La idea del amor

Hace poco leí que uno no extraña a la persona de la que se enamoró tiempo atrás. Tampoco extraña entablar una relación. Extraña ser la persona en la que uno se convierte cuando está enamorada, extraña esa sensación que experimentan los enamorados. Extraña la idea del amor.


El amor mueve el mundo y la ilusión temprana altera la realidad, porque al estar iniciando una relación tratamos de que todo marche bien, todo nos parece bonito y si debemos modificar en algo (o en mucho) lo que ocurre realmente en aras de conservar la imagen del amor perfecto, pues lo hacemos y aprendemos a enamorarnos de los defectos del otro. Es más, nos convencemos de que esos defectos son solo manías y en el colmo del cinismo confiamos en que el tiempo harán que esas "fallitas" desaparezcan.

Nos olvidamos que una persona solo cambia por si misma y así como eso, olvidamos un montón de cosas más, por ejemplo, que tras la última ruptura juramos que nunca volveríamos a estar con un pata de nuestra edad porque es evidente que las mujeres maduramos antes, que viva lejos y que ni tenga carrera concluida, ni carro, ni tarjeta dorada. Sin embargo, nuestra pareja actual no cumple con ningún ítem, es más, es una versión imperfecta y aumentada, es el hombre con el que no deberíamos estar, pero como el amor no conoce de moldes, te enamoraste, estás con él, te sientes feliz. Al diablo lo demás.

En una primera etapa todo es muy bonito, porque lo queremos ver así porque mostramos nuestra mejor cara, exageramos nuestras virtudes y disimulamos los defectos. Entonces ante los demás somos perfectos, y lo repetimos tantas veces que lo llegamos a creer. Sin embargo nos desilusionamos, y mal, cuando nuestra debilidades salen a la luz y eso ocurre con el tiempo, cuando la ilusión de madura se cae del árbol y ya no nos ciega. Entonces o el sentimiento es legítimo y asumimos a la otra persona con todo lo que es, o se acabó todo lo que en algún momento nos unió a él (o ella) y damos por concluida la relación. Decimos que él cambió, lo cual puede suceder y que no soportamos un defecto que siempre estuvo allí, pero minimizamos en un primer momento, el cual no es este.


Volviendo al tema de fondo, cuando estamos en pareja nuestra vida cambia, se altera, se voltea, para bien o para mal. Nuestra agenda se llena de planes para dos los fines de semana, noches de cine, almuercitos a mitad de la semana y salidas con gente que también tiene pareja, porque total los combos dos por uno abundan en el mercado.

Nuestra cara y estado de ánimo cambia. Lo del brillo en los ojos, la sonrisa de revista y el almibarado tono de voz cuando te refieres a él, ya lo hemos repasado en alguna ocasión. Te sientes bien porque él te hace sentir bien, diferente, de buen humor, ilusionada. O sea, estás enamorada y no te da miedo aceptarlo y proclamarlo a los cuatro vientos, por eso lo anuncias en el facebook y para que todo sea más ilustrativo pones en tu perfil una foto de los dos juntos, o mejor todavía, como portada, para que todos vean que estas con él y estás feliz.

Si antes eras una Grinch y odiabas no solo la Navidad, sino también el Año Nuevo, el verano, la semana santa, el Día de la Madre, del Padre, del Niño, de la Patria, de la primavera, el Halloween y demás festividades inútiles, ahora las esperas con peculiar emoción, porque vale la pena celebrar cualquier cosa, un fin de semana largo es sinónimo de una escapada, aunque sea a Huachipa y sabes que en ese feriado a mitad de semana lo vas a ver si o si.  Nos encantan los planes compartidos, por eso nos gusta tanto la idea del amor, ojo, la idea.



¿Qué pasa cuando ese príncipe que nos alegraba los días se convierte en el pata con el que salimos, pero honestamente no sabemos que le vimos?, ¿qué pasa cuando la ilusión muere y nuestro cuentito de amor también? Pues lo asumimos, como hembra que se respeta y seguimos con nuestra vida. Al comienzo es difícil, porque regresan los fines de semana a solas, dejas de frecuentar a tus amistades emparejadas porque odias ser número impar y vuelves a planear solo dormir en las festividades. Y te sientes rara, porque estas volviendo a ser tú, en unidad y ese es un aspecto que o se quedó dormido, o cambió. Lo más probable es que haya ocurrido lo segundo, porque después de haber sido parte de una relación, no vuelves a ser la misma, para bien o para mal (o peor).

Entonces llega un momento en que asumes que extrañas algo, y supones que es a Fulanito, que puede tener mil defectos, entre ellos uno que no soportas y fue el detonante para poner fin a tu relación, pero a la larga te hacía ver la vida más bonita. Sin embargo, más que eso, extrañas a la persona que eres cuando estas enamorada. Por eso buscas un reemplazo en el acto, y mientras más te esfuerzas, más te das cuentas que el mercado está saturado de hombres comprometidos.


Antes de echarte a llorar desconsoladamente, o caer en el viejo cuento de "las cosas no marchan bien, la separación es cuestión de tiempo porque estoy enamorado de ti", o concretar una idea insensata que te costará varias golpeadas de pecho y un montón de paquetes de kleenex en un futuro cercano, reconócete, mírate en el espejo, vuélvete a enamorar de ti y abraza tu libertad con todas tus fuerzas.

Date unas vacaciones en conmigo - misma - landia y luego sal al ruedo transformada en una versión mejorada de ti misma, en esa persona irresistible que no tiene que sobre actuar, que quiere enamorarse, pero no para lucirse, sino para descubrir todo un mundo de la mano de alguien más.

Canción para las ilusiones que parecen amor... Aparece esa persona que alborota tu corazón (y tus hormonas) y empiezas a escribir una novela digna de ser protagonizada por Christian Meier y Adela Noriega, y si no se realiza es porque nos falta valor, por eso una y otra vez frente a la puerta del amor nos rendimos, y una y otra vez nos vamos, como venimos



Cuando nos enamoramos nos sentimos estupidamente eufóricas, freneticamente estúpidas, aunque en un primer momento no lo reconozcamos. Para eso está una simpatica tonadita que Fuera del Resto cantaba cuando acaba la fiesta




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