les falta, o se ve obligada a trabajar al lado de ellos; de la mujer que es víctima del acoso callejero y no lo sabe.
Otra vez estamos frente al día de la no violencia de género (porque también deben hacer hombres maltratados por ahí), pero un día no basta. Un año tampoco. Necesitamos recordar perennemente, cada día de nuestras vidas que es nuestro derecho exigir mejores políticas de salud reproductiva, un trato equitativo a nivel académico y laboral, rechazar las discriminaciones de cualquier tipo y por supuesto, trabajar sin descanso por erradicar la violencia doméstica demandando condenas ejemplares y rompiendo el silencio.
Si, es un chambón, pero si nos hacemos las locas, ¿quién podrá defendernos? Acá no hay Chapulín Colorado, porque la violencia no es ficitica. Nos toca reclamar, reclamar y reclamar, para que por lo menos de aburrido el Estado tome en cuenta lo que tanto exigimos: Justicia.
Canción para sentirse orgullosa de ser mujer... Y para que ellos entiendan que no somos ni más, ni menos, somos iguales, de eso se trata el feminismo. Luchar porque otros lo entiendan nos hace más y más fuertes
Este spot sobre la violencia de género busca crear conciencia, porque si te quieren, que te quieran bonito. El punto de partida para erradicar la agresión es olvidarse del miedo, porque la violencia es un círculo que se rompe, si se rompe el silencio. Esa es la salida.
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