Lo que tenga que ser

Te deseo un feliz 2014. Lo hemos escuchado y dicho tantas veces, a pesar de que sabemos y admitimos de que la felicidad no es un estado constante, es solo un instante que pasa tan rápido que ni si quiera permite que nos percatemos de lo bien que nos sentimos en ese minuto. A pesar de ello, todos vamos a desear y nos van a desear un feliz año nuevo.


Hace algunos años Renato Cisneros criticaba la costumbre de desear un feliz año nuevo, tal como lo acabo de hacer, y señala que es mejor desear que el año venidero sea lo que tiene que ser. Es verdad. Obvio que le voy a desear a toda mi gente querida miles de momentos felices para el año por venir, pero todos sabemos que nos vamos a encontrar con problemas que vamos a tener que superar, así tengamos todo planeado al milímetro, siempre hay inconvenientes de última hora en el camino.

Cuando empezó este año pensé exactamente eso, que sea lo que tiene que ser, o sea un año mucho mejor que el que se está yendo, porque si bien el 2012 fue un año con gratos momentos, los últimos meses se me pusieron color de hormiga y aunque trataba de ponerme a tono con la temporada festiva, no lograba sumergirme del todo en el espíritu que traen las fiesta del fin de año. Y los primeros meses de este año fueron por poco fúnebres, sin trabajo y con mil ideas insensatas dándome vueltas en la cabeza (con tanto tiempo libre una siempre piensa tonterías).

Y fue en medio de esa bajoneada en que me di cuenta de que personas valen la pena tener al lado. Absolutamente todas mis amigas se portaron a la altura, acompañándome, respetando mis silencios, escuchando mis lamentos, alcanzándome los kleenex, sacándome de las mechas de la auto exclusión y, finalmente, celebrando mis pequeñas victorias. Por eso, la amistad reconocida y revalorada es una de las grandes lecciones que me deja este año.

Como no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que resista 50 si quiera, llegó el nuevo trabajo, y con él caras nuevas, tareas nuevas, retos nuevos, en fin, una serie de cosas nuevas y positivas que llegaron y otras que están por llegar y que a regañadientes al principio voy a ir asumiendo porque este nuevo trabajo marca una etapa nueva. Este es el momento para crecer laboralmente, el límite lo pongo yo, y aunque estoy en crecida, me falta mucho por recorrer, por aprender y por seguir.    


Las cosas empezaron a cambiar en mi vida, y mejoraron cuando del cielo y en el momento mas inesperado llegó otro trabajo de medio tiempo. Era todo un reto, lo sabía, pero igual lo asumí, un par de horas menos de sueño eran canjeadas por unas monedas más, un trato justo. El pago tardó, pero llegó con un extra por lo que pude darme un doble gusto, unas horas de shopping sin preocupaciones en la cabeza y comprarle un regalito a las chicas de la barra, nuestras entradas para ver a Olga Tañón, Marc Anthony y Don Omar (aunque a este último no lo vimos porque se presentó demasiado tarde).

Ya que hablamos de ello, este año por razones que creo saltan a la vista, no fue otro año conciertero, como el 2012, pero ver a Alejandro Sanz, a Olga Tañon, a El Diario de Hank (y ver renacer mi espíritu groupie) y a los Hermanos Yaipen fue suficiente. Punto aparte merece el intento de ver a Mar de Copas, que se quedó en el intento y en escucharlos (no verlos) en el tercer piso del local barranquino de toda la vida, La Noche. No los llegué a ver, pero recuerdo esa noche con alegría porque después de mucho tiempo iba a un concierto de la la mano de alguien. Un alguien que me deja con la eterna sensación de no tener las cosas claras, pero eso no lo pensaba mientras escuchábamos País de tus Sueños o La Máquina del Tiempo.

No fui a muchos conciertos, pero si viajé dos veces. Concoer nuevos lugares es un plus de mi trabajo, el detalle es que nadie me asegura que me van a gustar los lugares a los que vaya. Fue así que casi muero de hipotermia en Pasco. Resulta que la altura me chocó mas de lo que pensaba (y ninguna pastilla mágica hizo que se me pasara el malestar) y el frío de congeladora me paralizó. Moraleja: a Cerro de Pasco no regreso más (no puedo decir que a Pasco no vuelvo, ya que ahí queda Oxapamapa y yo quiero conocer ese pedacito de Europa en plena ceja de selva peruana).

Por el contrario, Cajamarca me maravilló con su cielo celeste, sus callecitas empedradas, su plaza de Armas enorme, su comida riquísima y su hotel cinco estrellas. Prometo regresar pero para hacer turismo ya que ese es el inconveniente de los viajes de trabajo, conoces, pero no haces turismo propiamente dicho. Siempre tomaba estos viajes como un punto de reflexión, una pausa a la película para repensar las cosas, pero entre mi malestar y mi fascinación poco pude hacer. Disfrutaba del nuevo escenario mientras trabajaba y regresaba con nuevas experiencias, un poco de cansancio y unas imperiosas ganas de pasar varias horas en mi cama.


Tras este breve repaso por el 2013, preparémonos a recibir el 2014 con todo lo que traiga, lo bueno y lo malo, dejemos que sea lo que tiene que ser. Un año que nos va a deparar un montón de momentos felices, que o nos van a sorprender, o van a depender de nosotros, de nuestra iniciativa y voluntad, y también va a ponernos algunas piedras en el camino que de repente nos harán tropezar, y habrá que levantarse y aceptar la caída como una experiencia amarga, y por eso mismo valiosa. 

Es un nuevo año, una nueva etapa, nuevas ilusiones, nuevos sueños, nuevas experiencias, nuevas retos, nuevas oportunidades, nuevas realidades. Yo deseo un 2014 lleno de instantes buenos y malos, que sea lo que tenga que ser, un año al que sepamos sacar provecho poniendo la mejor cara posible, pero si deseo eso a cada una de las personas que se crucen conmigo en año nuevo, me va a dar el 3 de enero y no voy a terminar de saludar, así que lo resumo en una simple frase: Que tengan un espectacular año 2014. Y que sea lo que tenga que ser.
 
Canción para dar la bienvenida al 2014... pase lo que pase, caminemos hacia las metas, rescatemos lecciones, celebremos victorias y mantengamos la fe siguiendo en el mismo lado
 
 
Con sus buenas y malas otro año se va y algo debemos reconocerle porque hay que vivir para contarla. Yo creo que con sus altas y bajas, valió la pena disfrutar en la medida de los posible este 2013
 




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