Entre tu cuarto y el mío

Estamos a kilómetros de distancia por decisión, por salud mental y emocional, porque es lo mejor, y me ha costado entenderlo y asumirlo, pero finamente he caído en seco y ahora identifico todo lo que hay entre tu mundo y el mío.


Entre tu cuarto y el mío hay olvido. Tú tienes mala memoria y nunca te has molestado en demostrar lo contrario. Tanta mala memoria que no llevas la cuenta de cuando empezamos a frecuentarnos y cuando acabó todo, de buenas a primeras. A pesar de todo tengo en tu cabeza un lugar muy pequeño y compartido con algún recuerdo refundido que deja en evidencia la persona que fuiste, el chico bueno con pinta de malo que también pasó al olvido.

Yo soy tu opuesto, tengo memoria fotográfica, e hice un registro textual de nuestro tiempo juntos, porque la estaba pasando tan bien que no quería que se me escapara un solo detalle. Tras el naufragio emocional tuve varias tareas pendiente, la más difícil era olvidarte y pasar la página. Como tu cambiaste de capítulo me facilitaste esa labor. El olvido demoró en darse. No niego tu existencia, los sentimientos bonitos ya no están, los recuerdos si, pero están dormidos, solo despiertan si yo lo decido.

Entre tu cuarto y el mío hay máscaras. Quieres demostrarle al mundo entero que has madurado, que ya no eres ese chiquillo alocado que todos conocieron, que has sentado cabeza. Lamento ser quien te comunique esto, pero me toca hacerlo. Nadie te cree, aunque todos en el fondo esperan que sea verdad. No eres tan persuasivo como esperas y necesitas más que un discurso digno de político para demostrar que ahora tu nombre es sinónimo de mesura.

Por años yo me puse la máscara de la indiferencia y me cubrí con resentimiento. A la larga negaba algo que ahora confieso sin problema, eres el mejor primer amor que pude haber pedido, no me arrepiento de nada, me demostraste que vale la pena soñar, por eso sigo soñando, pero no contigo. No se me complica decir en voz alta que contigo no pasa nada, durante años lo ensayé y ahora la actuación me sale natural. Tan natural que ya lo mimeticé, no me mueves el piso, porque no te dejo.


Entre tu cuarto y el mío hay una lista de prioridades. Jamás pedí ser la primera entre tus preocupaciones porque pensé que si me querías tanto como lo proclamabas, iba a importarte lo que hiciera, lo que pensara, lo que sintiera. Por eso yo dí el primer paso y traté de involucrarme en tus cosas, las mismas que no me despertaban el más mínimo entusiasmo. Imaginé que me imitarías y me di de bruces contra el suelo al darme cuenta de que solo te interesa lo que te ocurre a ti.

Por eso me liberé de presiones insípidas y a estas alturas ya me importa un comino lo que haces, piensas o sientes. No me interesa, no me lo cuentes, no me lo expliques, no me hagas perder el tiempo. Ya encontré la fórmula para que el espacio vacío que dejaste (y que nunca terminaste de ocupar) no se sienta, ahora yo tengo un montón de cosas que me importan, que me alegran a veces, me desesperan en otras ocasiones. Te tengo una excelente noticia, no estás en esa lista, nunca vas a estar.

Entre tu cuarto y el mío hay indiferencia. Los celos me fastidian, pero tu desinterés absoluto me desconcierta, me asombra, me saca de cuadro, en el peor sentido de la palabra. Ni si quiera soy digna de una broma, un cumplido o una inflada de ego envuelta en una frase celosa. A ti ni te va, ni te viene, tanto que si hablo con otra persona que me emocione el triple que tu frente a ti, ni te inmutas. ¿Crees acaso que si tu te vas yo voy a sentirme fatal porque ningún hombre me va a mirar, decir o emocionar como tu lo hiciste en un momento que no es este?

