Ahí está el detalle

Hace un par de semanas hablamos de las no-relaciones y de ese importantísimo no se qué que hace que no prosperen. Pues bien, estos detallitos pueden o ser enormes inconvenientes o una suma de defectos que no pensamos pasar por alto. Esta es una breve reseña de esas imperfecciones que no quise obviar e hicieron que muchas amistades quedaran solo en eso, amigos, simplemente amigos y nada más (o, en otros casos, que el sujeto pase al olvido).

Empezaba mi vida en la universidad. Primer ciclo, nuevo ambiente, nuevas caras, nuevos cursos, todo era novedad. Para la segunda semana de clases mi grupo de amigos ya estaba constituído, éramos tres chicas (con el tiempo una más se sumaría a la lista) y el Flaco (llámemoslo así). El Flaco y yo éramos patísimas inseparables. Con el tiempo él me convirtió en su confidente, su consejera, su celestina, y yo le dí el título de hermano. Jamás se nos pasó por la cabeza estar juntos, nunca, no había forma. Sin embargo en mi salón de cachimbos nuestra situación sentimental era un enigma. Párabamos juntos de arriba a abajo, a pesar de que a todos nos quedaba clarísimo que él estaba templadazo de mi amiga del salón, es más fueron enamorados (por dos semanas, pero estuvieorn y eso es lo que cuenta), y nadie sabía qué papel jugaba yo.

Durante el verano y al año siguiente, el Flaco y yo seguíamos siendo patas, estudiábamos juntos, almorzábamos juntos, conversábamos mucho en nuestros ratos libres. Con él supe que la amistad entre hombres y mujeres si existe. Me quedó mas que claro cuando un día conversé con un amigo de él que me decía "¿el Flaco y tu nunca han pensado en estar? Porque se les ve lindos". Yo le respondí con un tajante no y mi argumento era contundente "el Flaco y yo somos amigos, entre él y yo nada porque él estuvo con mi amiguísima, y en segundo yo lo quiero muchísimo, pero como se le quiere a un hermano". Ese era el detalle, el cariño no era a nivel pareja, al Flaco jamás lo ví como enamorado, pero siempre estará en mi corazón como mi hermano mayor.

El ingeniero limeño que ahora vive en España y yo nos conocimos hace muchos años. Un sábado por la mañana me invitó a almorzar. Quería comer chifa, y que mejor lugar que calle Capón, un lugar que yo conocía al dedillo. Esa tarde, mientras almorzábamos, me hablaba sobre él, sobre su vida, su trabajo, sus gustos, sus disgustos. Me pareció un tipo inteligente, de hecho lo es. Además, valgan verdades, es guapo, no será Ismael La Rosa o Fabricio Aguilar, pero tiene lo suyo. Encima tenía un toque de ambición, un toque de seriedad, un toque de misterio. Ideas firmes, distintas a las mías, pero con argumentos totalmente válidos.

O sea este ingeniero limeño que vive en España, lo tenía todo. ¿Por qué decirle no y en todos estos años nunca pasó nada? Porque esa primera tarde mientras lo descubría me dijo algo que me descuadró y me hizo descalificarlo de plano. Él no quiere tener hijos. Asume que con tantos peligros (que siempre han existido, pero ahora son mas evidentes) traer un niño al mundo es hacerlo sufrir. Al margen no le gustan mucho los niños y yo puedo pasar por alto muchas cosas, pero que algun día seré madre, algun día lo seré. Y me encantaría darle a mi hijo un papá que lo adore y lo espere con la misma ilusión que yo. Por eso asumo que el ingeniero limeño que vive en España es un gran amigo, pero prospecto no. No califica.


Hay otro ingeniero. Don Gruñón, ese es el calificativo que mejor le queda, porque es así. No conozco un hombre mas malhumorado y soberbio que él, por lo menos hasta ahora no. Yo aprecio a los hombres que tienen sentido del humor, entonces ¿en qué momento fue que invité a este sujetillo a ser parte de mi vida? En una noche de poca lucidez. Nos conocimos, nos simpatizamos, intercambiamos teléfonos y el patita era insistente. Me llamó los fines de semana siguientes, yo estaba en mi último mes de universidad y lo que me faltaba era tiempo y ánimos para salir un viernes o sábado por la noche. Así que me excusaba, hoy no, tal vez la próxima semana, sorry tengo reunión de grupo mañana temprano. A la tercera choteada me dió pena, ya parecía malcriada, por eso le envié un sms disculpándome por mis constantes "no, gracias" y le prometí salir al terminar mis exámenes finales (y de paso la carrera).

