Resumiendo
Difícil contar en unas cuantas líneas lo que han sido estos últimos 12 meses, estos últimos 365 días, este 2014 que se está yendo. Sin embargo, vale la pena hacer el intento para hacer un balance a punta de recuerdos y proyectarnos. Saber dónde estamos, para saber hacia dónde vamos es la única manera de avanzar y crecer.
La idea era recontra clara cuando arrancó el año. Durante el 2014 voy a crecer si o si. Obvio no me refería a sumar centímetros a mi humilde estatura, yo sé que eso es imposible. Quería crecer a nivel profesional y académico. Por eso acepté con algo de miedo, mucha cautela y el triple de voluntad todo lo que se me puso delante. Si, yo también le tengo miedo a la novedad, sobretodo porque siempre está el riesgo de no cubrir las expectativas, para evitar eso, lo que se puede hacer es no dejar al azar ningún detalle, trabajar con ánimo y aliento, no quedarme callada, asumir mis errores y mis aciertos. Cerca a poner punto final al 2014, puedo darle check a este punto en mi lista. He crecido como profesional, he reclamado sin perder los papeles, he sabido darme mi lugar, me he ganado algunos respetos. Ya no me da miedo pisar fuerte cuando hay que hacerlo.
Después de darle 50 vueltas al asunto, decidí que era momento de ponerse a estudiar lo que sea y así desterrar de mi vida cualquier indicio de inercia. Acomodé mis horarios, restando algunas horas de sueño para ponerme a estudiar inglés. Fue una buena decisión. Por un lado, estudiar le inyecta algo de hiperactividad a mi vida, me obliga a levantarme temprano y aprovechar mejor el día. Me cuesta salir de la cama cuando aún está oscuro, pues obvio que si, pero llega un momento en el que te acostumbras y valoras mucho más días como hoy, en que decides desconectarte del mundo, encender la radio y escucharla desde la calidez de tu cama. Nunca antes había valorado tanto mis ocho reglamentarias horas de sueño.
Estudiar me ha permitido conocer nuevas personas, la mayoría menores que yo, e incrementar mi lista de conocidos. La verdad, a veces me siento tía, cuando uso expresiones aprendidas en alguna publicidad que estuvo de moda cuando estas personas varios años menores que yo no estaban ni en proyecto, y es satisfactorio que me digan "¿33? No pareces" y yo les refuto contando que las cremas anti arrugas son muy efectivas.
También es divertido conocer la mirada, las aspiraciones, las razones, los objetivos de estas generaciones que ya están aquí, con las mismas ganas de comerse el mundo que tenemos los que nacimos el siglo pasado y mucha más fe en este país de las maravillas, que tiene mas desaciertos que otra cosa, pero es algo con lo que hay que aprender a convivir.
Después de darle 50 vueltas al asunto, decidí que era momento de ponerse a estudiar lo que sea y así desterrar de mi vida cualquier indicio de inercia. Acomodé mis horarios, restando algunas horas de sueño para ponerme a estudiar inglés. Fue una buena decisión. Por un lado, estudiar le inyecta algo de hiperactividad a mi vida, me obliga a levantarme temprano y aprovechar mejor el día. Me cuesta salir de la cama cuando aún está oscuro, pues obvio que si, pero llega un momento en el que te acostumbras y valoras mucho más días como hoy, en que decides desconectarte del mundo, encender la radio y escucharla desde la calidez de tu cama. Nunca antes había valorado tanto mis ocho reglamentarias horas de sueño.
Estudiar me ha permitido conocer nuevas personas, la mayoría menores que yo, e incrementar mi lista de conocidos. La verdad, a veces me siento tía, cuando uso expresiones aprendidas en alguna publicidad que estuvo de moda cuando estas personas varios años menores que yo no estaban ni en proyecto, y es satisfactorio que me digan "¿33? No pareces" y yo les refuto contando que las cremas anti arrugas son muy efectivas.
También es divertido conocer la mirada, las aspiraciones, las razones, los objetivos de estas generaciones que ya están aquí, con las mismas ganas de comerse el mundo que tenemos los que nacimos el siglo pasado y mucha más fe en este país de las maravillas, que tiene mas desaciertos que otra cosa, pero es algo con lo que hay que aprender a convivir.
