Todo sobre mis madres

Cuando era muy chiquita, en el colegio las monjas nos enseñaron una canción por el Día de la Madre que decía: "Tengo en casa a mi mamá, pero mis mamás son dos". Bueno, yo, desde muy niña dando la contra, pensaba, no, yo no tengo dos mamás, yo tengo tres. Diferentes ellas, entrañables también, creo que sin ellas no sería la persona que soy (para buena o mala suerte). Con ustedes, mis mamás...

Vamos en orden cronológico. Primero la mayor, siendo honesta la persona que mas quiero en todo el mundo, mi abuelita. ¿Qué sería de mi sin mi abue?, ¿qué hubiera sido de mi mamá sin mi abuelita? Probablemente nuestras vidas serían muy diferentes. Mi mamá con su onda moderna dio a luz a su primera cría (o sea, a mi) y siguió trabajando. ¿Y con quien se quedaban estos cachetes con patas (si cachetona desde la barriga de mi mami)?, pues con la abuelita. Y la pasábamos bien. Me llevaba al mercado, regresábamos a la casa, cocinaba mientras yo jugaba en mi corralito, me daba de comer y luego yo dormía y ella veía sus novelas y tejía o cosía. Muy productiva mi abue, a diferencia mía que soy un desastre tejiendo y con las justas se hilvanar (y eso).

Mi abuela me crió. Por ella soy algo novelera y soy amorsa hasta la pared de en frente. Ella me enseñó a comer mango (una fruta que me fascina),  y a ser algo eticosa con la comida. Fue en el cuarto de ella en que hacía mis tareas de primer y segundo grado, mientras escuchaba a Debbie Gibson cantando Electric Youth y frente al espejo me soltaba el pelo, cogía un cepillo e imitaba a la chica esta. Nuestra relación es entrañable, lúdica, tierna, yo amo a mi abuela con todas mis fuerzas. Con su carácter que a veces da miedo, sus pataletas y sus olvidos (algunos realmente muy cómicos), ella jura que no hay abuela que quiera mas a sus nietos que ella, y yo le creo. Pero, tampoco hay nieta que quiera mas a sus abuelos que yo.

A veces se enferma y piensa que ya le toca irse. Que ya no está su mamá, ni su papá, ni sus hermanas y que ya más de 80 años pesan. Yo la miro seria y le recrimino "ah no, tu no te vas hasta que llegue tu primer bisnieto, luego puedes hacer lo que se te venga en gana" le digo, y luego nos matamos de la risa y cambiamos de tema.

   

Mi mamá y mi abuela son distintas. Imagino que por las generaciones en las que han crecido, años distintos, épocas distintas, entornos totalmente diferentes. Mi mamá dice que fue hippie, es mas tiene una foto con el pelo largo y sus pantalones acampanados. Pero yo creo que es una hippie frustrada. Que se dejó tentar por la moda y la música de ese entonces, mas no terminó de entrar en la onda. Obsesionada por la limpieza, la onda Woodstock no creo que vaya con ella. Así como la cocina no va con ella, nada que ver, las ollas y sartenes no son su fuerte, sin embargo hace su mejor esfuerzo y todos los días me prepara el almuerzo, y yo le agradezco y la aliento a que siga entrando a la cocina y eche a andar su imaginación (confío en que algun día lo hará).



¿Amorosa? Mas o menos, de un tiempo a esta parte lo es. Imagino que superada la menopausia, una época crítica para ella, y mas crítica para mi. Llegaba de mal humor del trabajo y yo detestaba que llevara esas malas vibras a la casa. No me parecía nada de lo que hacía o decía y viceversa. Todas las mamás tienen discusiones con sus hijas, nosotras no podíamos ser la excepción. Lo que no soportaba, no soporto, ni soportaré es ver sus escenas drama queen. Yo soy drama queen y lo acepto, pero esos episodios los vivo sola y los supero sola, nada de película hindú conmigo que no soy buena consolando. Hago mi esfuerzo, pero de ahí a ser buena, hay una diferencia.

