30 + 3

Señoras y señores, el tiempo corre sin pedirle permiso a nadie y estamos, como jugando y casi sin darnos cuenta en mayo. Ayer apagué una velita más, y por una coincidencia cósmica antes de que sonaran las 12 campanadas del 19 de mayo tuve un pequeño repaso por quien era... como para recordar quien soy en esencia pura, sin antioxidantes, ni químicos que intensifiquen mi sabor.


Quien asume que esperaba ansiosa y feliz la fecha de mi cumpleaños este año está totalmente equivocado. Yo como la mayoría de mortales, creo, espero feliz mi cumpleaños, porque a quién no le gusta ser el centro de atención, sin estar enfermo, por un solo día. Sin embargo este año la cosa cambió radicalmente. Todo iba bien hasta que reparé en que cumplía 33 y el solo pronunciar esa cifra me ataba de nervios. No me malhumoraba el que los días pasaran volando, pero si me desubicaba un poco, me bajoneaba otro tanto y todo eso se traducía en apatía. No quería nada con nadie.

Una amiga, que sabe perfectamente que la apatía y yo no somos compatibles hizo de todo para que no me tiemble todo al decir estoy por cumplir 33. Me recordó esa frase que fue mi escudo y precepto cuando estaba por llegar a la base tres, pero en el camino olvidé "una mujer a los treinta y tantos es más sabia y disfruta más". Tiene razón, una mujer a los 30 se vuelve más interesante porque tiene más historias que contar, más experiencias de las que aprendió (y en algunos casos disfrutó), más lucidez en sus decisiones, más sensatez en sus planes, más firmeza en sus convicciones, más tolerancia a la frustración (porque aunque planeemos todo al milímetros, los factores externos existen y se hacen notar cuando menos lo esperamos), o sea la tenemos (o deberíamos tener) clara.

Y esto es muy al margen del estado civil. Una mujer casada, soltera, divorciada, viuda, conviviente o lo que fuese, a los 30 ya sabe a dónde va y por dónde ir. Tantea y en una puede saber si es o no es, si crece o se derrumba, si procede o se trunca antes de alzar vuelo. Pero llegar a ese punto no es gratis, ni es producto de una fórmula mágica que le añaden a las cremas anti edad, es el resultado de caídas, tropezones, resbalones y demás calamidades de las que nos hemos levantado, por las buenas o por las malas y no sabemos bien cómo. Ya sabemos que nos hace daño y tratamos de alejarnos, o de manejarlo mejor. Sabemos caer y volver a levantarnos respirando fuerte, como dice la canción de Fuera del Resto.


Recordando todo esto me dispuse a jugarme las previas del cumple y me fuí al cine. Quería ver "A los 40", y no por una cuestión cronológica, sino por moda. Y en esa película se toma en cuenta el famoso proyectito de vida del cual hable alguna vez. Dos protagonistas los habían alcanzado, pero una de ellas no, lo que es peor, no estaba muy cerca de lo que había imaginado para ella. Y estoy segura de que si se hubieran dado el trabajo de preguntarles a las extras qué decía su proyecto y qué eran en ese momento, la mayoría hubiera caído en la cuenta que no pues, las circunstancias no son tan manejables y una tiene que ponerse el cinturón de seguridad y manejar utilizando las vías alternas para llegar a alguna parte.

Tras la película, y con el popurrí homenaje a Juan Gabriel en la cabeza (si han visto la película, saben de lo que hablo), fuimos a un karaoke y entoné, además de "debo hacerlo todo con amor..." las canciones de Alejandra Guzmán. Se me había olvidado cuanto me gustaba cuando era chica. Y es que a los 11 o 12 años, ella y Lucero eran mis ídolos, lo máximo, las ya no ya (junto con Menudo, aunque ellos estaban un level muy superior). Y mientras las escuchaba diariamente me imaginaba lo chévere que sería trabajar en una radio. Han pasado más de 20 años y ya le puse check a esa tarea, claro no entré a una radio comercial, pero hasta la fecha trabajo para lo que me apasiona, la radio, comunitaria y con un fin más noble, es decir, superé la expectativa.

Una vez hecho esto y con el cambio de clima a cuestas decidí ordenar el closet, olvidarme del valor sentimental de y darle de baja a todos esos polos, blusas, pantalones y demás que no uso por viejas, desteñidas, pasadas de moda o porque ya no me quedan. El resultado fueron dos bolsas de ropa para donar (ya tienen destinatario, por si acaso), otras dos con prendas que se convertirán en trapeadores, lugar para la ropa nueva que me regalaron por mi cumple cumple y la certeza de que esta limpieza es la muestra externa de que los 33 es una etapa nueva, que me quedo solo con lo que quiero, de que abro la mano y suelto, de que se vienen cosas mejores, de que este será un año espectacular (o eso espero).

Estas fueron solo tres de las muchas cosas que me ocurrieron antes de las 00 horas del 19 de mayo y que me llevaron a ese reconocimiento que necesitaba a gritos, tenía que borrarme la apatía de la cara, asumir con la cabeza en alto de que el tinte es parte de mis compras mensuales, de que tengo una rutina nocturna que incluye dos cremas, la humectante y la anti señales  (y estoy pensando que pasados los 30 se suma una crema más por año), que me interesan las noticias relacionadas a las AFP, fondo de pensiones y demás, y que aunque hago el esfuerzo por comer sano, mi fuerza de voluntad sigue brillando por su ausencia y en buenas intenciones se queda todo (aunque he reducido mi ración mensual de chocolates).

    
Soy Sandra Herrera Antay, tengo 33 año recién cumplidos, soy comunicadora por vocación, opción y pasión,  no concibo la vida sin la radio encendida, me encanta caminar escuchando las canciones que mi MP 3 suelta de forma desordenada. Soy media complicada, tengo un montón de manías absurdas, soy muy cotorra, risueña, detallista, romántica hasta caer en la cursilería, algo aniñada (más no inmadura), perfectible, apoyo la unión civil, amo mi espacio y respeto el espacio ajeno. Y si, busco buena compañía para explorar el mundo entero. Pero eso si, no acepto menos de lo que exijo, equidad ante todo.

Dicho esto en voz alta y escrito como introducción de esta nueva etapa, empiezo a escribir sobre los 33, que sea lo que tenga que ser, o sea la mejor edad de todas. Bienvenidos 33, vengan a mi mundo, hay un libro en blanco que tengo que escribir.

Canción para la cumpleañera... En esencia soy la misma, la extraña en el asiento, amor pasajero cual desliz, la dulce y veloz, más guapa de cualquiera, flor de papel disolviéndose en la lluvia, la morocha (o mejor dicho, rubia con su plata) que no tira la toalla porque hasta los más mancos la siguen remando, la inmortal (porque yo soy el destino de alguien, la pregunta del millón es ¿de quién?)





Y en la celebración oficial pre cumple con mis queridas pos pos modernas esta canción puso a poguear a todo el mundo, y recordé que alguna vez fui una rebelde bien peinada que se alucinaba una grandaza y, aunque me gustaban las canciones de Gianmarco, le tiraba arroz a Gorrión y no me perdía un capítulo de Los de Arriba y los de Abajo, por eso cambiaba de canal cuando esta tonadita sonaba vía ATV







  

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