Y mi papá también

Yo tuve una infancia feliz, lo afirmo cientos de veces. El principal responsable de que yo recuerde con tanto cariño y sonrisas esa etapa de mi vida, tiene nombre y apellido: Señor Herrera, mi papi... Me pongo a tono con la coyuntura y confieso que mi papá ha sido, es y será mi héroe... quien opine igual que levante la mano, y síganme los buenos.


Antes que nada, las cuentas claras. La crianza es cosa de dos, y no es que menosprecie la influencia de mi mamá sobre mi. No señor. Ella se esmeraba en ser buena mamá, nos enseñó (a mis hermanas y a mi) a ser ordenadas y limpias, responsables, ahorradoras (bueno, eso no lo aprendí). Pero el que se ocupaba de los momentos de ocio era mi papá. Todos los viernes compraba El Comercio y descubría un nuevo lugar por conocer. Mi papá era quien organizaba los paseos familiares todos los fines de semana. Camino Real, Caminos del Inca, El Rancho (si ya se, lugares algo prehistóricos), Buddy Bear Park, Daytona (continuamos con la prehistoria), el Moy, Saga de San Isidro, Jockey Plaza, LarcoMar (ya me puse mas actual). Todos esos lugares eran nuestros puntos fijos de sábado por la tarde o domingo por la mañana.

Obviamente, mi admiración por mi papá no se limita a las saliditas de los fines de semana.  Él me enseñó a dar mi máximo esfuerzo, nada de mediocridades, las cosas o se hacen bien o no se hacen. Se desvivía en darnos de todo con una sola condición, poner el máximo esfuerzo en el colegio. Yo nunca me destaqué por ser primer puesto, pero me esmeraba porque era consciente que mi único deber como hija era sacar buenas notas. El mismo pensamiento heredaron mis hermanas, y ahora que la etapa de estudiar terminó les devolvemos (tanto a mi mamá, como a mi papá) algo de lo que ellos nos dieron, o eso de lo que se privaron para que no nos falte nada.

Una de las cosas que mas admiro de mi papito es su locuacidad. Puede hablar de lo que sea con conocimiento de causa. En serio, de lo que sea. Fútbol o política internacional, economía o música, salud, historia o religión. Lo puede hacer porque lee mucho. Recuerdo que coleccionaba la revista Selecciones, después de leerla completa y prestármela para que aprendiera algo. Y ahí esta uno de sus mayores aportes a mi vida. Si hay algo que me gusta, es leer. El amor y la fascinación por la lectura, son su cosecha, si no fuera por él, tal vez no hubiera estudiado comunicaciones, o al ver todo lo que tenía que leer hubiera tirado la toalla en una.



Los cuentos infantiles me los contaba mi abuelita. Que Juanita, la habladora (aunque mas que Juanita, parecía Sandrita), la cucarachita Martina, Rapunzel (el año pasado vimos juntas la película y le encantó, se enamoró del camaleón) y me imagino que algún cuento mas tradicional. Pero quien me compraba mi material de lectura era mi papá. Con tal de que leyera, todo vale. Historietas de Katty, la oruga, los coleccionables de Larrousse que venían con un cuento diferente, Petete. Con los años, cambió los cuentos por revistas, Teleguía y Pantalla (regresamos a la prehistoria, esas revistas ya no existen), todos los suplementos de El Comercio: TV más, Linda, Maniquí, Visto & Bueno y Somos. Hoy por hoy, si compra un sábado el periódico, sabe que el Somos es para mí.

Hablando de periódicos, rescato otro recuerdo de mi papá. Los sábados, cuando no salíamos, se tiraba en la cama, con todos los diccionarios y enciclopedias que encontraba a su paso para resolver el geniograma. No se si alguna vez terminó de resolverlo y lo envió a El Comercio con la esperanza de ganar el sorteo. Para mi su esfuerzo es lo que vale. Yo jamás podré resolver esos crucigramas. No creo que llegue a ser tan inteligente, ni hábil como él. A mis 31 mi papá sigue siendo mi héroe, siempre lo será.