Te equivocas. El día que puse distancia entre tu y yo, me sentí mal porque me di cuenta que había invertido cariño, energías y tiempo en un proyecto sin futuro. Me dolió darme cuenta de que no te interesaba. Ahora me doy el lujo de darte exactamente lo mismo que me entregabas. Si me provoca te contesto y solo escuchas un hola, si, no, chau. Indiferencia querías, indiferencia tienes, para que veas que hasta en eso soy atenta.

Entre tu cuarto y el mío hay códigos diferentes. En realidad esas diferencias salvables enriquecían esa relación, ambos exponíamos nuestros puntos de vista para ampliar nuestra mirada, nunca para llegar a un consenso, porque si opináramos igual en todo la cosa se nos tornaría aburrida. Hasta que apareció una diferencia que no pasé desapercibida, tus silencios voluntarios. Desaparecías de un momento a otro y yo me desesperaba, entraba en crisis, te empezaba a extrañar un montón.

Miles de veces prometiste enmendar eso, pero nunca lo hiciste. Por eso un día harta de estar con quien parecía ser un fantasma te dije ya no va. Te pedí que me explicaras que pasaba, no quería quedarme con signos de interrogación dándome vueltas por la cabeza. Recordé lo que me dijiste una vez, el Salmón siempre consigue lo que se propone. Si tu objetivo fue romperme el corazón y junto con él las ilusiones, expectativas y planes a corto plazo, te felicito, lo lograste con maestría. Pero lo superé y aprendí la lección, las diferencias enriquecen siempre y cuando se hable ese idioma que tu y yo nunca terminamos de compartir. Reglas claras desde el principio.  


Entre tu cuarto y el mío hay lugar para las apariencias. Por eso al conocerte te portaste como un caballero, un detallista como pocos. Me pareciste inteligente, ambicioso, centrado, trabajador, realista. Eras un contador con alma de escritor. Te deshacías en esfuerzos por llamar mi atención, por contarme tu día a día, por romper con la apatía de mis mañanas. Al final eras todo lo contrario a lo que proclamabas ser. Todas esas virtudes que iba encontrando no eran más de que una fachada.

Yo pensé que pasados los 30, tanto hombres como mujeres empezábamos a valorar las ideas, pensamientos, sentimientos, experiencias, lo que es y hace a la persona, pasando a segundo plano algo en lo que jamás creí, las apariencias. Decir que estudié en cierta universidad privada obliga a convertirme en una rubia de ojos claros, cuerpo de modelo y heredera de una gran fortuna. Entonces lamento haber matado tu ilusión. Aunque más lamento que en el mundo haya gente como tu, que se vende como alguien que no es y califica a la gente por una fotografía.



Entre tu cuarto y el mío hay un largo pasadizo en donde alguna vez abundaron las palabras sentidas, las confesiones corazón en mano, las risas, las tristezas compartidas, las letras de esas bandas sonoras que pasaron a ser nuestras. Pero justo en ese lugar, entre tu cuarto y el mío, se abrió una puerta que quebró la correspondencia, una apertura que ninguno de los dos quiso enfrentar, un agujero que terminó por desaparecer esa conexión que pensamos que existía. 

Por suerte en mi mundo hay un punto por el que pasan infinitos caminos (y ese es un principio matemático universal y totalmente válido), así que a veces con esfuerzo, y otras veces con gran facilidad cambio de ruta buscando que alguna me convenza, se mantenga sólida y a prueba de quiebres. No quiero enmiendas entre tu cuarto y el mío.

Canción para trazar nuevos caminos...Esta canción es antigua, prehistórica y una banda sonora clásica, con la que empaqué todos mis cachibaches cuando emprendí una mudanza física hace tres años que se han pasado volando. Y creo que es una buena canción para iniciar días y contar sentimientos




Entre tu cuarto y el mío es una canción de Ella Baila Sola que, como la mayoría de letras de estas españolas, me fascina. Este cuento se hace frío, cada día un poco más, todo lo que se vivió se va quedando atrás, y aunque no tengamos sitio hace tiempo que yo vivo en algún lugar entre tu cuarto y el mío

 

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