Así fue. Salimos, la pasamos bien y repetimos la escena varias veces, muchas. Obvio que como había interés, él me mostraba su mejor cara, todo era risita y complacencia, pero mientras mas lo conocía, mas me daba cuenta de que todo era una careta y él cada vez se esmeraba menos en maquillar la realidad. Don Gruñón era un renegón de temer, cero detallista, machista, experto en menospreciar a la gente, nunca acepta ni sus errores, ni sugerencias, impone sus ideas. O sea, nada que ver. Acepto que nuestra diferencia de eded (él es 13 años mayor que yo) nos tenga en frecuencias distintas, mientras yo quiero salir a todos lados, él prefiere quedarse en casa, pero la malcriadez no es cosa de generaciones, es el resultado de sus aires de superioridad y su intolerancia. No es ni la sospecha de lo que busco en un hombre, entonces no va.

Yo he contado que el factor edad es muy importante y que no creo en esas relaciones 40 y 20. Mas aun si ella es la mayor. Pero una vez un chiquillo quiso darme la contraria y hacerme caer en mi error (aun cuando no sabía sobre mi posición totalmente radical) intentando demostrarme que la edad es lo de menos. Hizo de todo para llamar mi atención. Me llamaba, me dedicaba canciones, se interesaba en lo que hacía, en fin, todas las señales claras para que yo le prestara atención y pensara, bueno si, hay posibilidades, puede ser. Ocurrió lo que siempre sucede cuando una empieza a hacerle caso al patín insistente, apenas consigue un  poco de atención se acaban esos detalles que te convencieron de darle una opción.

Eso, sumado a que estábamos en frecuencias totalmente distintas (casi, casi opuestas)  me hicieron decirle al chibolo que rondaba como mosca, te lo agradezco, pero no, next, no pasa nada. Insisto en dos teorías. Primero, cuando uno ya tiene mas o menos claro lo que quiere hacer con su vida debe buscar alguien que también sepa hacia donde va. Que sume y no reste. Una persona con la cual se puedan quemar etapas y avanzar juntos, no saltar etapas para ir a la par, por las malas. Aparte, cuando quieres que un hombre te deje en paz, préstale atención. Tu muestras una pizca de interés y los detalles, llamadas, sms amorosos, correos 100 por ciento miel refinada, terminan, desaparecen, se hacen humo y solo dejan el recuerdo de lo que ocurrió cuando ni te inmutabas por su presencia.



Hablé hace mucho de mi infalible sentido de la intuición, el cual me adviritió que no le prestara mayor importancia a cierto sujeto de acento extraño al cual conocí en un bar del Centro de Lima. Me llamó la atención su presencia. Si era guapo. Sumemos a eso su acento y su encanto al bailar. ¿Algo más? Si, vive a unas cuantas cuadras de mi casa. El encanto duró poquísimo, pero saqué provecho a ese corto tiempo para descubrir lugares claves de mi nuevo barrio. Que acá preparan unos sánguches buenazos, que este es el point si te quedaste sin alcohol en la madrugada, que los jugos de aquí ponen, etc.

La ilusión se acabó porque él no tenía carrera. No había termiando la universidad (y no tenía mayor interés en hacerlo), no había estudiado al menos una técnica. O sea, cuando se le acabe la juventud y las fuerzas, estaría perdido (laboralmente hablando, a menos de que un toque de suerte lo bendiga). No tenía ese toque de ambición que a mi me resulta irresistible. Ante sus nulas ansias de superación y tras la extinción de temas de conversación dije hasta aquí nomás, yo doy para más (suena soberbio, lo sé, pero en ese momento estaba convencida de lo que decía, es más sigo segurísima de ello).

Estos son los no se qué que yo encontré e hizo que ponga zancadillas, trampas y trabas, para que estas amistades o prospectos de relación no prosperen. Porque si encontraba inconvenientes desde antes de empezar, ¿se imaginan lo que hubiera sido si iniciábamos algo? Una relación debe dar estabilidad, tranquilidad, nuevos aires. ¿Sumarse dolores de cabeza? No gracias. para eso está el sudoku. 

Canción para que una relación no prospere.... Como lo dije en un post anterior, en una no-relación abunda la pasión, no el amor. ¿Se puede confundir? Si. Y también se puede diferenciar si se presta atención a lo que cuenta la Liga


Nadie cambia por otra persona, solo por si mismo. Entonces, ¿por qué involucrarse en una relación en la que hay un montón de defectos que no pensamos pasar por alto? En esos casos es mejor sincerarse y decirle al pata en mención te vas y a mi me da igual



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