No significa nada

Terminaste con el pata en mención. Ya superaste todas las etapas post ruptura. Ya te acabaste todos los kleenex y no se te da la gana de comprar ni una caja más. Ya lo superaste y se lo dices a todo el mundo. Ese mismo mundo que a lo mejor no te lo cuenta, pero sospecha que el capítulo aun no está cerrado. Y si te lo dicen te llega, porque lo que comentan no significa nada.
Que te pongas nerviosa cuando lo sabes cerca no significa nada. Andas de compras, disfrutando como surfista en Hawái tu esporádico síndrome de compradora compulsiva, acompañada de tus amigas que se dieron cuenta de que necesitan una casaca o unos zapatitos y de paso un bolso que haga juego, y un par de pantalones, polos, vestidos, bikinis y ya que están ahí, porque no chequear discos, libros y accesorios para el hogar (o sea alguna tontería que no vas a usar, pero inexplicablemente necesitas).
De tanto comprar te da hambre, así que vas al patio de comidas. Una de tus compañeras de compras va por una dona, porque, nada mejor que una dona de chocolate glaseado para alegrar el alma cuando no encuentras la talla en ese pantalón que la semana pasada le vieron puesto a Fulanita, pero que a ella, tu mejor amiga, le quedaría mucho mejor. De pronto llega a la mesa con cara de circunstancia y te cuenta que lo ha visto. Él, ese desgraciado con el que terminaste, y gracias a Dios que lo hiciste, está en el mismo patio de comidas, pidiendo la misma hamburguesa que tu pensabas comer. 
Pero tu ya lo superaste, y el hecho de que te sonrojes cuando tu amiga te cuenta lo ocurrido y tú vueles al baño a peinarte, arreglarte el maquillaje, abrirte un par de botones mas de la blusa, y cuando vuelves a la mesa lo ves de lejos y empiezas a jugar con un mechón de tu pelo, tic típico que delta tu nerviosismo no significa NADA.
Que te arregles con especial cuidado porque tu y él van a coincidir en un evento no significa nada. Estas invitada al tono de la vida el fin de semana, y tu por nada del mundo te vas a perder esa fiesta, pero, pequeño detalle, él también está invitado. Entonces dudas un instante, pero su insignificante presencia no te va a aguar el plan del fin de semana. Hizo eso durante todo el tiempo que estuvieron juntos y que tú, por el inmenso amor que sentías te quedabas en casa si él no quería ir al cumpleaños  de Sultanito porque, "no amor, si tu no vas, me voy a aburrir, así que mejor nos quedamos y vemos alguna película en el cable".
Hay un 99.99 por ciento de probabilidades de coincidir en esa fiesta, pero tu vas a ir de todos modos porque él ya es materia pasada y superada, ya no recuerdas nada de esa relación que solo fue un lapsus, un borrón en tu cuaderno, un espasmo, un instante de insensatez, hasta ahora no te explicas qué le viste.
Por eso mismo, el hecho de que te pruebes toda tu ropa y nada te convenza, que vueles a comprarte media boutique y que gastes lo que te queda en la peluquería, porque tu pelo, tus uñas y tus piernas deben estar perfectas ese día es un asunto de autoestima. El que te híper produzcas ese día y quieras ser el centro de atención esa noche en la que los vas a ver si o si, no significa NADA.
Bueno, si, hay noches en que lo echas de menos, pero solo un poquito, muy poquito. Por eso aun guardas en el cajón de tu mesa de noche, debajo de un libro que lees cuando se te espanta el sueño, una foto de los dos juntos, cuando todo era felicidad y algarabía. Pero un día te hartas de tanta nostalgia estúpida y juras que nunca más vas a tumbarte en tu cama, ver esa foto y sonarte los mocos. Pero en la foto tu sales linda, así que no la vas a romper, la vas a colocar lejos de tu alcance, bien lejos.
Sin embargo, una tarde de invierno, sola en tu cuarto, con algo útil que hacer seguramente pero, ay qué flojera, decides encender la radio para alegrarte un poco y decides escuchar una estación de baladas (claro, nada como unas baladas "me corto las venas con galleta de vainilla para que la muerte sea dulce" como para levantar el ánimo) y de pronto suena esa canción, tu canción, la canción que te recuerda a tu ex.
Pero tu ya te cansaste de llorar por él y de extrañarlo, frente a todos has jurado que nunca más te verán con cara de velorio, y como estas sola, nadie tiene que enterarse que lagrimeaste escuchando esa canción, pero fue porque la letra es muy bonita y la historia que narra es intensa. El hecho de que las lágrimas se te sigan escapando y que recuerdes la última vez que bailaste esa balada trepada al cuello de él no significa NADA.


Así como estas tres situaciones elegidas al azar (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia), hay un montón de casos en los que nos esmeramos en demostrar a propios y extraños que ya no pasa nada con el patán ese que nos hizo puré el corazón. El detalle es que nos esforzamos en pintar algo que nosotros muy en el fondo, sabemos que no es verdad. Y mientras mas nos deshacemos en disfuerzos, menos creíbles somos.

Tras una ruptura el periodo de luto es tan normal, como tedioso, detestable, grisáceo, indeseable, pero saludable también, porque saltar de una relación a otra, como que no es. El detalle es que ese duelo no es estándar, no hay un tiempo establecido, no es igual para todos, depende de los sentimientos que hayan estado en juego, el tiempo que duró esa relación, el grado de compenetración, el carácter de cada quien y, por supuesto, los daños dejados en el corazón. Así que mejor dejamos de hacernos las ultra superadas, llevamos la procesión y nos sorprendemos, primero a nosotras mismas y después a todo el mundo, al darnos cuenta que realmente verlo o no, nos da exactamente igual, porque él ya no significa nada.

Canción para superar el luto... Y para sentirnos más y más fuertes como nos lo canta una liberada y aún en el limbo de dulce colegiala - símbolo sexual, Britney, que es un buen ejemplo de los excesos mientras tratamos de dejarle en claro al mundo de que estamos frescas cual lechuga después de que nuestro gran amor (y en su caso, padre de sus hijos) nos adornó y abandonó

 

Este post surgió tras ver a una persona muy cercana a mi que me decía una y otra vez no pasa nada, aunque deja la puerta abierta por si puede pasar algo, otra vez. Me recordó la cantidad de veces que yo también decía no pasa nada, pero bien que pasaba. A solas escuchaba esta canción pensando que ya no debía sentir nada, pero mi corazón andaba terco... por suerte ahora ya se deja maniobrar
 
 

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