Después del adiós

Decir adiós fue difícil para mi, decía la banda nacional Amén, en una canción digna de cantar a voz en cuello con el Estadio de San Marcos repleto de fanáticos del rock made in Perú.Y así como fue complicado para ellos, también es difícil para mi, y para ustedes también (honestidad, ante todo). El mundo se viene abajo, todo pierde sentido, tiras al tacho esos planes para dos y llegan los largos días, con sus tardes y noches, en que recuerdas todas las experiencias compartidas y el inesperado (o que se veía venir, pero preferías ignorarlo) final.
 

Primero que nada, es mi deber informarte que estas ante una situación nada fácil. Puede que haya habido muchísimo cariño, que estabas recontra templada/o, que a lo mejor ya era una costumbre (recordemos lo que nos decía Rocío Durcal: "no cabe duda que es verdad que la costumbre, es mas fuerte que el amor"), o sea cual fuera tu situación, la ruptura duele, pesa, en síntesis, es un fastidio. Y como si fuera poco, hay una serie de etapas que tienes que asumir y, como buena hembra que se respeta, superar. Asi que límpiate la nariz, sécate las lágrimas, tírate el pelo para atrás, respira, y prepárate para mirar juntas estas etapas, una por una. Vuelve a respirar y síganme las buenas.
 
Impacto. No, no me he vuelto loca y he pasado de hablar de la ruptura a una canción de Daddy Yankee (por favor, dejemos de oír tanta radio Batería). Este es el primer momento, el decisivo, el que marcará un antes y un después. Es un día cualquiera, de pronto te llama y te dice el temido "tenemos que hablar". Empieza con un monólogo, balbucea y finalmente te lanza la bomba: "creo que es mejor terminar". Este argumento puede venir disfrazado de un darnos tiempo, distanciarnos una temporada, salir con otras personas, etc. Y antes de eso te va a decir el clásico no eres tu, soy yo, queremos cosas diferentes, no apuntamos a lo mismo y un eterno bla, bla, bla. No te derrumbes, estamos sólo en el inicio.
 
Negación. Apología a la palabra NO. Sus palabras retumban en tus oídos, si estas frente a él le dices que esto NO puede ser, que NO está pensando con claridad, que una relación tan bonita NO puede terminar de buenas a primeras, que NO lo vuelves a hacer. Y si estas rumbo a casa con su despedida taladrándote el cerebro NO lo crees. Piensas que es una broma de pésimo gusto, que está dolido por alguna mala actitud, que en uno o dos días te va a llamar, arreglarán las cosas y volverán a ser la parejita de revista. Es decir, en esta estapa haces todo, menos asimilar que todo se acabó, dices que este NO puede ser el final... pero, SI lo es.

Depresión. Empieza el velorio. Estas entendiendo que ya fue, que no era una pataleta. que ya no le pones y te sientes horrible. Para colmo los medios conspiran en tu contra y escuchas en la radio esa canción. "tu canción" o la tonada que describe al milímetro lo que te esta pasando (a mi me ocurrió y Que Te quería se convirtió en mi himno) en todas las estaciones  fm, una y otra vez, programan esa película de la primera salida al cine, o la que no vieron porque estaban ocupados en otras cosas, en fin, se proponen recordártelo. Es por eso que quieres dormir eternamente e imaginar que es una pesadilla, acabas con la caja de kleenex que tenías sobre el velador, te deshidratas de tanto que lloras, en fin, estas hecha añicos. En esta etapa, que es larga, vas a reconocer a tus amigas, porque van a aparecer un minuto después de que les cuentes tu tragedia y van a estar ahí, escuchando tu drama una y otra vez, apoyándote, arrancándote sonrisas, repitiéndote que una pena entre dos es menos atroz.


Culpa. De pronto, en medio del mar de lágrimas, aparece en tu mente ese instante desafortunado en que él malinterpretó esa mirada que le lanzaste al pata que te parecía conocido, el saludo afectuoso a tu amigo de toda la vida, la cancioncita romántica que cantaste voz en cuello (y no narraba precisamente el idilio entre los dos), el comentario halagador a un actor guapísimo que te encanta, la crítica a una pela que a él le parece digna del Oscar, pero a ti te pareció horrorosa. Es decir, ese detalle que te hace sospechar que todo este drama lo provocaste tu, que tu te lo buscaste, que es tu karma, que es por tu culpa, por tu culpa, por tu grandísima culpa. Tragas tus lágrimas porque la única responsable de este naufragio emocional del que dudas salir con vida eres tu y nadie mas que tu (por suerte esta etapa no dura mucho).
 
