A los 33
¿Y cuantos cumples? me dijo Giu mientras salía rumbo a mi almuerzo pre cumpleañero el año pasado. Resuleta y sin abochornarme, le contesté 33, y él casi en el acto me respondió, uy, te va a ir mal. Paré en seco, lo miré y le pregunté inquieta ¿cómo? Él me lanzó su teoría, a los 33 o te va muy bien, o te va muy mal. Parece que a mi me pasó lo primero.
Con incertidumbre apagué mis 33 velitas, pensando como siempre, a lo que venga. Las cosas se me pusieron buenas. Venciendo brujas y ogros, me he perfilado como adulta, ya bien plantada, ya sin tanto miedo, asumiendo riesgos y las consecuencias de estos. Porque después de todo, de eso se trata crecer, de asumir tus propias decisiones, sostenerlas o cambiarlas, y responsabilizarte de las consecuencias. Si eres bien grande para meterte en cosa de adultos, pues responde como tal. Principio de vida.
Empezando los 33 cumplí un capricho, cometí una malcriadez, saldé una deuda con la adolescente desmelenada y rebelde que nunca fui. Y ya que estábamos ajustando cuentas, me cumplí un sueño de niña, ver a Alejandra Guzman, quien era mi cantante favorita cuando tenia 11 años. En el ajetreo de ir a su concierto, escuchando sus últimas canciones, encontré una que me gustó un montón y la adopté como himno, Quítatelo. Esta canción promueve el soltarse el pelo, quitarse el maquillaje, aceptarse y hacer lo que se nos de la gana. Justo andaba en esas, en hacer y deshacer a mi antojo, a mis 33 nadie podía reprocharme nada.
Revaloré mi libertad, mis alas abiertas y a lo que venga, que se pintaba como bueno. Entendí, de nuevo, que a cocachos aprendí. Cuando empiezas a crecer, dejando los locos 20's atrás, entiendes que te empiezas a enfrentar solo a la vida, empiezas a crecer solo, y si te caes, te vas a tener que levantar solo. Obvio que al comienzo duele, pesa, cuesta, hasta que agarras viada y ya nadie te para. Te vas a volver a tropezar y caer, pero ya no va a doler tanto, y ya no va a costar un esfuerzo casi sobre humano, regresar al ruedo. Uno se vuelve inmutable a esos golpecitosy entiendes que lo único irreversible en este vida es la muerte que, cosa paradójica, es parte de la vida... Y la vida es una caja de bombones, nunca sabes que te va a tocar (¡qué excelente película es Forrest Gump!).
Revaloré mi libertad, mis alas abiertas y a lo que venga, que se pintaba como bueno. Entendí, de nuevo, que a cocachos aprendí. Cuando empiezas a crecer, dejando los locos 20's atrás, entiendes que te empiezas a enfrentar solo a la vida, empiezas a crecer solo, y si te caes, te vas a tener que levantar solo. Obvio que al comienzo duele, pesa, cuesta, hasta que agarras viada y ya nadie te para. Te vas a volver a tropezar y caer, pero ya no va a doler tanto, y ya no va a costar un esfuerzo casi sobre humano, regresar al ruedo. Uno se vuelve inmutable a esos golpecitosy entiendes que lo único irreversible en este vida es la muerte que, cosa paradójica, es parte de la vida... Y la vida es una caja de bombones, nunca sabes que te va a tocar (¡qué excelente película es Forrest Gump!).
Pero no todo es relajo, libertad y teorías en la vida. Hay que trabajar, y justamente el trabajo me permitió crecer y aprender más. Primero perfilarme como profesional, dejando atrás a la chiquita de 20 años que se enfrentaba con incertidumbre y más miedos que verdades al mundillo laboral. Ahora ya me planto, me enterco, defiendo lo que creo justo hasta el final y nunca pierdo ni los modales, ni la sonrisa, que es precisamente el secreto para no aparentar los más de 30 años.
Llegaron nuevas tareas, nuevas responsabilidades, nuevas personas, nuevos "niveles de comunicación" y como jugando me adapté, aprendí a manejar la ansiedad y en esas estamos, evitando el estrés a toda costa. Cada día estoy más convencida de que me gusta mi trabajo y mi carrera, pero no es eterno, por lo que si otra oportunidad más atractiva aparece, voy a ir por ella, pisando y respirando fuerte. Digamos que a estas alturas ya conozco los resultados de mi análisis FODA, y de memoria.
Mi corazón se alborotó, se relajó, volvió a alborotarse y ahora ando sola, pero sola en serio, sin el vecino de ilusión landia a la vista, sin nadie que me mueva el piso, sin dejar que lo hagan, pero conociendo gente, eso si, y sorprendiéndome, porque en este mundo hay todo tipo de personas. La realidad siempre, siempre, siempre va a superar a la ficción, y así como las brujas y la basura humana existe, también hay gente buena,o al menos yo no pierdo la fe de que así es. Y a los malos, simplemente no se les hace caso, presionamos el botón interno de ignorar y los dejamos discutir solos con sus demonios interiores, porque ya tenemos bastante batallando con los nuestros. No se acepta equipaje extra, cada quien carga sus líos.
Los 33 también encierran un viaje relajante y maravilloso, más conozco la selva y más me gusta, con sus bichos, sus carreteras sin asfalto, sus caminos hacia arriba, con su cielo celeste, sus caídas de agua, su comida riquísima, sus animales de revista National Geographic. Y si disfrutas un viaje, se desencadena el gusto y las ganas de volver a viajar, de buscar nuevos destinos, nuevas aventuras, nuevas maravillas. Tengo hasta tres ideas pendientes, y con cristalizar una en este año me quedo contenta. Repito, estoy con los brazos abiertos y a lo que venga.
Así me encuentran los 34, animada, contenta, viviendo el día a día de la mejor manera que conozco, algunos días con mas flojerita que otros, diciendo a regañadientes adiós al sol, ignorando a las brujas, sumando amistades, comprobando el poder de una sonrisa y de una buena canción para empezar el día, así este empiece más temprano que el de la mayoría de personas. Parece que los 33 fueron excelentes, así que mi deseo al apagar las 34 velas en unas horitas más, será que la suerte siga de mi lado y mi intuición siga siendo infalible, para repetir lo que alguna vez dijo Marysienka Miro Quesada: Soy una mujer de buena estrella... Una buena estrella que va a seguir brillando lustrosa. ¡He dicho!
Canción para la chica del cumpleaños... Siempre hay alguna canción que aparece, me gusta y marca un año. Esta vez no hay novedades en el camino radial, pero en los últimos meses, en medio de mi incursión a un bar medio subte del Centro de Lima, me enamoré de una canción que nos recuerda que la vida es amar y bailar
Las celebraciones por mis 34 empezaron el último viernes, compartiendo una noche de karaoke con mis queridas pos pos modernas. Mientras me convencía de que quiero compartir más tiempo con ellas, así nuestras ocupaciones no nos dejen y me alistaba para salir, el Ricardo Montaner de Yo Soy escuchó mis ruegos y cantó Ojos Negros... Por todo lo que significó, lo que es y lo que puede ser, Ojos Negros es un temón... y no me sonrojo al confesarlo
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