Chip materno

No me voy a esmerar en ocultarlo.Yo quiero ser mamá. En muchas ocasiones me doy cuenta de que quiero tener un hijo, verlo nacer, crecer, darle lo mejor y cambiar mi vida por completo y para siempre. El momento preciso sigue siendo un misterio sin resolver, después de todo los niños llegan cuando tienen que hacerlo, y ni un instante antes. O eso espero con todas mis fuerzas.
 
 
 
Mi chip materno se activó y fue mas evidente que nunca cuando conocí a Leo, uno de mis primos menores, y aquí entre nos al que mas quiero y engrío. Cuando él nació yo tenía 19 años y todos necesitábamos babero, dejamos que nos rebautizara, que ocupara nuestra atención y yo lo incluí en mi lista de regalos navideños. Cuando iba de un lado a otro, con Leito de la mano, yo me alucinaba mamá, imaginaba como se me veía y como se me vería con mi barrigota y después con un bebe que no deja de llorar y mi cara de ¡help me! Aterrizaba en una, primero termino la carrera, veo qué  hacer con mi vida y luego me proyecto, pensaba.
 
Mi chip materno empieza a pulular cuando veo a mis sobrinos y a mis primas que ya son mamás (o sea, casi todas mis primas) y que han cambiado las noches de juerga por desveladas cuidando a sus retoños. Si, esa escena me desanima un poco, pero los fines de semana de tono en tono son etapas, y hay que quemar para crecer. Me encanta que mis sobrinos me digan tía, con eso logran que les baje el cielo, el sol, la luna, las estrellas o lo que me pidan. Verlos jugando, riendo, correteando, en plena hipercativdad me revitaliza, me conmueve, me contagia. Si, lo admito, soy una tía que necesita babero.
 
Mi chip materno me hace saltar de la cama cuando escucho a los niños llegando al colegio, a ese mismo que está a la espalda de mi casa, y retumba cuando suena el timbre de recreo. Sus yeeeee en ese momento me animan y hacen que me asome a la ventana para verlos correr, jugar, saltar, ser niños. Pienso cómo será mi hijo o hija, si le gustará el colegio o será un rebelde anti sistema como yo, si será estudioso o relajado, si me llamarán a la dirección para informarme sobre su mala conducta, si será artista y negado para los deportes como la mamá o viceversa. Lo voy a dejar ser, pero no se si en el camino cree a un monstruo con cara de ángel o a un Einstein encubierto bajo un demonio de Tazmania.
 


Mi chip materno se conmueve cuando escucho Por Ti de Ella Baila Sola, una canción que descubrí por casualidad hace muchos años y tiempo después reparé en todo lo que decía. Cierto día una amiga y yo la escuchábamos y ella me confirmó mis sospechas, una letra tan tierna sólo se le dedica a un hijo. Es verdad: "Por ti mi vida empeño por un momento de verte sonreir, por ti mi alma vendo a cambio del tiempo que necesites para ser feliz". Una promesa disfrazada de canción, yo te quiero regalar palabras, ser tu red para cuando caigas, cogerte de la mano al andar. Un juramento de amor incondicional y eterno.
 
Mi chip materno salta cuando veo a señoras llevando de la mano a sus hijos al colegio, a pasear, de compras en el supermercado o simplemente cargándolos en el bus. Me pongo en ese escena, con mi niño o niña de la mano, dejándolos en la puerta del cole, no sin antes desarles un día espectacular; llevándolos al parque mas cercano para que corran, salten, brinquen, jueguen, para que se desestresen y se cansen; empujando el coche y reemplazando los antojitos por leche, cereal y demás suplementos vitamínicos para que el baby crezca robusto y sano, y no se quede como un enano.
 
