Y dice que me quiere

Ya hemos hablado muchas veces que decirle a una persona que se le quiere es fácil, decirlo con sinceridad es bien complicado y demostrarlo, ya es otro cantar. Si no me quieres, y no te esmeras en demostrar lo contrario, pues tus muestras de des afecto son claras cual agua de manantial, no toques el tema. Como dicen por ahí, calladito te ves más bonito.


Los cumpleaños, aniversarios, días festivos y similares son ocasiones que utilizamos la mayoría de mortales para desearnos lo mejor y por ahí, decirnos cuánto nos queremos. Este año, no fue la excepción y en mi cumpleaños recibí saludos afectuosos, y muestras más palabras de cariño de mis familiares y amigos. Absolutamente todos fueron recibidos con el mayor de los ánimos. Todos menos uno.

Por la noche, mientras departía con mi familia, recibí varias llamadas, una en especial de un número desconocido. Era ni más, ni menos que el chiquillo que quiso refutar mi teoría de si me importa que usted sea menor que yo, y la hizo mutar a la teoría de si quieres caminar por el terreno de la inestabilidad emocional y lo incierto, enrédate con un chibolo. 

Cuando se identificó, pensé: "voy a dejar que me salude, total, ya que tuvo el gesto, no voy a ser malcriada". Le agradecí y con el tono más telenovelesco e impostado que haya escuchado en mi vida, me dijo "¿sabes una cosa? te quiero mucho". Yo usé todas mis fuerzas para reprimir la carcajada, o sea, mientras me endulzaba el oído, proclamaba a los cuatro vientos en todas sus redes sociales su amor por una chica, que debe estar igual de inestable que él, creyendo que yo no me iba a enterar, y me lo cuenta después de que la evidencia estaba en nuestras narices. Pero, de pronto me suelta de la manera más tragicómica posible, que me quiere.

Pensé dos cosas: O esto es una broma, de pésimo gusto debo decir, o el chibolo este cree que sufro de amnesia selectiva y que ya me olvidé de que hace varios meses atrás lo mandé de paseo al país de Nunca- más- quiero. saber- de- ti- landia, sin posibilidades de retorno. Pero no iba a admitir ni lo uno, ni lo otro, así que de la manera más honesta del mundo le dije, guarda ese discursito para tu "persona especial", esa chiquilla que si te cree todo lo que le dices, que seguro se desvive en gestos que recibes de buena gana, pero nunca devuelves, y de la que probablemente paseas de la mano orgullosísimo, porque es tu contemporánea y con suerte, tiene un coeficiente intelectual similar al tuyo, o sea equivalente al de un maní.


Inmediatamente le colgué el teléfono y parece que entendió mi disgusto porque no volvió a llamar. Pero tengo una pizca de fe, esa migajita que se resiste a morir, y quiero pensar que el chibolo al fin se dio cuenta de que ahora yo practico lo que proclamo y ya no recibo puro bla, bla, bla. Si me quieres dame señales sensatas y claras de que es así, caso contrario, vete no más, no te quiero ver, como canta Maricarmen Marín.

El chibolo que quiso refutar mi teoría y yo tuvimos una no - relación, envuelta en el rótulo de vamos a ver que pasa, sólo dejemos que esto fluya. Si, le dijo eso a la mujer que cuenta que en la adultez las cosas o son o no son, primer síntoma de que las cosas no iban bien, o mejor dicho iban a ninguna parte. Terca como solo yo sé serlo y tratando de que todo "fluyera" más rápido empecé a tener atenciones con él. A pesar de ello, él no tuvo ni medio gesto conmigo y no exagero. Por ejemplo, una vez le pedí que leyera el blog de Alicia Bisso, porque ella y yo estábamos casi casi en las mismas, para variar, y quería que entendiera como me sentía, pero parecía que le estaba pidiendo que entrar al callejón de las 7 puñaladas, o que caminara sobre brasas ardientes, mismo fakir.

Por eso me sentí aliviada, en paz y reconciliada conmigo misma cuando le dije que no le encontraba sentido a que me dijera "te quiero mucho" cuando él sabía perfectamente que no era verdad, y yo también. Una mentira deja de tener sentido cuando las dos partes saben que lo que dicen u oyen no es más que un cuento, una excusa, un palabreo para quedar bien, un libreto aprendido pero repetido tantas veces que ya no es creíble.

Hasta hace unos cuatro meses, ese "te quiero mucho" me hubiera emocionado, hubiese saltado hasta el techo, hubiese pintado una sonrisa gigante en mi cara y acto seguido le hubiera pedido que venga a casa, porque quería compartir ese día especial para mi con él. Pero las cosas han cambiado, ya no necesito más señales para saber que no lo quiero a mi lado. Antes le dedicaba una canción de Calamaro: soy el remedio sin receta y tu (pseudo) amor mi enfermedad: ahora lo recuerdo cuando escucho una de Ha Ash: y te pido perdón por haber esperado demasiado de un perdedor.
Todo lo contrario ocurrió al escuchar el "te quiero mucho" del DJ que me rompió el corazón, bien tempranito, y no porque oculte alguna esperanza, sino porque lo sentí sincero, espontáneo, real y porque confirma de que la amistad está ahí, ahora que ya no me duele, ahora que ya no me mueve el piso, ahora que ya le dije en líneas todo lo que debía, ahora que ya no pasa nada, pero la admiración siempre queda.

Cabe resaltar de que la llamada del chibolo este no me arruinó el santo, fue algo tan insignificante que no nubló el día, simplemente lo ignoré, como él tantas veces lo hizo. Y realmente me siento fabulosa, contenta, revitalizada y muy querida, pero por personas que lo dicen y lo demuestran, a cada minuto, con cada gesto, siendo auténticas y haciendo que así, las quiera mucho más.

Canción para responder no te quiero... Había olvidado esta canción, pero días antes de llegar a los 34 la escuché y recordé lo mucho que me gustaba, además de que cuenta lo que desde hace algún tiempo siento, solo he perdido un minuto con él, y ya no pienso perder ni medio segundo más... y yo misma me doy palmadas en la espalda


   
Y esta canción me da la bienvenida a los 34. La escuché antes de que el 19 de mayo terminara y me encantó, porque habla de nuevos inicios, y cada nueva velita apagada es un buen pretexto para depurar, quedarse solo con lo que vale la pena, y lo que no se puede reutilizar, ni reciclar, se minimiza, se reduce y desaparece. La metáfora es clara, ¿no?






   

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