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Mostrando entradas de 2015

Hoja de ruta

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Decir que nunca planeo las cosas es mentir. Suelo hacerlo, a pesar de que las cosas sin planear salen mucho mejor, y sabiendo de que esos planes no van a resultar al milímetro porque hay factores externos, y algunas veces internos, que pueden hacer que todo lo pauteado no resulte como esperamos. Sin embargo, creo que sería bueno pintar una hoja de ruta para saber hacia donde iremos en el 2016. Estas son mis coordenadas, a manera de promesas. En el 2016 termino con el inglés si o si. A pesar de que voy a tomarme un respiro porque siento que me demanda una energía que ahora no tengo, pienso retomarlo con toda la fuerza que pueda y no pienso parar hasta concluirlo, y terminarlo bien, no hasta done pueda, sino hasta donde quiera, así el/la teacher me parezca indeseable. Así como voy a darle con todo al inglés, voy a darle con todo al trabajo, buscando ir por más. Las cosas están bien, todo bajo control, aunque a veces romper la inercia es lo que se necesita para medir hasta

En modo navideño

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Es 24 de diciembre, el día aún no empieza y yo solo de pensar en lo que tengo que hacer, las colas y el tráfico que me espera ya me siento algo cansada. Eso de que uno se tiene que adaptar a las circunstancias se me está reafirmando. El estrés navideño es una verdad universal, no hay espíritu que valga. Digamos que yo soy organizada. Apoyo en la decoración de mi casa y adquiero las lucecitas, moñitos, adornitos y demás con tiempo y calma. Compro mis regalitos con la debida anticipación. Todo en orden. Pero este año un inconveniente me puso al mando logístico de la cena familiar, y las donaciones (léase el bono de mi hermana y de mi primo) llegan hoy, cosa que quiebra mi planeamiento milimétrico. Y si, yo se que la cena, los regalos, los adornos y todo eso le da argumentos a los no creyentes para decir que la navidad es una fiesta pagana, y los católicos, que somos los más entusiastas, deberíamos olvidarnos de tanta maroma y celebrarla sin tanta alharaca. Pero es difíci

Dame que te doy

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Estimado Papá Noel: Si, ya se, para variar estoy tarde. Entiéndeme, nuevamente me he disfrazado de duendecita y como buena samaritana que trato de ser te estuve ayudando, comprando regalos para los integrantes de mi familia (léase como familia a quienes viven conmigo), y somos bastantes así que no es poca cosa., Todos los años te facilito aunque sea en algo el trabajo, y siempre es desinteresadamente, pero esta vez las cosas cambian. Este año me voy a poner más exigente que nunca. Te voy a pedir cosas imposibles para cualquiera, menos para ti que todo lo ves, todo lo sabes y todo lo puedes. Yo te ayudé, ahora te toca a ti. Es una lista algo disparatada, hasta jocosa, pero hablo en serio. Creo que tantos años de haber trabajado como tu duendecita sin cobrarte un sol por ello, debe ser reconocido, agradecido y recompensado. Como sabrás el próximo año, 2016, se viene bien convulsionado. No nos hagamos los locos, eso de que es año par y bisiesto, no es garantía de nada. La co

¿Grinch yo?

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Para nadie es novedad que diciembre es uno de mis meses favoritos porque se asoma el verano, los reencuentros con las amistades abundan y el ambiente navideño pone. Yo, que siempre le he dicho no al Grinch, siento que me estoy mimetizando con este personaje. ¿La razón de mi metamorfosis será que estoy abandonando el país de Nunca Jamás y lo que veo no me gusta? Parece que el diagnóstico no es tan terrible. No es que ahora odie la navidad, no quiera saber nada con los adornitos, los nacimientos, los arbolitos; que los villancicos me den urticaria (bueno esto siempre me ocurre); y que haya anunciado que nada de regalos, ni reencuentros, ni abracitos navideños. Solo he descubierto que soy algo influenciable, y como de lunes a viernes le tengo que ver la cara a un ser insoportable (más conocida como mi English' Teacher) por 90 minutos completitos, estoy perdiendo la paciencia con el mundo entero. Ahora, puede ser que por primera vez en mi vida me detenga a ver el lado

