Los novios de mis amigas ¿son mis amigos?
¿Qué tanto importa la opinión que tus amigas (y tus amigos también) tienen de tu galán? Pues en realidad, poco o nada, porque total, en una relación de pareja, el tercero sale sobrando. Pero, ¿pueden darte su punto de vista? Si, cada quien tiene una óptica propia, y si esta miradita es a solicitud de la involucrada directa, bienvenida sea. ¿Qué tanta validez tiene esa visión? Eso depende de cada quien.
Mi política es nunca opinar sobre las decisiones que toman mis amigas, en general. Total, yo creo que todas mis amistades son adultas, independientes, inteligentes y saben que hacen con sus vidas, y que dejan de hacer también. Me mantengo más firme aun si se trata de opinar sobre sus relaciones. Las puedo escuchar, puedo solidarizarme con ellas, puedo darles mi apoyo (o decirle, no te pases pues), y si me lo piden, puedo aconsejarlas desde mi humilde experiencia, pero jamás, jamás, never in the life, emitir un juicio sobre sus parejas.
¿Por qué? Pues porque a la mayoría no los conozco, más allá de alguna reunión compartida y los comentarios que hacen mis amigas sobre ellos. Y tratar de tener una opinión propia va a estar condicionado según lo feliz, o miserable que hacen a mi íntima.
En una relación de a dos es mejor no meterse, porque ellos, y sólo ellos, entienden su rollo, su error y su dinámica. Ya lo he dicho en un post anterior, si tu amiga tiene la pelea definitiva con el canalla (el mismo que antes era conocido como gordito, amorcito, bomboncito, conejito o similares), tu en nombre de la solidaridad de género y el inmenso cariño que te une a ella lo marcas con la cruz del odio, le haces el kame kame ha, lo mandas a la guillotina, lo desprecias, le dedicas la canción Rata de dos patas, y todo ¿para qué? Para que después de que a tu amiguita se le pase la rabieta y tras una conversación serena y con aires de arrepentimiento, los veas nuevamente de la mano, comiendo helados y derrochando miel. Y te tienes que retractar y guardar tus comentarios hasta nuevo aviso.
Para evitar esas incomodidades, yo me quedo calladita. Y viceversa. Con mis amigas nos contamos todo, nos escuchamos, nos asombramos de las coincidencias y nos matamos de risa al ver esos capítulos típicos de pareja y la manera tan dramática que tenemos de asumirlos. Vamos al karaoke y dedicamos canciones almibaradas o despechadas, segun sea el caso y la persona que recibe nuestra declaración de amor o de guerra. Frente a un capuccino y un postrecito confesamos esas intimidades buscando alguito de comprensión, apoyo o simplemente oídos abiertos y puntos de vista que ya depende de nosotras si los tomamos en cuenta o no.
Es obvio que voy a tener una apreciación de los enamorados, novios, amigos cariñosos o esposos de mis amigas, pero me la guardo. Insisto en que conociéndolo o no, puedo hacerme una idea de la persona que es según lo que escucho de él, y como veo a mi amiga. Si saca lo mejor de ella y encima la veo enamorada y feliz de ser correspondida, pues lo aplaudo de pie y hasta puedo abogar por él, pero dependiendo la situación (si no estoy de acuerdo con su proceder puede encontrar en mi a una enemiga de temer). Pero si veo que su influencia en mi queridísima equivale a un retroceso y las situaciones que ella me cuenta se parecen a las narraciones de la enciclopedia "Durmiendo con el enemigo Vol I. II y III" y encima, cada vez la veo mas confundida o estresada, antes que disfrutando de su relación, me muerdo la lengua, aunque no me molesto en hacerle notar mi incomodidad cada vez que tocamos el tema.
Creo que a mis amigas les facilito la tarea y se les hace bien sencillo saber si el susodicho me hace feliz o no. Yo no me molesto en disimularlo y dejo que mis ojos brillen, mi sonrisa sea colosal, mi tono de voz varíe, en fin, cuando estoy enamorada y es correspondido se me nota. Él es aprobado, si reparo en sus detalles, si les cuento que tal la pasamos el fin de semana, o los planes entre dos. Y le ponen estrellita en la frente y carita feliz si notan que, aunque estoy con él, tengo tiempo para las amistades y aire para mi. También ha reinado el desprecio cuando les he contado capítulos nefastos con alguno de la lista que conforma mi historial.
Aunque a mi me gusta resolver mis problemas sola, alguna vez mis amigas se han enterado de mis enredos con pelos y señales. Con que me escuchen me basta, pero sus juicios siempre son bienvenidos, porque me permiten tener distintas miradas de una misma situación, y eso me lleva a la raiz del asunto, para ver si tiene salida, que de hecho la tiene, algunas veces es abrir la puerta y decirle al susodicho, vete nomás, no te quiero ver (¡grande Maricarmen Marín, esa canción es lo máximo!).
