I hat soccer

Junio del 2014 es un mes esperado con expectativa, ansiedad, desesperación e impaciencia por los fanáticos del fútbol. Como cada cuatro años otra vez el mundo se detiene y todos quieren pedir vacaciones, licencia médica, cambiar el horario en el trabajo, televisor en la oficina, o lo que sea para no perderse un solo partido del Mundial. A mi, me da lo mismo (que empiecen los abucheos).


No es que odie, deteste, o le tenga alergia al fútbol, tampoco, tampoco. Simplemente me es indiferente, porque al ser negada para los deportes se tanto de patear la pelota y meterla al arco, como de física cuántica y me interesa tanto como un pepino cortado en cubos. Esto es algo insólito si tomamos en cuenta que mi papá ama el fútbol. Es el hincha más fiel que conozco, vive cada partido de su adorado equipo, Alianza Lima, no se pierde uno solo y cuando estaba en el cole jugaba fútbol con los demás padres de familia defendiendo la camiseta de mi promoción.

Pero a mi no se me pegó ese gusto. Por un tiempo confesaba ser de la U, enemigo number one del equipo de mi papá, pero cuando admití frente al espejo que el fútbol ni me va, ni me viene, decidí responder con la verdad a la pregunta ¿de qué equipo eres? No me gusta el fútbol, no soy de ningún equipo. Por eso cuando la gente comenta con entusiasmo los preparativos de los equipos que van al mundial yo escucho en silencio mientras mi mente desvaría y se llena de signos de interrogación.

Esto puede sonar algo contradictorio, ya que hace algunas semanas comenté en mi facebook los resultados de la final de la Copa Inca (¿o era Movistar?) porque desde mi modesta óptica fue un partidazo y Alianza Lima dejó claro que nada se acaba hasta que el árbitro diga lo contrario. Los últimos minutos del segundo tiempo, el suplementario y los penales trataron de demostrar que el fútbol peruano no es tan mediocre.

Y ya que hablamos del tema, hace tiempo que no veo los partidos clasificatorios del Perú por una cuestión de salud mental. Realmente Pizarro, Guerrero, Farfán y el Loco Vargas (que está mas bueno que el pan, pero no por eso voy a salvarlo de mi crítica) deberían irse a la banca, porque lo único que hacen es cuidarse las piernas, pachamanquearse con cuanta bataclana se les pone en frente, hacer equivalente el término concentración a juerga del fin del mundo y jugar hasta las patas. El día que los 11 jugadores que vistan la camiseta de Perú demuestren amor a la patria y el desgraciado de Burga suelte la presidencia de la FPF, tendremos una opción real de ir al mundial (así que nos podemos ir despidiendo de Rusia 2018).


Pasando al tema de fondo, más de una vez me han dicho que las mujeres se hacen las desinteresadas, pero bien que ven el Mundial para ganarse con los jugadores de cada rincón del planeta. Honestamente, eso tampoco me motiva, y no es que no hayan jugadores guapos, si no que la cámara los poncha por micras de segundo y está mas concentrada en sus pies y sus jugadas que en otra cosa porque, obviamente, se trata de ver a los mejores equipos del mundo sacándose el ancho por alzar la copa, no de ver cual es el más guapo.

Tengo amigas que ven el Mundial porque el fútbol las afana. Respeto su opinión, más no la comparto, porque como dije mis horarios no se alteran hasta ver quien levanta la copa. Sin embargo, debo confesar que hay tres mundiales en los que si me comprometí y los recuerdo con simpatía. El primero fue el de Estados Unidos 94, pero quién no recuerda la final de ese Mundial, si fue el primero que se definió por penales. Italia jugó magistralmente, pero Brasil se llevó la Copa y demostró que no solo por extensión son el pais mais grande do mundo.

Mientras toda América Latina madrugaba para ver el Mundial Corea - Japón 2002, yo trabajaba en la apestosa oficina de los ogros. Cierto día el ogro mayor (por lo patán, no por la edad) tuvo la idea de hacernos apostar a todos a ver quien acertaba con los cuatro equipos que iban a cuartos de final (así se dice, ¿no?). Yo primero pensé en cosultarle a mi papá, pero a la final me arriesgué siguiendo a mi infalible intuición, que en realidad adivinó a ciegas, porque si no veo un partido en prime time, menos voy a encender la tv en plena madrugada. Y resulta que gané. Increíble, pero cierto, la que menos sabía (y menos interesada estaba) de fútbol se llevó el dinero de todos los involucrados.

Por último está el de Alemania 2006. Por ese entonces yo estaba laborando como practicante en CEPES. Como todos los días yo llegaba puntual poco antes de las 2 de la tarde y encontraba la sala de radio repleta. Esa oficina era la única con televisor y nadie se quería perder los partidos, ni si quiera mi jefe, que terminaba olvidándose de las noticias, entrevistas, informes, locuciones y demás para ver cada enfrentamiento.


Esta claro que no me gusta y no me importa el fútbol. Pero mentiría si digo que no voy a ver la inauguración, por supuesto que la voy a ver, quiero saber cómo van a sorprender los brasileños al globo, y tal vez vea partes del partido final, porque de todos modos quiero saber si España repite el plato, si con un triunfo de Brasil la Copa se queda en casa, si Argentina cumple su sueño de volver a ganar el mundial, si Alemania recupera el triunfo, si Holanda se quita la espina o si algún otro país da la sorpresa. Solo por cultura general y para no andar tan perdida en el tema.

Es más, hasta tengo pensado en comprarme un polito del mundial, o de repente canjearme la mascota, porque el armadillo me parece de lo más simpático. Cabe aclarar que yo sueño con ver a Perú en un Mundial, pero soy brutalmente honesta y realista, se necesitan cambios de raíz para alentar a la selección. Y si Perú va a Rusia 2018, me voy a subir al coche y voy a celebrar porque aunque no me guste, no voy a negar lo que alguna vez dijo Pedro Canelo, El Joven Nostálgico, el fútbol nos regala la ilusión más linda, la ilusión más grande.    

Canción para recordar el Mundial del 2006... Mientras en este lado del globo relacionamos a Alemania 2006 con Shakira y sus caderas que no mienten, Europa se rendía ante la generación del amor y celebraba el Mundial con esta canción genial de Bob Sinclair



La última vez que Perú fue a un Mundial, sucedió en el 82, España era la sede, yo tenía un año y, por supuesto, no recuerdo nada de nada. Con cambios sustanciales (empezando por mandar a la horca a Burga) si se puede regresar. Yo exijo ver a mi país en un mundial, yo no quiero volverme tan loca, y menos, como Charly García, por eso vamos a escuchar la versión de Fito Páez





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