Traductor mujeres - español

Muchas veces hemos tratado de descifrar ese extraño universo llamado pensamiento masculino. Ellos son complicados, pero nosotras también. Así que por qué no tratamos de vernos en un espejo y darles pistas a ellos para que nos comprendan alguito y a futuro, la comunicación sea más clara y fluída.



Ese que dijo que las mujeres somos de Venus y los hombres de Marte (¿o era al revés?) no estaba tan equivocado, pues mientras ustedes queridos lectores del género masculino son claros y directos, o al menos tratan de serlo, nosotras somos algo más complicadas. Por eso mismo, cuando les pedimos una opinión sobre como nos vemos, no estamos esperando una respuesta honesta, ni que nos digan simplemente bien, porque como nosotras siempre buscamos la perfección, a pesar de que sabemos que no existe, queremos vernos espectaculares. Por lo tanto, esperamos escuchar eso, así no lo piensen.

Ahora que si quieren ganarse una pelea de proporciones no estimables y un berrinche de horas con argumentos del tipo seguro me vas a dejar porque estoy gorda, claro ahora piensas que eres mucho para mi o siempre has pensado que soy fea, sugieran a la dama en mención que se cambie. En temas de imagen no queremos opiniones, queremos infladas de ego, porque total una mentirita piadosa no le hace daño a nadie.

Jamás pierdan de vista que nosotras estamos programadas para contestar nada ante la pregunta qué te pasa. Obviamente esa no es la verdad, nos pasa de todo. Y lo mismo ocurre si contestamos nada a la pregunta en qué estas pensando. Nosotras jamás de los jamases pensamos en nada, esa capacidad es exclusiva de ustedes, queridos hombres. Pensamos, evaluamos, argumentamos, validamos y volvemos a pensar en todo, todo el tiempo, hasta cuando dormimos, y al despertar recordamos nuestro sueño y lo pensamos y repensamos todo el día, y si no soñamos, pensamos en por qué no soñamos también.

Por eso, cuando una mujer diga que está pensando en nada, agárrense porque algo han hecho. De aquí se desprende otra lección ya contada, las entre líneas, y en eso nadie nos gana. Nosotras amamos la semiótica, nos encanta interpretar palabras, miradas, gestos, sonidos, movimientos, porque todo encierra algo, así esto haya sido involuntario. Sabemos que eso de leer entre líneas nos puede traer malos entendidos y tamaños problemas, pero no podemos evitarlo analizarlo todo. Nosotras somos algo más complejas y creemos que ustedes también, por eso queremos encontrar el truco, aunque algunas empezamos a sospechar que el misterio de los hombres es que no existe misterio. 


Otro dato importantísimo es el contexto. Dime en qué momento te lo dijo y te diré que quiso decir. Una frase tajante como no me busques más puede ser una respuesta en un arranque de cólera. En ese caso se puede interpretar como un no me llames en las próximas tres horas, tiempo en el que me desahogaré con mis amigas, contándoles lo inflexible e incomprensivo que eres, y después tú y yo conversaremos y tras una sentida disculpa de tu parte me olvidaré de la pataleta y volveremos a salir. Aquí no pasó nada. Y sobre mis amigas que ahora te odian, no te preocupes que yo misma limpiaré tu imagen diciéndoles que no solo me pediste disculpas y me compraste un helado para que todo volviera a la calma, sino que también me enviaste un enorme arreglo de rosas importadas y que ahora pareces otro, más atento, más cariñoso, más comprensivo, manteniendo eso hasta la próxima pelea.
Por el contrario, si tú sabes que eres medio canalla, le has sacado la vuelta y encima eres monse, por lo que ella te atrapó in fraganti, ese no me busques más si es tajante, definitivo, finito. Interprétalo como un vete al planeta de los desaparecidos, habitado por otros infieles babosos como tú y no vuelvas más, o arranca a Marte a afanar marcianas, o píntate un bosque y piérdete, siendo su abreviatura bórrate. Una misma frase cambia según el contexto, así somos nosotras, economizamos hasta las palabras.
El si y el no, es otro tema. Cuando nosotras queremos decir no, pero sin sonar tan aguafiestas, o ingratas, usamos el dubitativo no sé, ese mismo que te deja más dudas que certezas, el cual para nosotras es un no bonito. Ahora que eso de que si es no y viceversa, es una teoría pasada de moda. En pleno siglo XXI, conscientes de que la equidad de género es un trabajo diario, cuando decimos no, es no y no hay vuelta que darle, queremos comprensión, no argumentos que nos hagan cambiar de opinión, lo cual es muy poco probable.
Ahora creer en el feminismo no significa, bajo ninguna circunstancia de que no nos llamen la atención los chicos caballeros. Ya no se encuentran hombres que te cedan el asiento, te abran la puerta, te recojan el abrigo, fuera del periodo de conquista, porque no somos tontas y sabemos que en ese momento en que ustedes, hombres de todas partes del mundo, buscan atraernos hacen de todo, ¿o no? Portarse bonito no cuesta nada.
Somos complicadas, más que un jeroglífico egipcio, nos enredamos, nos decimos y desdecimos, y en el trayecto les complicamos la existencia a ustedes, chicos del planeta. La complejidad está en nuestro ADN, pero, no pierdan la fe, porque nosotras luchamos contra nuestros instintos para ser más claras y fáciles de comprender. ¿Qué falta para que llegue ese día en que pensamiento y palabras coincidan en el cerebro femenino? Generosidad de parte de nosotras, paciencia de ustedes y voluntad de todos.
Sin embargo, ¿no es parte de nuestro encanto el no ser tan directas? La última palabra la tienen ellos.
Canción para descifrarnos... Este intento de diccionario no está completo, porque hay tantas interpretaciones y códigos femeninos, como mujeres en el mundo. Para llegar al corazón y la cabeza de una mujer se necesita una enciclopedia y una hoja de ruta, un camino hasta ella

Nosotras podemos decir una cosa por otra, pero cuando queremos ser claras, exigimos claridad de parte de ustedes, no que nos digan lo que queremos escuchar, sino las cosas como son, aunque duelan. Las mentiras blancas están permitidas, pero a grandes confesiones, grandes y crudas verdades




    




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