Media Hora

La semana pasada veía con inusual atención una nueva serie nacional. En una escena, una enfermera le dice al paciente, espera media hora antes de leer los resultados de tu examen, tu ansiedad no va a disminuir, pero al menos vas a encontrar más salidas ante lo que suceda. Inmediatamente recordé que es mejor ver las cosas con la correcta distancia y en frío. ¿Quién dijo que la televisión no es educativa?



Tomar decisiones en medio de un arrebato no es recomendable porque la ira no es buena consejera, en realidad no es buena para nada, pero nadie está libre de un arranque de cólera. En medio de ese estallido tus emociones, pensamientos, sensatez y lengua están fuera de control por lo que puedes desatar una tormenta de proporciones titánicas, dejando en el camino a muertos y heridos, incluyendo tu corazón, cabeza, estómago y demás órganos vitales.

Obviamente es peor decretar sentencias trascendentales o que van a cambiar algo por completo y para siempre. Por ejemplo, y esto es típico, determinar el fin de una relación tras una pelea de tremendas dimensiones. Ambos se dijeron de todo, se hirieron, recordaron todo su historial y el de sus familias también, le gritaste eso que hace tiempo querías, pero lo guardabas para casos como este, en fin. Lo más probable es que la batalla haya terminado con un portazo, o cada uno volviendo por su lado y la promesa, claro está, de no llamarlo más. 

Ese propósito te va a durar media, una, dos o 24 horas, dependiendo tu carácter y las razones de la pelea. Puede que él de el primer paso, o de repente tú, recordando que el mas inteligente es el primero en ceder, porque es el que analiza las cosas, balancea y finalmente se da cuenta si es mejor cortar en sano, o continuar. Si sucede lo primero, y él te llama, al menos debe darte el derecho a réplica o poner el punto que merece una relación que, bonita o no, lo ayudó a crecer.


Poniéndonos en el caso de que tú decides llamarlo, no lo hagas para seguir con la discusión, o sea a los segundos de haberse separado. Tampoco traigas a tu cabeza todo eso que supuestamente quedó en el pasado, pero viene a tu mente con precisión milimétrica justo ahora que estás iracunda. Dale tiempo y date tiempo antes de razonar y llegar a decisiones tajantes, y muy probablemente erróneas. Primero procesa todo lo ocurrido, y eso toma más o menos media hora. Solo 30 minutitos pueden hacer la diferencia. 

¿Por qué? Porque pasados esos 30 minutos como mínimo, tus revoluciones han bajado, todo vuelve a su nivel normal y estas más despejada, por lo cual puedes ver todo con un poco más de claridad. Analizas las cosas sin alterarlas y así puedes llegar a conclusiones sensatas y acertadas, o encontrar más de una salida al problema que puede implicar el ataque de ira. Lo que sigue es asumir lo que está pasando, aunque no te guste, admitir que metiste la pata con ganas, que en vez de levantar bandera blanca le echaste más leña al fuego, tanto así que te quemaste, o que lo que tienes en frente, sea una relación o algo que va (o iba) en camino a serlo, ya no camina más.

Ahora, puede que para tu terquedad y/o dramatismo no baste media hora y necesites un poco más de tiempo y hasta distancia. No, no es necesario que vayas hasta Dubai, a pensar frente a su mar turquesa con un trago exótico en la mano izquierda. Puedes atrincherarte en tu habitación, tratar de relajarte, respirar y poner la mente en blanco. Si, se que es imposible, que cuesta mucho, pero después de un rato, ya no te va a parecer tan complicado, es en ese momento en que debes analizarlo todo, respirando fuerte.

Tu lucidez te va a permitir tomar decisiones acertadas y hasta te vas a poner creativa. Vale la pena advertir que no vas a descubrir el remedio para alguna enfermedad incurable, o la fórmula para la paz mundial, o algo similar, pero sí la salida a ese traspié o final definitivo. Si la situación es realmente grave, no va a bastar media hora, porque es verdad eso de que todo pasa por alguna razón, pero esa razón está refundida y solo la vemos y entendemos con el tiempo. Si, la paciencia es una virtud subestimada.


Mientras tu corazón se desacelera y tu hígado deja de producir galones de bilis, tu cabeza también se ordena, poniendo en su lugar las ideas, como para que separes las insensatas de las probables, vuelvas a contemplar estas últimas y llegues a conclusiones saludables para lo que venga. 

No voy a mentirte, cuando la situación es tensa, esos 30 minutos, o los que hayas decretado, nos van a parecer eternos y lentos, los más largos que hayamos padecido, pero mientras miramos el reloj todo va empezar a fluir. Ese es el trasfondo y la razón de la media hora como tiempo mínimo prudente antes de adoptar una postura frente a una situación tensa, no volverá todo a la normalidad, pero al menos tendremos la dimensión real del problema y lo podremos asumir mejor.

A veces responder con un impulso es bueno; otras veces es mejor seguir eso de pensar rápido, pero hablar despacio; en otros casos, los más delicados es prudente darse 30 minutos, media hora, para respirar, ordenar, continuar y asumir, como lo hace cualquier hembra que se respeta.

Canción para darse media hora... Al repasar este post y leer eso de las emociones desbordadas, recordé una película animada que me gustó mucho y cuyo soundtrack pasó a la posteridad, no solo por haber ganado un Oscar, sino porque encandiló a muchos que vimos fascinados Frozen... y meses después pifiamos a la peruana desubicada que quiso demandar a Disney diciendo que ese dibujo estaba inspirado en su historia (pffffff)



Para variar el título de este post, es el de una canción recontra antigua, bueno, noventera, de Amanda Miguel, que cuenta que para amar media hora queda corta. Vale la pena recordarla por si los minutos no se hacen tan lentos, o rápidos, como queremos




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