Rabia. En un arranque de lucidez y sensatez, recuerdas que él no es una maravilla de persona y que no es responsabilidad tuya  que sea un hijo de su madre sin que sepa su padre. Recuerdas todos esos malos ratos que te hizo pasar, todas sus faltas de cortesía, todas las palabras hirientes, y esa imagen mental que tienes de él se va trasformando hasta convertirse en un monstruo. Encima el muy desgraciado tuvo la frecsura de dejarte, a ti, que siempre fuiste refinada, política, detallista, comprensiva, amorosa, ¿qué se habrá creído? Es un tarado, un idiota, un energúmeno, como dice La India: es un gran necio, un estúpido engreído, egoísta, caprichoso, un payaso vanidoso, inconciente y presumido, falso, malo, rencoroso que no tiene corazón. En buena hora te diste cuenta que ese imbécil no vale la pena y compadeces a su próxima víctima, previo juramento de que nica vuelves con él (no hay forma, no en esta vida).
 
Resignación. Te cansas de renegar y admites que es una causa perdida, que esa relación no iba bien, que se había vuelto tóxica, que no estas para aguantar engreimientos, ni exquicites, ni esas manías irritantes del patán ese con el que anduviste. Te duele, es verdad, por eso justificaste tu dolor y te autoflagelaste en la etapa de la culpa, luego disfrazaste ese dolor de cólera y lo flagelaste al sujeto sin corazón este (que bien merecido se lo tiene) durante la rabia, y te va  a seguir doliendo por un tiempito mas, pero todo pasa. Tus amigas que aguantaron tus mocos, tus arranques masoquistas, tus improperios cantados a los cuatro vientos y, a pesar de todo, siguen ahí te lo repiten, y tu lo crees, "tiempo al tiempo". Ya fue y tu, madura, inteligente, con tu mejor cara y tu actitud matadora recuperada, lo asumes, lo asimilas y sigues adelante. Algo agotada, algo apenada, con algunos kilos mas por la cantidad de comida grasosa ingerida en los últimos días, pero con las cosas claras y eso es lo importante. Solo falta una etapa.
  
Reconstrucción. ¿El mundo se acabó? No. ¿Estas viva para contarlo? Si, algo destrudia, pero aun respiras y eso es lo que vale. Ahora viene lo mas complicado del asunto, volver a empezar. Pero si has sobrevivido a todas las etapas anteriores esto es papaya. Esta reconstrucción es un camino, un camino hacia ti misma, vuelves a reir, a salir, a sentirte tu, pero mas fuerte, con una experiencia mas y varias lecciones nuevas aprendidas al derecho y al revés. Lo difícil es no tropezar con la misma piedra, y si no queremos magullones, tenemos que andar con cuidado, no correr, un poco complicado en estos tiempos de un millón por hora, pero tu has salido airosa de un naufragio emocional titánico... después de esto, puedes todo.

 
 
Las despedidas siempre son difíciles. En un primer momento piensas, eso de que "las cosas son por algo" es un consuelo tonto, y nadie te entiende, porque a nadie le está pasando lo que te pasa a ti, y nadie siente lo que sientes tú. Luego aceptas de que si, de que todo ocurre por un motivo insospechado y refundido que en algun momento hará su aparición y tu dirás "en buena hora". Llorar desconsoladamente es normal, asi como maldecir, no querer saber nada de nadie, en fin. Pero todo con moderación, si esta sitaución se repite por un periodo largo de tiempo, consulta al psicólogo más cercano.
 
Con tiempo, paciencia y buen humor, todo pasa poquito a poco. Una vez leí que para decir adiós hay que tener valor, voluntad y la ligera esperanza de un reencuentro. Si un reencuentro, pero con el amor, no con el desgraciado este que te está dejando pasar. No es fácil, lo adevrtí al inicio del post, pero no imposible de superar. Que duele, pues si, duele, y también va a dejar una cicatriz que con el tiempo se convertirá en una huellita casi imperceptible que hablará por si sola de la persona que eres, de lo que has andado, de lo que has amado, y de que vives para contarla.
 
Canción para decir adiós... feliz o no, el final se asimila poco a poco, lo básico es recordar que por penas de amor nadie ha muerto, ni morirá. Así que solo queda seguir adelante, respirando, caminando y escribir nuevas historias, con nuevo coprotagonista
 
 
 
En plena reconstrucción te darás cuenta de que tu error fue entregarle el corazón y hacer de un lugar en tu vida a quien no lo merecía, y el error del sujetillo este tratar de estar a tu altura, cuando no te alcanza, por eso celebras el triunfo de su ausencia con esta canción
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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