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A pesar de mis esfuerzos, este año el stress pre navideño hizo su aparición y realmente estoy agotada. No sé que pasó, tal vez caigo en cuenta una vez más que una agenda se me hace imperiosamente necesaria (hay una en mi lista de regalos), o tal vez el trabajo me tiene tan absorta que el tiempo me quedó corto, no lo sé, lo único que es seguro es que es 24, son las 6 de la tarde y estoy agotada.
Al mediodía veía por el noticiero el caos que invade el Centro de Lima y los principales centros comerciales de la capital y pensaba doble suerte: ya no vivimos en medio del desastrozo Cercado y como yo soy recontra organizada mis regalos ya están comprados y ando en el proceso de envolvimiento (proceso que convirtió a mi cuarto en una sucursal de la fábrica de Papá Noel), Y mientras envolvía mis regalitos, y les ponía la tarjetita, y tarareaba alegremente la canción que sonaba en la radio, mi tía entra a mi cuarto y me cuenta que un tío y su familia van a pasar Navidad con nosotros.
Acto seguido, entré en pánico. Me encanta recibir gente en Navidad, es más este tío y su familia siempre serán bienvenidos en mi humilde morada. El detalle es que caí en cuenta de que no me faltaba un regalo (el de mi abuela, pero esa compra ya estaba prevista), si no cinco regalos y debía hacer algo en el acto. Busqué soluciones y dije, bueno, vamos a Plaza San Miguel. Hice las compras navideñas más veloces de la historia y regresé a casa a envolver estos presentes.
La idea de dormir ya fue descartada, antes de las 8 de la noche la Misa del Gallo me espera, así que de vuelta me compro un red bull y listo, a seguir que mañana voy a casa de una tía a entregar dos regalitos que Papá Noel va a dejar en mi chimenea (o esa es la historia que les voy a contar a mis sobrinos y espero ser creíble).
Este cansancio es producto de haber estado de reunión en reunión desde hace dos semanas, que las AgroBellas, que las pos pos modernas, que la gente del trabajo, que mis amigas de la universidad. Y aunque no vi a todos y cada uno de mis amigos, al menos he compartido y abrazado a la mayoría de mis amistades, les he deseado una Feliz Navidad y un 2014 llenecito de gratos momentos para la posteridad.
Con los regalos envueltos, la cena en el horno y los saludos virtuales respondidos, o sea casi todo bajo control, procedo a contarles que el objetivo de este brevísimo post no es atarantarlos con mi cansancio navideño, sino saludar a todos y cada uno de ustedes. Como les he dicho hasta el hastío en mis últimos post, rescatemos el verdadero sentido de la Navidad. Antes de lamentarnos por lo que no tenemos, agradezcamos por todas las cosas buenas que están en nuestro día a día.
Muy Feliz Navidad para cada uno de ustedes. Brinden con todos, abracen fuerte, repartan sonrisa, digamos te quiero. Apaguen el chip Grinch aunque sea por un par de horitas y buenos días los pastores que esto recién empieza. Mis mejores deseos para todos ustedes.
Canción para recibir la Navidad... he tratado de buscar otra canción, pero se me hizo imposible. Esta más allá de ser mi película navideña favorita, es mi película favorita por excelencia, y esta tonada me parece precisa para contarles que espero que todos sus deseos se cristalicen
Y esta es mi publicidad favorita de la campaña navideña 2013. Papá Noel se suma a la lista de personas que creen en nosotros. ¿Por qué no nos animamos y seguimos contagiando de espíritu navideño a quien nos pase por delante?
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