Esperando las 12

Como jugando ya es 24 de diciembre. Mis regalos ya habían sido comprados, acabo de terminar de envolverlos y en un par de horas serán colocados bajo el árbol, para luego ser desenvueltos sin la más mínima delicadeza. Eso es parte de la navidad, pero no es todo.


Entre la vorágine comercial, el tráfico que está mas imposible que de costumbre, la inseguridad ciudadana que crece caleta y la sobrecarga laboral, típica de fin de año, se nos olvida la verdadera razón de estos días. No quiero hacerme la ultra católica, la creyente número uno y decir que esta fecha no debe ser consumista, porque quedaría como una reverenda hipócrita. Si, he dicho miles de veces que esta fecha me gusta, y que mi vacilón en Navidad es comprar regalos para toda mi familia, o bueno los que viven conmigo, porque mi familia es bastante numerosa y comprar regalos  para todos, así sean unos detallitos, me llevarían directo a la bancarrota.

Sin embargo, este año metiéndome un poco más en la onda cristiana, dije vamos a hacer el intento de celebrar los cuatro domingos de adviento. Contra todo pronóstico lo hice. Así como traté de comprar más adornitos dedicados al nacimiento y no a Papá Noel, ni a sus renos, ni a los hombrecitos de nieve. Traté de ponerme más espiritual y repetirme todos los días previos a hoy, que lo que celebramos es el nacimiento más importante de la historia. Yo soy creyente y estoy convencida de eso. Quienes no creen dudo que me den la contra, o sea quien sino Jesús ha generado tanta polémica, cuestionamientos, teorías y demás con su vida. Absolutamente nadie.

Al margen de las incomodidades descritas líneas arriba, yo se que hay gente que no comparte mi gusto efervescente por la navidad. Por el contrario, se les hace un día más, una celebración innecesaria y les causa tristeza por aquello que no tienen, por el regalo que no van a recibir, por el asiento vacío en la mesa.

  

Si, los anti navidad son un poco tumba la fiesta, pero en vez de replicar su desazón o juzgarlos, tratemos de contagiarlos de ese desbordante espíritu festivo, siempre hay algo que celebrar, porque siempre hay algo que agradecer, el estar vivos, la vida de las personas que amamos y tenemos a nuestro lado o cuidándonos desde el cielo, tener un techo, un pan que llevarnos a la boca o unos brazos abiertos que nos van a apachurrar hasta la asfixia a las 12. ¿Se necesita más para sentirse aunque sea un poquito feliz? 

Entonces nada de caras largas, ni pucheros, ni distanciamientos inútiles, ni odios estúpidos. Pintemos el mundo de rojo, verde y dorado, o azul y plateado, o fucsia y turquesa para lo de onda más progresista, contagiemos de buena onda y regalemos sonrisas y alegrías. Demos permiso a nuestro niño interior, dejemos que haga y deshaga a su antojo, recordemos esas cosas mínimas que nos hacían infinitamente felices, disfrutemos sin pensarla tanto. Ese es el verdadero sentido de estas fechas. Amar porque si, compartir porque se nos ocurrió, disfrutar porque podemos respirar para hacerlo.


En este lado del planeta la navidad no es blanca, ni es una noche de paz. Aquí la navidad es multicolor y es bullanguera. así que celebremos sin moderación, armemos laberinto y seamos empalagosos. Pásenla bomba, olvídense de la dieta y disfruten cada minuto, porque si solo se vive una vez, tratemos de hacerlo bien, ¿no? 

En sus marcas, listos, a celebrar... Feliz Navidad para todos.

Como ya es tradicional, este mini post previo a las 12 del 25 trae mi publicidad favorita de la temporada. Este año no hubo mucha novedad,, así que fue bastante sencillo elegir. Yo soy Herrera, quienes prefieren la cena ligera (aunque esta noche rompemos la pauta) y Antay, en donde siempre lugar para uno más hay... Y si, yo también tengo mi lado pavo (o sea soy una pavita, jejeje)




   


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