Mi familia paterna es algo machista. Son bastante tradicionales. Las mujeres a la cocina, los hombres en la sala, los chicos en el patio. Mi papá rompió parámetros y se mete a la cocina en casa, y cuando lo hace el festejo es general. No se cómo aprendió y no recuerdo en que momento empezó a hacerse de un lugar entre las hornillas y el procesador de alimentos. Sin embargo, me acuerdo de su primer plato, el lomo al jugo para los desayunos domingueros. Mojar un pan en el jugo de ese lomo es la gloria. Luego se animó por el pollo al horno, el tallarín saltado, la lasagna, la causa, el puré, los frejoles, sanguches y chatarrerías que merecen palmas de pie.  

Mi mamá (que últimamente está sorprendiéndome con una muy buena sazón) aprende de cocina observando y consultando recetas por internet. Mi papá por hobbie desempolva los recetarios y nos sorprende con algún plato, o le pone su toque a una salchipapa, un chicharrón de pollo o una sopa oriental, haciendo de un plato tradicional una delicia. Es fan de Gastón Acurio, no le molesta ver programas de cocina y creo que si por él fuera iría a un restaurante distinto cada semana para innovar recetas, recrear y deleitarnos a todos.



Igual que yo, mi papá cocina con la radio encendida. La diferencia es que yo escucho rock, salsa, latin o por ahí un disco de Gianmarco, TK o Mar de Copas, él escucha La Inolvidable o un CD de Roberto Carlos,  Nino Bravo o Eva Ayllón. Cuando yo tenía 6 años y me preguntaban cual es tu cantante favorito, yo respondía Raphael, José José, Juan Gabriel o Gloria Stefan (aunque ella sigue siendo una de mis favoritas) porque eran los músicos que conocía. Mi independencia musical llego con Debbie Gibson y Electric Yotuh, pero debo confesar que oigo sin reparos Un beso y una flor, En carne viva, o los boleros de Manzanero. Mi papá influyó en mi crecimiento musical y si una canción me remite a él, esa es Y cómo es él (aunque la pregunta me la hace mi mamá y luego le transmite la información).
   
Soy una engreída de primera y eso, también es obra de mi papá, que puede salir a las 10 de la noche a comprar un chocolate, un snack, una gaseosa o lo que se le haya antojado a alguna de sus princesas. Solo viéndonos sonreír es feliz. Creo que solo así puede dormir diciendo, misión de hoy cumplida, mi familia es feliz. 

Hace tiempo entendí que mi papá es humano, y su talón de Aquiles es el fútbol. Hincha hasta la resurrección de Alianza Lima. Creo que el día mas feliz de su vida fue cuando campeonaron en el 97. Como una vez me dijo un tío muy querido, tu papá no es mas hincha porque no entrena. Mi primo Alonso cumple las veces de hijo hombre, y con él va al estadio, mira los partidos y los comenta. Es un hincha fiel, o sea algo de gruppie tiene. Ya saben de donde viene mi euforia por algunos grupos de rock (y otros géneros también).


Él es, aquí está. Mi papi, mi héroe, mi ídolo. A mi me encanta comprar regalos y hacer sonreír con un detalle a una persona que se lo merece. Por supuesto que mi papá se merece todos los regalos del mundo. Yo elegí un par, espero que le gusten, que le queden y les de buen uso. El mejor regalo para mi es tenerlo a él. Y quiero tenerlo muchos años más, porque quiero que vea a mis hijos nacer y crecer, que les compre sus uniformes de Alianza Lima, que los engría. Porque creo que así como es el mejor papá del universo, va a ser el mejor abuelito de la galaxia, y eso lo tenemos que vivir juntos. Por si no queda claro, ¡yo adoro a mi papi!

Canción para desearle un feliz día... No será el favorito de mi papá, pero José Luis Perales está dentro de sus favoritos. A mi también me gusta y esta canción me parece sencillamente lo máximo...






Comentarios

Entradas populares de este blog

Tumba la fiesta

El retorno de la duendecita

Solteronas y solteros codiciados