La insoportable relatividad del siempre (y del nunca)

De pronto, en un momento cumbre del romance, donde todo nos parece maravilloso porque estamos al lado de la persona amada, él en medio de un abrazo de telenovela nos pregunta "vamos a estar juntos siempre, ¿no es cierto?". Y nosotras por efecto del embobamiento propio de la combustión de emociones de ese momento respondemos con un automático "si".


Disculpa que arruine tu escena romántica, pero es mi deber decirte que eso del "para siempre" no es tan absoluto y definitivo como parece. Puedes tener la voluntad y la certeza de que quieres aventurarte a lo que venga con el chiquito este de la mano, pero ¿hay alguna garantía?. A Luis Enrique no le faltaba razón cuando cantaba yo no sé mañana si estaremos juntos, si se acaba el mundo (si, es la canción del tramposo, pero cuenta una gran verdad).

El siempre y el nunca son todo, menos definitivos. Eso de nunca digas nunca es una verdad universal. Y tengo un ejemplo perfecto que siempre me contaba mi mamá cuando yo decía jamás. Resulta que cuando mi mamá conoció a mi papá no se proyectaba para nada. Y una tía le decía vas a ver que tú te vas a casar con Antonio, a lo que mi madre, muy escéptica le decía: no, eso nunca. El resto es historia: mi mamá se casó con mi papá y mi tía debe haber pensado al verla de blanco rumbo al altar "te lo dije". 

No importa si te lo haz jurado a ti misma, hayas usado el nombre de Dios en vano o hayas dicho que será el día que los chanchos vuelen, las vacas den milkshake de fresa en vez de leche y tengas por mascota un unicornio, dragón o algún otro simpático animal imaginario. Todo puede suceder en este mundo loco, por eso la palabra nunca no es tan definitiva como se escucha. O sea, es pura finta, se hace determinante, pero nada que ver, es tan volátil como su opuesto, el siempre.


Puedes ser la persona más organizada del mundo, metódica como nadie, por lo que todo lo tienes planeado al milímetro, precavida como pocas, así que también te has puesto en todas las situaciones probables. Según tú nada puede salir mal,  has encontrado al hombre de tu vida, lo vas a amar siempre, vas a apoyarlo siempre, con él hasta el fin del mundo siempre, lo que sea siempre.

Ya te dije que el siempre no existe. El que se las ingenia para entrar en escena en el momento más inesperado (si, resulta que él y el factor sorpresa tienen una alianza secreta) es el pero. Ocurre lo inesperado, un cambio, un giro, una situación improbable que sucedió (y como era casi imposible, no te pusiste en ese caso) y ese siempre no va más. Nadie es eterno en el mundo, tu historia de amor no fue la excepción.

¿Qué ocurrió? No lo puedo precisar porque no soy discípula de la brujita Jossie, pero me imagino varias situaciones. Él cambió, o tú cambiaste, y con eso las formas y concepciones del amor. Uno de los dos no fue tan sincero y cuando la pasión se extinguió y ahí nomas la ilusión de ser la pareja perfecta, el estar juntos pase lo que pase ya no era una idea atractiva. Se presentó la mega oportunidad en otra provincia, país o continente. Apareció una ex que él creía muerta. En fin, desde escenas que se veían venir hasta lo inesperado.


Y no lo digo por decir o por jugar el papel de bruja y matar tus nobles intenciones de hacer de tu amor una historia eterna y coronarla con el vivieron felices para siempre. Lo digo porque lo he hecho. Si, yo alguna vez respondí con un automático si y un beso digno de comedia romántica de bajo presupuesto a la pregunta "tú siempre vas a estar conmigo ¿no?". En ese instante yo no pensé, ni me puse en tal o cual situación, ni imaginé como sería nuestra boda y los nombres de nuestros hijos.

Pero un par de horas más tarde, mientras rescataba uno a uno los momentos kodak recientemente vividos, reflexionaba sobre esa pregunta y esa respuesta. Por muchos meses, mientras vivía esa aventura yo estaba segura y dispuesta a cumplir mi palabra, acompañarlo siempre, pase lo que pase, sea como sea. Si, estaba muy enamorada, por eso no me percaté de lo evidente. El decirle siempre voy a estar para lo que necesites hizo que él entendiera que me tenía ahí, a la hora que sea, en el momento que se le antojara.

Y, como es de suponerse, ese siempre se convirtió en un ya no, gracias. Apareció una tercera  a la que él le juró estar siempre y mi promesa, y presencia, ya no era necesaria, yo no tenia razón de ser. Ese siempre no fue absoluto, así domo dudo que alguno lo sea.


Con todo lo expresado aquí no quiero decir que los matrimonios a prueba de todo y las bodas de diamante son cosas imposibles, nada que ver, yo he contado mi teoría sobre el amor, con los años muta porque cada pareja tiene su propia química y su dinámica particular, no hay una fórmula estándar. Sin embargo, hay circunstancias que no sabemos enfrentar, que no nos esperamos y al buscar soluciones arrastramos lo que esté a nuestro paso. 

Es en un remolino que el siempre y el nunca se escapan de nuestras manos. Como lo dije, por más precauciones que se tomen, no sabemos cual será nuestra reacción ante determinada situación (por eso los simulacros no son 100 por ciento útiles), o lo que piensa la otra persona. Yo no sé mañana, en realidad nadie lo sabe.

Canción para no predecir el futuro... "y hoy no es amor lo que siento, no es odio ni amargura hoy he salido de ti bordeando la locura" cuenta Rossana Arbelo en esta balada que pongo a manera de experimento ¿será que una cruda verdad bañada en miel se hace más pasable? No hay peor intento que el que no se hace

   

Los efectos de las ilusión temprana nos hacen decir cosas sin pensar, porque priman las emociones, no la lógica, lo cual es bueno, pero sin llegar a extremos empalagosos. Esta canción puede ser dedicada en esos casos, o cuando con conocimiento de causa entramos a una lista de casos excepcionales, porque nos dicen y decimos todos los días  te ameré siempre, para siempre 









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