Para siempre... o para pasar el rato

Conociste a un chico lindo. Se ve muy bien por todos los ángulos, no florea, por eso mismo se te hace interesante, baila bonito, le gusta la música que tu sueles escuchar, hasta huele rico, pero (siempre hay uno) un murmullo en tu interior te dice que es solo un sabroso entremés.



No, no es que la edad me haya afectado y de buenas a primeras voy a convertir este espacio en un blog gastronómico, nada de eso. Llamamos sabroso entremés (o aperitivo a secas) a ese patita que por un motivo inexplicable no consigue que nos proyectemos. Claro, no vamos a planificar una vida con un hombre que conocimos hace dos horas, pero digamos que le damos la opción, pasa el tiempo y según va acabando esa linda primera etapa en la que todo nos emociona porque todo es novedad, ya no sentimos lo mismo y mientras buscamos inútilmente motivos para seguir adelante, nos lamentamos por haber hecho oídos sordos (una vez más) a doña Intuición que, imprudente como siempre, nos advirtió de un modo que solo nosotras podemos descifrar que con él la cosa no iba a durar mucho. En el peor de los casos hicimos eso en lo que somos expertas, entregamos alegremente el corazón que a estas alturas se prepara para otra arañada.

Y es que así como ellos nos clasifican en cuatro categorías (para agarrar, para tirar, para estar un rato y para estar en serio), nosotras clasificamos nuestras relaciones en dos: las que son para pasar el rato y las que van en serio. Puede que la primera se convierta en la segunda, pero eso solo el tiempo lo dice. Generalmente estas relaciones para pasar el rato aseguran la inflada de ego que siempre es bienvenida y la compañía que a veces se hace imperiosamente necesaria. Hay compromiso, si, pero no existe la correspondencia de afectos, por lo que si él no te mueve ni un pelo y te emociona tanto como un reportaje sobre la reproducción de las amebas, no te culpes, así funciona.

Él se muere por ti, y te da señales recontra claras de que así es, pero lastimosamente ese click que esperas contarle en breve a tus amigas y redactar al milímetro en tu diario, nunca llega. Sin embargo estás aburrida, la soledad ya abruma, deprime y angustia. Entonces tienes la genial idea de decirle a este chico que te está rondando que si, porque total, le gustas y precisamente eso te hace sentir muy bien. Suficiente, caso cerrado, estás estrenando pareja.



O en otro caso, puede que este chico aparece y te impresiona. Te parece guapísimo, gracioso, determinas que es amor a primera vista y empiezan a salir. Tu estás entusiasmada, con ese brillo en los ojos que es señal inequívoca de que estas templada, pero de pronto hay un apagón, alguien bajó la llave de la luz en tu interior y la letra de la balada que estabas recordando es canjeada por la interrogante "¿hay futuro, me convence, vale decir para siempre?". Todo por una fina cortesía de doña Intuición, a la que con el tiempo le daremos la razón.

Sabemos de una manera consciente, o no tanto, de que estas personas que llegan a nuestras vidas no se van a quedar mucho tiempo, al menos en calidad de pareja no. Sin embargo nos aventuramos, vivimos nuestra novelita, abrimos ese paréntesis y nos escapamos de la realidad por uno o dos meses, en el mejor de los casos, porque la idea de enamorarnos es tentadora y si la ocasión se da, habría que ser tontos para no atraparla con las dos manos.

La pregunta es ¿vale la pena estar con alguien aunque sea para pasar el rato?, ¿eso de más vale sola que mal acompañada es una gran mentira?, ¿podemos utilizar a otra persona como un entretenimiento? El hecho de vernos solas nos aterra un poco, y nos aburre otro tanto, entonces decidimos estar por estar, con quien sea y como sea. A la larga nos sentimos más aterradas, aburridas y evitamos vernos en el espejo porque un gran letrero de patética se dibuja en nuestra frente, pero podemos lucirnos de la mano con alguien (algo es algo. ¿no?). El hecho de que no nos emocione, no podamos entablar una conversación seria y en realidad nos de pereza verlo, es superable.

Es un amor descartable, de usar y tirar (en el sentido más legítimo de la palabra), sacia ese antojo de enamorarnos y luego se va a la basura, o al baúl de las relaciones para el olvido. Los adquirimos con una fecha de caducidad próxima, y eso lejos de apenarnos nos alivia, porque hay un montón de defectos que de antemano sabemos que no vamos a tener que aguantar mucho tiempo más. Este amor, frágil, tras la primera pelea es deshechado, pasa sin pena ni gloria, permite que digamos next, sin la obligatoria semana de luto.


Es el resultado de la presión social, que hacemos nuestra también. Todo funciona en números pares y eso de andar sola hace que más de uno reprima un ¡ay pobrecita! o que suelten alegremente un ¿qué paso? como si estar sola porque así es la vida o porque es más sensato que andar con in pelele al lado, fuera algo accidental, trágico o penoso.

Pero no culpemos a la sociedad (en especial a la, a veces, retrógrada comunidad limeña), porque a la larga la decisión de meternos en una relación descartable y tóxica es finalmente nuestra. Podemos saltar de relación en relación hasta que uno nos convenza (o convenga), o simplemente jugar eternamente a estar sin entregar completamente el corazón, porque total, los combos para dos abundan en esta sociedad de consumo.

El truco es ese. no andar regalando el corazón, bien envuelto y con moño, prestarle atención a nuestra infalible intuición y buscar estabilidad, equilibrio y un cariño correspondido, que la moda no es lo desechable, ni lo reciclable. Seleccionar bien, esa es la voz.

Canción para amores descartables... Si él puede ser guapisimo, parecer inteligente, sensible y ambicioso, pero a la larga eso no me impresiona tanto, a veces ocurre y eso no nos hace anormales, nos hace menos impresionables, lo cual es sinónimo de que sabemos lo que queremos y a lo que vamos, ya la tenemos clara


Una relación para pasar el rato, evidentemente no es amor, es solo ilusión. Si lo diferenciamos a tiempo y no entregamos el corazón podemos sentirnos satisfechas porque es un avance en pro de nuestra integridad y la de nuestro corazón, que bastantes golpes ha sufrido ya  






     
  

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