Yo le doy validez a la opinión de mis amigas, pues si. Quienes mejor que ellas que me han visto llorar, maldecir, sumergirme en la depresión y salir airosa para decirme si, te vemos enamorada, o, ay Sandra ¿no te das cuenta de que es un inmaduro? No adopto fe ciega, pero si piso con cuidado y trato de ver con mas claridad para finalmente, darles la razón, o la contra y cruzar los dedos para que el tiempo premie mi decisión.
Aconsejar es un cantar distinto. No todas las personas sentimos igual, ni opinamos igual, ni damos nuestro brazo a torcer con facilidad, a veces nos ponemos tercas y asi veamos que el calcetín es gris, a nosotras nos parece blanco y vamos con el blanco hasta el final, y como no nos gusta decir me equivoqué (seamos sinceras, ¿a quién le parece recontra paja admitir sus errores en público?), escucharemos un odioso "te dijimos que era gris". Creo que eso es lo que duele más y lo que mas cuesta callar. Ese fastidioso "te lo dije" puede ser mortal en un momento de depresión post rompimiento.
Hay casos en los que tu amiga está con tu amigo, y eso tiene sus pros y sus contras. Por un lado sabes que tu amiga está en buenas manos y que ese chico no es miserable (en el mejor de los casos), que a lo mejor no terminan en el altar, pero al menos va a ser una relación que hará crecer personal y emocionalmente a tu inseparable, y eso te hace sentir bien, te alegras por ella. Pero en los conflictos tu puedes estar en medio, él viene, te cuenta lo que pasó, y luego viene ella y te cuenta su versión de los hechos, y por supuesto, espera atenta tu comentario. La situación es un tanto, seamos honestos, en realidad es muy incómoda, y hay una regla que debemos tener muy, muy, recontra presente, jamás contarle a uno lo que te dijo el otro, porque puedes terminar como la mala de la película (y lo digo por experiencia propia).
En otros casos, el chico este puede convertirse en tu amigo a raiz de que está con tu amiga. A ella la ves contenta, ilusionada, feliz, correspondida, entonces te dan ganas de hablar con él, de conocerlo, de tantearlo también. Así surge la amistad que puede prevalecer incluso después de la ruptura con tu amiga (si es que hay separación), siempre y cuando el fin haya sido en los mejores términos, si cometió una perrada y convirtió en papilla el corazón de tu forever amix, never enemix, el susodicho pasa directo a tu lista de desgraciados, que prefieres no volver a ver ni en pelea de perros, ni de gallos, ni de ningun otro animal.
Un punto básico es que la amistad no se puede imponer, si te haces amiga del chico de tu amiga, o tu amiga se hace pata de tu enamorado, enhorabuena, alégrate, toma en cuenta que nació espontáneo, sin presiones y circunstancialmente eso te hace feliz. Pero si por alguna inexplicable razón el chico en mención y tu, o tu media naranja y tu amiga, no se llevan, qué le puedes hacer, o darles tiempo, o evitar esos cruces incómodos (con voluntad y organziación si se puede).
Yo trato de ser políticamente correcta. Si el galán de mi amiga no me cae, pues lo evito en todo lo posible para ahorrar situaciones incómodas para todos. Y obvio, si me pregunta sobre qué opino de su relación, pongo mi sonrisa más formal y digo mi punto de vista, tres son multitud., Honestamente, siempre digo eso me caiga como me caiga el pata en mención. No creo ser celosa con mis amigas, por el contrario, como lo dije, si estan con un chico que la hace feliz, que la hace crecer, que corresponde sus sentimientos (y si se proyectan, mejor todavía) pues celebro por ella, y me esmero en escuchar sus historias, almibaradas o amargas, amarillas o grises. Vuelvo a decirlo, a veces simplemente escuchar basta.
No podemos manipular a nuestras amigas para que hagan o actuen segun a nosotras nos parezca, así creamos que es por su bien. Lo mejor que podemos hacer es hacerlas sentir que estamos con ellas, que respetamos sus decisiones, aunque no las compartamos y que en nosotras siempre, siempre, por los siglos de los siglos va a encontrar paciencia para escuchar, un hombro para llorar o un par de copas para celebrar.
Canción para noches de conversa... Yo siempre he encontrado oídos abiertos y eso es algo que agradezco, haberme tropezado con extraordinarias personas, que ahora puedo llamar amigas. Una de ellas siempre está en esos momentos críticos, y esta canción me recuerda a ella
Esta canción es recontra prehistórica y muy divertida. Si la escucharon alguna vez levanten la mano. Y si no, presten atención y diviértanse un toque... uy, vaya lío, los amigos de mis amigas son mis amigos
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