Así es el calor

Alguna vez lo he confesado, me encanta el verano. A pesar de que en estos últimos días por el calor achicharrante que derrite a quien se atreve a salir y caminar cientos de cuadras sin sentido (levanto la mano) me he contradicho,  la idea de que esta es la mejor estación del año no me la quita nadie. En el mar, y bajo el sol, la vida es mas hermosa.


Conozco gente que odia el verano. He intentado ser tolerante, escuchar y entender sus razones, pero no me basta, no me convencen. Se suda mucho (más aun tomando en cuenta la humedad de Lima) pues si; el sol atonta, adormece y hasta causa dolor de cabeza, es algo que ocurre; los kilos extra y esos rollitos que aparecen por doquier no estan permitidos, bueno también. Pero creo que yo tengo más razones a favor de mister Sol, cielo despejado y días que empiezan mas temprano y oscurecen recién a las 7. Tantas que hacen click y minimizan a los argumentos en contra.

Que el sol se oculte tarde es una de las principales razones por las que me gusta el verano. Los días son largos, y eso es perfecto para quienes disfrutamos esta temporada en la playa. Mi sueño es tener algun día una casa frente al mar, si es a unos cuantos metros de la orilla mejor y pasar el verano entero allí, madrugando para disfrutar cada minuto bajo el sol, ver el amanecer y el sunset. ¿A quién no le gusta el sunset? Es el momento mas increíble del día, cuando muere la tarde, el cielo se tiñe de todos los colores imaginables y el sol se hunde en el mar, ¿cómo no disfrutar de esos minutos y sentirse agradecido de verlo? No hay forma de no maravillarse.

Una de las cosas que mas me produce felicidad y entusiasmo en la vida es un día de playa con mis amigas. No soy de las que se mete en el mar y nada por horas, porque al mar se le respeta, pero si es rico refrescarse en las aguas peruanas, chapotear, dejar que las olas te revuelquen y se lleven las malas vibras, caras largas, preocupaciones y demás. Hace un par de semanas eso me quedó claro como el mar de Pulpos (mi playa favorita). Unas amigas y yo habíamos quedado en ir a la playa, pero justo un día antes me entró la depresión, la crisis, el cansancio y dije no la hago. Mis súper amigas saltaron hasta el techo e iniciaron la campaña o vas, o vas. Me convencieron (en realidad no había forma de decirles que no, son muy persuasivas) y a la mañana siguiente nos enrrumbamos al sur. 

Respetaron mi silencio, no quería atormentar a nadie con mis paltas existenciales, compartieron cada segundo del día, nos tumbamos al sol, conversamos harto, reímos mucho, y finalmente nos metimos al agua. No se cuanto rato estuvimos en el mar, solo se que entró una persona y salió otra, mucho mas relajada, despreocupada, entusiasta e increíblemente positiva. Quien dijo que nada como el mar para ahogar penas y recuperar la esperanza perdida, no se equivocó. Una nueva lección aprendida, un chapuzón en el mar es un remedio infalible, si es en buena compañía mejor todavía.



Ese día las horas se pasaron volando. Y hubo un detalle que se me ha hecho una sana costumbre. En medio del chapoteo se nos antojo un helado y decidimos probar un glacial. Bueno, en realidad desde el año pasado y por la inminente curisosidad de saber que son esos helados que ofrecen solo en las playas, el glacial se ha hecho tradición. Desde el año pasado he decretado que día de playa sin glacial, no es día de playa ¡he dicho!

Otro intérprete de estos días soleados es "la canción del verano". Hace poco El Joven Nostálgico decía que también debería haber canción del invierno y baile del otoño. La música es atemporal, pero creo que en el verano se disfruta mas, o cala mas hondo una tonadita. No se que canción sea la que me remita al verano 2013 (Pan y Mantequilla de Efecto Pasillo es una fuerte canidata), pero si hay una que me lleva directo y sin escalas al verano del 95. Zombie de The Cramberries me hace recordar uno de los veranos mas despreocupados de mi vida. Estaba en la secundaria, bueno en realidad de vacaiones, pero cursaba la secundaria, y los fines de semana (y algunos días entre semana también) se me perdían en Los Corales, el club de playa. Ese era el point obligado de los domingos, bañándome toda la mañana en la piscina con mis hermanas, almorzando rico, matando la tarde en el columpio y acompañando el camino de regreso con un sundae de dos bolas. La vida era simple, algo insípida, pero ligera.

Y mientras escuchaba Zombie y la tarareaba mal (nunca me he destacado por el manejo perfecto del inglés) imaginaba los romances de verano ¿serán ciertos o es una leyenda urbana? me preguntaba. Hasta la fecha no tengo una respuesta. He tenido romances que se han iniciado en verano, pues si, pero se prolongaron a lo largo de las cuatro estaciones del año, entonces no califican como amores de verano. Puede deberse a que cuando voy a la playa mo objetivo es divertirme, compartir con mis amigas y reir, no gilear. O que cuando he ido a tonear al sur he ido en grupo mixto, nunca solo con amigas en plan de cacería. Que pueden existir, si pueden, que pasan a la simple anécdota también. Pero por ahora no gracias, yo paso. Yo busco a quien se atreva a acompañarme todas las temporadas, si nace en el verano o no se me hace indistinto, pero lo indiscutible es que debe acompañarme a la playa, sumamos ese requisito a la lista.


No puedo dejar de mencionar que en años colegiales verano equivalía a vacaciones, y por eso desde siempre amo la estación mas calurosa del año. Hacía lo que se me daba la gana. Un par de veces a mis papás como que nos les cuadró mi vagancia y me metieron a vacaciones útiles, aunque creo que era para que no me aburriera. En la primaria las vacaciones me aburrían un poco porque no estaban mis compañeras para jugar, pero en la secundaria el último día de clases era esperado con una expectativa inusual. Ese día, después de que la nazi mayor (léase Hermana Directora) clausuraba el año escolar, yo rompía reglas y empezaba a disfrutar de la libertad absoluta, o bueno lo que yo interpretaba como tal. Nada de unfiormes, ni tareas, ni despertarse temprano, ni monjas, ni formaciones, ni clases intrascendentes. Dormía hasta la hora que me parecía, perdía el tiempo como quería y por las tardes me enviaciaba con el atari (bueno si, un poco prehistórico el aparatito, pero en los 90's era lo máximo) y jugaba hasta bien entrada la noche. ¡Eso era vida!

Estas son mis razones para amar el verano. Que hay gente que se resiste y reniega de él, lo hay. pero yo le veo el lado bonito, lo disfruto, cambio las chompas por los shorts, cambio de color bajo el sol y me sumerjo en la onda veraniega. Si se puede con una limonada bien fría o con un helado de fresa. Así ¿quién se resiste?

Canción para disfrutar la ola de calor... Los Abuelos de la Nada lo dicen todo, y yo asiento y sonrío: no me saquen de aquí por favor estoy demasiado traqnuilo, no quiero preocuparme de nada hoy, así es el calor


Yo busco un amor para las cuatro estaciones del año, pero si la escena del encuentro cumple las condiciones que pacta Mar de Copas no me molesto, porque esta canción retrata un verano con sabor a rock nacional



Comentarios

Entradas populares de este blog

Tumba la fiesta

Solteronas y solteros codiciados

Lo que callan los hombres