That don't impress me much

Me encanta Shania Twain. Suspiro y recuerdo a mi amor platónico de años universitarios, mi Alf, cuando escucho From this moment on o You're still the one (definitivamente un himno). Me divierte oír y tararear Man I feel like a woman o Don't be stupid (you know I love you, ¿estamos claros?). Y cuando sintonizo en la radio la canción que titula este post, le doy la razón, hay cosas que no me impresionan tanto.



Si hoy en día soy fácil de impresionar, de chica lo era el triple. Si el chico me parecía simpático y encima tenía las manos limpias, se vestía bien y tenía bonita voz, caía rendida. Puntos extra si olía rico y parecía inteligente, o era hábil con los números. Con los años me he vuelto exigente con algunas cosas y otras simplemente pasan desapercibidas.

No me impresiona tanto que ejercites horas de horas en el gimnasio y se te note.  Es más, evita hablarme de pesas, de tu rutina de ejercicios, de lo que te recomienda tu entrenador y demás, a menos que me quieras aburrir. Tampoco me insistas en que te acompañe, a menos de que se trate de una clase de baile, con música y ritmo todo cambia. Seamos honestos, no soy una chica de gimnasios, he vivido 33 años sin pisar uno y ya no me hago problema con ello, o me aceptas como soy, o te vas por donde viniste, así de sencillo.

Si me impresiona, en cambio, un hombre que sea caballero. Si un pata me cede el paso, me abre la puerta del auto, me arregla la silla, me ayuda con la chaqueta y carga mis libros, o bolsas, por si algún día me acompaña de compras, lo que también suma, caigo rendida. Parece sencillo, y en las primeras salidas esos gestos galantes se van a dar por hechos, pero si es solo una actuación, poco a poco vas a notar que todas las cualidades que tiene son comparables a las de un cavernícola, y hasta vas a pensar en llamar a un museo, porque parece que el eslabón perdido comparte tu mesa.

No me impresiona tanto tu sonrisa bonita. No es que eso no me gusta, es uno de los principales atractivos que le encuentro a un hombre, es más, la sonrisa de Andrés Wiesse me derrite, pero no es lo más importante. Si esa sonrisa viene acompañada de un gran sentido del humor, vas bien; si consideras que la risa es un remedio infalible y estas convencido de los poderes de la risoterapia, te puedo prestar atención; si por hacerte el gracioso haces comentarios desatinados, o vulgares, mejor vete por donde viniste, antes de que te deje hablando solo.

Si me impresiona, en cambio, un chico que tenga tema de conversación, que pueda hablar de todo, y no solo de fútbol o autos, temas que me emocionan tanto como un cólico menstrual. A eso le sumo lo que acabo de mencionar, el sentido del humor. No es que mi ideal de hombre sea Poppy, el payaso (¿alguien se acuerdo de Caro, Caro, Carolina?), o que quiera un hombre que se ria de absolutamente todo. Seriedad cuando hay que tenerla, y hacer comentarios divertidos si la situación lo merita. Hay lugar para todo.



No me impresiona tanto tu título, mestría, doctorado y los diplomas que adornan tu pared, que van desde el que recibiste en el salón Ositos de algún nido local, hasta el del curso que llevaste en la Universidad de Groenlandia, pasando por todos los del colegio, universidad y demás. Asumo que eres inteligente, pero no lo aseguro. Todos esos cartones no son la garantía de que eres la persona que busco.

Si me impresiona, en cambio, que sepas escucharme, y hagas tu mejor esfuerzo por entenderme. Yo sé que soy complicada, voluble, hasta introvertida, pero si al menos haces un pequeño esfuerzo por tratar de comprenderme, te vas a ganar el cielo, un poquito de confianza y mi cariño. Como soy mujer, te recomiendo que te esmeres en leer las entre líneas y lleves un cursito rápido de comunicación no verbal, porque más de una vez te voy a decir que no me pasa nada, pero me pasa de todo, y no, no te lo voy a decir así me hagas un berrinche.

No me impresiona tanto que tengas el auto del año, o el súper departamento, con la súper vista en la mejor zona de Lima. Me parece genial que inviertas tu dinero bien ganado en cosas útiles y que busques tu independencia. Lo aplaudo y comparto tu pensamiento, sentirse libre y vivir solo te permite madurar, crecer, conocerte mejor, conectarte contigo mismo. Pero si estás tan enchufado con tu micro mundo que no eres capaz de saber que pasa más allá de tus narices, mejor nunca me invites, ni a subir a tu auto, ni a tu linda casa.

Si me impresiona, en cambio, que compartas tus expectativas y me hagas de un lugarcito en tu mundo. No es que quiera ocupar cada aspecto de tu vida, pero si me gustaría que me incluyas en algún plan a futuro. No, no te pido que pienses en matrimonio, el nombre de tus hijos, o donde vas a poner tu colección de muñecos a cuerda si algún día nos mudamos juntos. Solo me gustaría que organicemos juntos las vacaciones, los feriados largos, o un almuerzo con tus amigos, o los míos, el fin de semana. Si eso es demasiado, pues estamos en frecuencias diferentes. Bien diferentes.


No me impresionan tanto tu cara bonita. Puedes ser churrísimo y a tu lado despertar la envidia de medio Lima, y caras de interrogación de la otra mitad, preguntando maliciosamente qué me viste, y eso va a elevar mi ego a mil. Eso es totalmente válido en la era de la imagen y si siguiera ese precepto, bastante tarado debo decir, que dicta que todo entra por los ojos. Pero no es así, por eso caigo en cuenta de que esa cara linda que tienes va a acompañarte 10, 15 o con mucha suerte 20 años. Y una vez que se esfume ¿qué me queda?, ¿un hombre maduro promedio que me emocione tanto como una oferta de ollas?

Si me impresiona, en cambio, tu coherencia. Puedes decirme mil veces que me quieres, pero más importante que eso, es que lo demuestras con hechos. No pido los mega detalles, solo cosas básicas y entendibles solo entre dos. Si le sumas a eso gestos bonitos, como escucharme, respetar mis silencios, preocuparte por eso que me inquieta y apoyarme en esas cosas bobas, pero positivas que siempre me emocionan, no necesito más. Aunque una caja de rosas y otra de chocolate jamás serán mal recibidas.

Es evidente que la pinta no me impresiona, y quienes me conocen bien saben que es verdad. He estado con chicos guapos, promedio y por debajo del promedio, y siempre he sabido dar buenas respuestas a la pregunta ¿qué le viste? Un cuerpazo, una sonrisa de revista, una cara bonita, un coeficiente intelectual de tres dígitos, siempre me va a llamar la atención, pero más allá de eso, quiero cualidades que no desaparecen al cabo de unos cuantos años. Quiero un compañero para recorrer el mundo, tarea larga de la que se necesita voluntad, lo demás no me impresiona tanto.

Canción para no dejarse impresionar... Al iniciar el  post les contaba que de chica era muy fácil de impresionar. Y a los 12 años esta canción me parecía lo máximo, y la cantante ni que decir. El año pasado, cuando por fin la vi en vivo y en directo, le di la razón a mi niña interior, Alejandra Guzmán siempre será una grande. Si no me creen, mírala, mírala



Obvio, si esta es la canción que titula el post,  debe ir si o si. Comparto el pensamiento de esta canción, no me impresiona tanto que seas una estrella de rock, Brad Pitt, o si nos ponemos locales, Ismael La Rosa, aunque a él jamás le diría que no




Comentarios

Entradas populares de este blog

El retorno de la duendecita

Solteronas y solteros codiciados

Lo que callan los hombres