El regalo no prometido

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Me encanta la onda navideña, y aunque proclamo que es tiempo para abrazar y recordar a quienes nos importan cuanto los queremos y compartir con ellos, mi lado consumista no puede con su genio, por eso una de mis actividades favoritas pre navideñas es salir a las calles y comprar regalos. Una sonrisa agradecida o un gesto gratamente sorprendido es mi mejor recompensa. Lo mejor que se me ocurre hacer en esa semana que separa a la Navidad del Año Nuevo es ponerle pausa a la película, descansar sin tantas cosas en la cabeza y recargarme para empezar el año como debe ser, con buena actitud y no con la lengua afuera. Lastimosamente eso no ocurre siempre, esta historia empieza justo en una jornada laboral post Navidad y pre Año Nuevo. O tal vez un poco antes. Si, dos o tres semanas antes nos habíamos encontrado, la habíamos pasado bien y antes de despedirnos me dijiste nos vemos antes de Navidad, yo respondí ¿entonces no te deseo feliz navidad aún? Tú reíste y me dijiste aún no.

Aun lo espero, y te espero... ¿te espero?

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El título es de autoría de Diego Peralta, del blog Fe de Ratas. Él utilizó este párrafo haciendo referencia a una chica con la que nunca coincidía, dando fe de que la vida es caprichosa e irónica y el destino juega con los caminos que las personas transitamos, a veces alejándolas de por vida, otras veces volviéndolos a poner frente a frente. La pregunta es, ¿debemos dejar que el destino haga su chamba y esperar a que llegue nuestro momento de suerte?  Primero vamos a caer en una pregunta recontra trillada, pero necesaria ¿creemos en el destino?, ¿en qué medida existe y en qué medida lo forjamos?, ¿venimos a este mundo predestinados, o en el camino vamos trazando y volviendo a trazar el camino que seguimos?, ¿qué tan cierto es eso de que un día en el camino se cruzan nuestras almas?, ¿ese camino es el destino? Levanto la mano y les cuento lo que yo opino. Yo creo que nosotros decidimos por donde ir, casi siempre a ciegas, pero que llegamos a este mundo con una hoja de ruta

Dueñas y soberanas

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Por décadas, las mujeres han luchado por conquistar esos derechos que le corresponden, pero parece que la sociedad no lo termina de entender. En esas seguimos muchas mujeres como yo, que sabemos que la inequidad de género es una constante, y que la gente lejos de trabajar para erradicarla, la disimula, la esconde, la asolapa. Por suerte se cuentan por miles las que sabemos que nuestro destino y nuestro futuro depende de lo que venimos haciendo desde ayer. Algunos sectores de la sociedad poco a poco van cediendo y es que no se puede ser indiferente ante las cifras de feminicidio, que van en aumento. No podemos quedarnos de brazos cruzados porque un hombre maltrata a una mujer, sin importar si es su esposo, hijo, hermano, jefe o un policía cualquiera. Esa sujeto al levantarle la mano a una mujer, deja de ser persona para convertirse en un reverendo maricón. No podemos hacernos los locos y parece que el Estado al fin lo entiende con una ley que sanciona la violencia doméstica c

La Boda Real

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En abril, todo el mundo hablaba de la boda del año, aunque más parecía la boda del canje, ya que quienes se casaban vendieron los derechos de transmisión de su matrimonio y les llovieron los auspiciadores, quienes les pusieron de todo: local, decoración, banquete, flores y hasta ajuar, con tal de ser nombrados un par de segundos. Mientras eso ocurría en la televisión peruana, siempre tan pintoresca, en el mundo de las AgroBellas quien daba la hora era la Princesa, quien también había anunciado su boda. Mi naturaleza romántica no me permite ser irónica con el tema de las bodas, menos si se compromete gente a la que quiero. Por eso cuando me enteré del compromiso de mi amiga, la Princesa, solo se me ocurrió enviarle un sms felicitándola, me sentía feliz por ella, y era sincera al decirlo. Mi historia con la Princesa tiene etapas. Nos conocimos hace 10 años, cuando las AgroBellas no estábamos ni en proyecto. Ella era recepcionista y yo la practicante del área de comunicaciones de