Mi chip materno se pone consumista cuando paso por las boutiques para niños. Compradora compulsiva, como soy, voy a vestir a mis hijos con el último grito de la moda, o sea algo de modelos van a tener. Si es niño va a tener sus ultra zapatillas de colores eléctricos, sus polos con diseños de súper héroes y su uniforme del equipo de fútbol de su preferencia (aunque ya me resigné a que será del Alianza gracias al poder persuasivo de mi papá). Si es niña ahí si me voy a volver loca (un poco más de lo que ya soy, si se puede) con la cantidad de tiendas que hay ahora. Por lo menos una visita bimestral al Barbie Store y a Stage, para que sea toda una muñeca, una mini modelo, una princesita.

Mi chip materno se emocionó cuando tres amigos de la universidad me adoptaron como hermana mayor. Los conocí en un taller de periodismo y un día conversando me dijeron "a la Bruja (ese adjetivo decsribe al milímetro a la profesora del curso) no la vemos como mamá, pero a ti si". Yo sonreía, me gustaba lo que escuchaba, me veían algo maternal, por eso me nombraron la hermana mayor del grupo y yo feliz aconsejaba, escuchaba y engreía a mis "hermanitos". El amor fraternal duró solo un ciclo, pero el recuerdo de esas charlas, los paseitos para hacer las crónicas y las críticas a la Bruja mientras nos tomábamos un capuccino de máquina después de clases, se quedaron en mi memoria (y en mi corazón) por siempre, o bueno, hasta la fecha y eso ya es bastante.
 
Mi chip materno se enternece cuando escucho a mis amigas que ya son mamás narrando con emoción sus embarazos, sus experiencias y tratan de poner palabras a todo lo que sus hijos les hacen sentir. Las escucho atenta e intento imaginar cual será mi reacción cuando sepa que estoy esperando un bebe, que pasará cuando sienta sus pataditas, sus movimientos, su cuerpo tomando forma en mi interior, que antojos tendré, porque de hecho los voy a tener, si tendré naúseas todas las mañanas, si me pondré híper sensible o quejumbrosa. Habrán cambios, eso ya lo asumí, cuales serán, no lo se, y no se si me aguante y me soporten. Solo puedo prometer que me portaré a la altura (no pidan mcuho tampoco, tampoco).
 


Mi chip materno se satura en esta época del año, en que por los ojos y oídos te recuerdan que ya viene el día de la madre y hay que comprar regalos según el tipo de mamá que tengas: clásica, fashion, ejecutiva, moderna, neo hippie, etc. Y eso que siempre se dice, que no es justo dedicarle un solo día a la mamá, claro se proclama, pero de ahí a ponerlo en práctica hay una inmensa diferencia. Algunos comerciales son cien por ciento consumistas, pero hay otros dignos de aplaudir y de pie porque dejan en claro una teoría que yo tengo como precepto, cuando uno es madre lo que crece es el corazón.

A todas las mamás que por alguna inexplicable razón cayeron en mi mundo (empezando por la mía que me lee religiosamente todas las semanas) y a todas las mujeres que tienen al igual que yo, el chip materno activado (¡que reggaetonero sonó eso, jaja!) les deseo un Feliz Día. Gracias por amar, apoyar, atender y sentir sin condiciones, por cambiar bolsos por pañaleras, por criar (o tener la intención de hacerlo) al mundo que está por venir, por ser el ejemplo de la madre que quiero (o no quiero) ser.

Canción para que el chip materno fluya... esta es, aquí está la canción que desde ya le dedico a ese hijo que aun no llega (y puede demorar un poco en entrar en escena). Por ti mi alma vendo, mi vida empeño, hago y doy todo, simplemente porque existes y porque vas a cambiar el sentido de la palabra felicidad


Esta canción es un homenaje personal a mi mamá. Si, mi mamá es moderna y neo hippie, mientras todos los hijos llevaron a su mamá a ver a Juan Gabriel el año pasado, ella me acompañó a ver a La Oreja de Van Gogh, para mi fue un lujo ir con ella. Esta canción no es de los españoles, es del crédito nacional TK. Ella sabe por qué le gusta, ustedes quédense con la duda. ¡Feliz Día Mami!

 
 
 
 
 
 
 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

El retorno de la duendecita

Solteronas y solteros codiciados

Lo que callan los hombres