Una cuestión de confianza
Ya sabemos lo que está pasando. Los congresistas, sobre todo los naranjas y sus amiguitos, los de la estrella, no hacen nada, para variar, al Presidente y a su Premier esta situación ya les llegó y no han visto mas solución que, amparados en la Constitución, acorralar a los vagos. O se ponen a trabajar y, de paso, dejan trabajar al resto, o todo se va al demonio, chau ministros, chau congresistas, quienes le dirán chau a su jugoso e injustificado sueldo. Dejando de lado la política, qué tan importante es la confianza en una relación cualquiera.
Cuando estaba en quinto de secundaria, en un retiro hicimos una dinámica, debíamos dejarnos caer de espaldas, con una amiga detrás de nosotros, la cual tenía que sostenernos y no dejar que nos descerebráramos. Como la mayoría de mis compañeras de promoción, no pude dejarme ir, algo me detenía. Algo que nos dijeron era desconfianza, lo cual para mi, en ese entonces, era improbable, yo confiaba a ciegas en mis amigas del colegio. Claro, tenía 16 años y no sabía nada de la vida.
Creo que si hoy me propusieran hacer el mismo ejercicio, ni si quiera me molestaría en participar. Con los años, y las caídas, resbalones, metidas de pata, y sus posteriores heridas, moretones, magullones y fracturas, una se vuelve mas desconfiada. Ya no te venden maravillas, al menos ya no con tanta facilidad, siempre nos detenemos a buscarle los 5 pies al gato, porque tanta belleza no puede ser verdad, y ya lo hemos dicho miles de veces, el hombre perfecto no existe.
En esa línea, respiramos aliviadas cuando entendemos que ese chico que nos parece tan maravilloso, no lo es tanto, tiene algo con lo que podemos lidiar si se da algo a futuro, o nos hace descartarlos de plano y repetir, mas convencidas que nunca, que el hombre perfecto no existe, no existió y no existirá. Porque es mejor conocer todos los contras de una persona de entrada no más, esos defectos los hace mas reales, mas de verdad, mas probables, y hasta mas confiables.
Y es que yo entiendo, desde tierna edad, que el amor se construye sobres 3 pilares: respeto, comunicación y confianza. Parece fácil, pero no lo es tanto, porque un chico puede quererte, demostrarte respeto en todo momento, hasta más del que consideras necesario, y conversar constantemente, contándote sus ideas, sus proyectos, y tú lo escuchas, y también le cuentas tus cosas. Pero hay algo que no te termina de cuadrar y eso hace tambalear, tu respetable y comunicativa relación, porque no confías en él, al menos no en la medida que ambos quieren. O de repente, él no confía en ti, y eso, obviamente te mortifica.
Puede que él te de razones de sobra para que desconfíes. Llevan juntos bastante tiempo y para su familia y sus amigos aún no existes, desaparece de buenas a primeras y luego te llama como si nada hubiera pasado, se pone nervioso cuando suena su teléfono y tú estás a su lado, se encuentran ciertos días, en ciertos horarios y en determinados lugares. O tiene fama de tramposo, y tú lo sabías y te arriesgaste, creyendo en la inexistente fuerza del amor, o recién te das cuenta.
También se da el caso que tú no lo presentes en sociedad, no dejes que se inmiscuya en tus cosas, en fin, le des sin querer queriendo, razones para que no confíe en ti. ¿Eso tiene solución? Si, utilicen su maravillosa comunicación como un espacio en el que puedan decirse de todo sin reproches, ni en el momento, ni en el futuro, y empiecen a construir la confianza.
Pero, puede que tú y/o él desconfíen porque ya les ha pasado de todo, precisamente por confiar en quien no debían. Ahí la chamba es peor, porque, en primer lugar, tú tienes que hacerle entender, o él hacerte entender a ti, que no es esa persona, que la situación es diferente, que la historia no se va a repetir. Es complicado porque el miedo, ese mismo del que nos olvidamos cuando empezamos a andar con este chico que te pide confianza, nos paraliza.
Lógico pues, a quien en su sano juicio le va a gustar que le hagan puré el corazón una y otra, y otra, y otra vez más. La cosa es entender que esta persona nueva no es ese canalla que te hizo cuadritos la vida, y en el proceso logró que le retires tu confianza a todo el mundo. Entonces hay dos caminos, o cortas en sano, porque sin confianza no vas a llegar a ninguna parte, por más que haya respeto y sean muy comunicativos, o te arriesgas y que el tiempo te de o te quite la razón.
De mas está decirte que arriesgarte es el resultado de haberle hecho caso a tu infalible intuición, y no implica que de buenas a primeras le des tus claves de correo, redes sociales y hasta de tu tarjeta al chico con el que te la estás jugando, no pues, tampoco, tampoco. Pisa con cuidado y cuando sientas que el terreno es firme, empieza a correr, a volar, a confiar de nuevo, y a sentir lo gratificante que es recorrer el mundo de la mano de alguien que te quiere y en quien puedes confiar.
La confianza se afianza en los momentos difíciles, es ahí cuando se reafirma o desaparece de un plumazo. Y confiar significa incrementar nuestra fe, por lo que, la primera confianza en la que debemos trabajar es en la nuestra, creer en nosotros y en todo lo que podemos hacer es una cuestión de confianza.
Canción para empezar a confiar... Yo confío en mi, en las personas buenas y en las que hacen las cosas bien, como mi Gianmarco, que con casi 30 años de carrera sigue trabajando y con ganas de seguir creciendo. Como lo he dicho muchas veces, yo tengo la seguridad de que a mi me va a gustar la vida entera
Confiar en una persona parte de creer todo lo que dice, y si predica con el ejemplo es más fácil apostar por él. Creer o no creer, esa es la cuestión
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