Fisicamente mi mamá y yo somos idénticas. Por eso mis tíos me dicen Elenita, y a mi me causa gracia, es mi mamá, en algo debemos coincidir pienso. Pero creo que en todo lo demás somos distintas. Mi mamá es súper metódica en sus gastos y compras, yo despilfarro y me justifico diciendo, por algo me mato trabajando. Ella es maniática del orden, yo tengo mis manías, pero tengo un orden a mi manera, digamos que soy una desordenada organizada, dentro del desastre me comprendo, y con eso basta. Es imposible encontrarla en la casa, para ella un fin de semana perfecto es ir al campo, o a la playa, pasear, ver tiendas. A mi me basta con estar en mi cama tirada sin pensar en nada, o jugando pac man, eso de la vida al aire libre no va conmigo.

Pero si en algo coincidimos es en que amamos ir de shopping. No lo hacemos muy a menudo, pero cuando la ocasión lo amerita no nos hacemos problemas en ir a todas las tiendas, porque ella es muy metódica con sus gastos, yo soy impulsiva.


Última, pero no menos importante, está mi tía Eli. La hermana de mi mamá, mi madrina, mi tiíta, la mejor bailarina de merengue del mundo, lo máximo. Cuando éramos niños se pasaba la tarde dándonos clases de baile, mis hermanas, Alonso (su hijo) y yo, aprendiendo a movernos con gracia. Claro que al momento de poner en práctica lo aprendido nos quedábamos inmóviles (si, éramos tímidos y recontra chupados) y la observábamos a ella dando cátedra de ritmo.

Mi tía Eli y yo siempre tuvimos cierta química. Claro, hemos vivido juntas toda la vida. He llorado con ella, he reido con ella, he crecido bajo su mirada. Y en la distancia nos hicimos mas cercanas, cosa paradójica, así es la vida. Cuando se fue a Trujillo la extrañaba, todos la extrañábamos, yo pensaba que ese alejamiento era necesario. La distancia redefine las relaciones, las restaura, las enfría o las acerca más. A nosotras nos paso lo último. Venía a Lima y la casa era una fiesta, carnaval toda la vida, bulla, movimiento, le daba un aura distinto a los días.

Hasta que un día decidí cambiar la pauta. Terminé mi carrera y al día siguiente compré mi pasaje. Quería ir a visitarla, conocer Trujillo, desconectarme de Lima unos cuantos días. Diez días con ella. Diez días que ambas disfrutábamos, y por eso mismo se nos pasaron volando. Creo que fue la primera vez que le inyectaba energías. Nos íbamos a pasear, a caminar, a almorzar, nos pegábamos bombas en su cuarto, en fin. Y nuestra relación se hizo mas estrecha, mas fuerte, y de paso mas lúdica.

Si las mamás influyen en uno, ella influye en mi lado fiestero. Me encantan las reuniones, los festejos, me fascina bailar, y en realidad bailo similar a ella, pero eso si, no me saco los zapatos. En eso ella es experta, se lo dejo a ella. No se si se nota, pero adoro a mi tía Eli. Siento que mi tarea como sobrina es alegrarle los días, sobre todo ahora que su hijo está lejos de Lima, por eso siempre le regalo un chocolate, un snack y, sobre todo, mi compañía incondicional, para que no se sienta sola.


Ellas son, allí estan. Mis tres mamás. De las tres tengo algo, no por gusto he pasado toda mi vida a su lado. Y creo que son la combinación perfecta, y por eso mis hermanas y yo somos mujeres, no perfectas, pero si mas reales, mas concretas, mas maternales. Entre ellas son diferentes, pero tienen en común algo mas que el apellidos. Ellas dejan en evidencia una teoría que día a día compruebo, cuando uno es madre lo que crece es el corazón.

Canción para mi mamá... Las mamás cambian  noches de fiesta, por malas noches y bolsos por pañeleras. Bueno mi mamá cambió casettes de rock de los 60's por CD's de rock nacional. Y esta es una de sus canciones favoritas

  

Y este es el mejor comercial de la temporada. Saga Falabella siempre me sorprende con sus campañas: ¡Qué viva mi Má!, Mágica Navidad y ahora este con el que me identifico plenamente, las diferencias son las que nos acercan a quienes mas amamos

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