Fue en este conocer personas nuevas que me volví a ilusionar. Si, me fui a visitar ilusión landia, pero con todas las precauciones del mundo: guía de calles, brújula, rodilleras. casco y hasta flotadores. La idea era bien clara, para evitar magullones nada de leer entre líneas, ver señales donde no las hay, soñar si, pero con los pies enterrados en el pavimento. Esa es la fórmula para no perder la cabeza y el corazón no se rompa, el manual para pasear por la callecita de la ilusión y no acabar destrozada en el intento funciona, ¡eureka! Viví la etapa de la ilusión, y cuando esta se desvaneció no solté ni una lágrima. Extrañé a mi vecino de ilusión landia los primeros días de ausencia, si, pero no sufro por alguien que solo me acompañó por un camino en el que se cruzaron nuestras almas, como cuenta una canción recontra antigua.
Y es que solo se tolera una crisis sentimental por año, y la que atravesé al iniciar el 2014 fue suficientemente catastrófica como para quedar curada de por vida. Ya no me da tanto pánico confesar que un chico menor que yo me movió el piso como quiso, y mientras lo hizo comprobó la teoría de que a los hombres les gusta el maltrato. No le hagas caso y lo tendrás ahí, detrás tuyo. Pero como no puedo con mi genio le presté atención a la criatura, y mientras mi atención, y emoción, se encontraban en estado de ebullición, esos gestos que en algún momento me parecieron tiernos, me empezaron a sonar a guión telenovelesco y ahí nomas desaparecieron.
Terca como solo yo sé serlo me costó hacer lo que determiné en medio de una resaca emocional de terror, abrir la mano, soltar, dejar ir a quien no aporta nada bueno, ni nuevo a mi vida. Así empecé una búsqueda de cosas diferentes. Pero el otro día mientras compraba ropa nueva con una amiga me di cuenta de que cambiar el patrón de búsqueda es mas difícil de lo que parece porque uno se acostumbra, incluso a lo malo. hay que empezar de cero y para eso se necesita voluntad y energía. Tengo bastante de ambas cosas por eso estoy iniciando un nuevo rumbo. No voy a cargar ni malas vibras, ni caras largas, ni cosas que de me desgasten en este 2015. Simplemente no hay lugar para eso en mi maleta. Piña.
Para lo que hay lugar y de sobra es para ilusiones cautelosas, un montón de sueños y metas renovadas. Y para esas fotos instantáneas que me llenaron de alegría este año. Por ejemplo, el discurso de una amiga sacándome a sopapos de la depresión que se quería asomar a mi cara ante las 33 velitas en la torta. Ella también está a mi lado cantando voz en cuello todas las canciones que entonó Alejandra Guzman ese memorable 27 de mayo del 2014, para mi unos de los mejores conciertos que deja el año, así como el de Pedro Suárez Vértiz (aunque en verdad fue un tributo), que fue especial porque lo pude compartir con mi hermana, recordando como nos gustaba corear en esos eventos a estadio lleno.
Igual de grato y digno de traer a la mente son esos parámetros rotos, ya no hacer las cosas por costumbre, tradición o porque es lo que la gente espera que haga, si no porque se me antoja, me provoca, se me da la gana. Si, también he tenido mis arrebatos durante este año y los voy a seguir teniendo cuando el temperamento me gane, ese mismo temperamento que me acompaña desde hace más de 33 años (porque creo que lo tengo desde la barriga de mi mamá) y que estoy aprendiendo a dominar, aunque a veces es bien rico dejarlo ser.
Por último quiero desearles a todos en excelente 2015, como decía el año pasado, y lo repito este año, que el 2015 sea lo que tenga que ser, o sea 365 días en los que decidamos poner nuestra mejor cara a pesar de todo, porque en la vida no se trata de ser perfecto, se trata de ser feliz. Y que el año nos traiga fortaleza para asumir lo que se nos ponga en frente, entendimiento para comprendernos mejor y trabajar apuntando a un mismo norte y, sobre todo, mucha creatividad para sortear cuanto reto se nos plantee.
A celebrar por todo lo alcanzado, fijémonos metas más largas, saltemos tan alto como podamos. Si podemos cerrar este 2014 con varias tareas cumplidas, pues asombrémonos a nosotros mismos llegando más lejos en el 2015. Vamos por más. Vamos por todo.
Canción para cerrar un año positivo... Si, este 2014 me deja mas alegrías que penas y eso es algo que merece ser celebrado. Una de las tantas alegrías fue volver a ver sobre un escenario a Juan Luis Guerra y un lujo escucharlo cantar al lado de Marc Anthony este clásico. Hay que trabajar para obtener nuestra visa para un sueño
Esta canción podría ser tranquilamente el himno del 2014, o una tonada que marque un antes y un después, porque he comprobado lo positivo que es olvidarse del que dirán y hacer un poco, o mucho, lo que se nos de la gana... y ha quitarse lo demás
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