Amor y alcohol

Por lo menos una vez hemos hablado de las mentiras universales, de eso que nos dicen  los patas que tienen ganas de una sola cosa y nosotras no se la queremos dar. Al menos no tan fácil. Pero, como es mejor escuchar lo que queremos oír, hacernos las de la memoria selectiva, usar la ignorancia deliberada, o todas las anteriores juntas, creo que es necesario repasar una excusa tan vieja como la tierra. Eso de que solo los niños y los borrachos dicen la verdad, no es tan cierto. Presta atención.



Digamos que un chico te gusta un montón, y te da la impresión que tú también le gustas porque el otro día te quedó mirando. Una noche él, tras haber ingerido inmoderadas dosis de alcohol, se te acerca, te coquetea y te da un beso que te deja perpleja y sin aire. Tan bien te sentiste que siguen besándose, y entre arrumaco y arrumaco, él te dice que eres linda, que le encantas, que se muere por ti, y un extenso bla, bla, bla, tan falso como delantera de vedette. Como tú estás cegada por la emoción de esos besos que te da, y también porque él te gusta, le crees. Sin embargo, tu ilusión revienta justo delante de tu linda naricita, al día siguiente cuando él, bueno y sano, se olvidó que tú le gustabas, le encantabas, se moría por ti y todo ese parloteo, que distorsionado por la música ensordecedora del tono, se escuchaba muy bonito.

La ilusión reverdece, al fin de semana siguiente, cuando él, después de haberse secado una botella de pisco con su brother, se te acerca y te vuelve a decir que se chorrea por ti, que eres la mujer más linda del mundo, que te quiere y más bla, bla, bla, todo esto justo después de estamparte un beso, como solo él sabe dar. Tú estás remecida, y respondes beso con beso y cada confesión con unos difuerzos que ni tú te crees. Otra vez sucede que él, ya libre de alcohol en la sangre, se olvida de su parloteo romántico, tú te sientes fatal, hasta el siguiente fin de semana en que de nuevo chupa, te besa, te habla bonito, tú caes rendida, luego, tras las resaca de rigor, él se olvida, en fin, estás en una rueda de hámster.

Pero, llega el día en que dices, ah no, ahora si me va a escuchar y no voy a caer. Entonces, antes de que empiece a calentarte la oreja tú le dices que ya estás harta de convertirte en la Miss Universo y que él descubra que te quiere y tanta cosa solo cuando está borracho, y él te dice: "¿nunca te han dicho que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad?". Y tú respondes esa pregunta con un beso.

¿Cometiste un error? Si, un grave error, porque eso de que los niños y los ebrios no mienten es una mentira tan grande como el planeta, y si tú aceptas ese argumento, aceptas entrar a un círculo vicioso que te va a dejar hecho añicos el corazón y la cabeza. No te voy a decir nada, solo hacerte unas preguntas, ¿te mereces un hombre que solo te dice que te quiere cuando está borracho?, ¿vale la pena intentar algo con alguien que sobrio ni te mira? Tú tienes la última palabra. Por favor, no respondas si, y recuerda que eso del amor de barra, es un agarre nada más.


Vivir para contarla. Alguna vez yo, en medio de una noche de copas, una noche loca, me mandé unos agarres dignos de telenovela de época, con un chico que me gustaba un montón. No fue cosa de una sola noche, se repitió en varias ocasiones. Entre beso y beso, él me decía que le gustaba un montón, que era la chica más linda de todo el mundo y un extenso parloteo que yo le creía. Hasta que un día, cansada de que me dijera cosas lindas, solo después de 3 botellas de cerveza tomadas de pico, lo paré en seco. Papacito, ubícate, y él me contestó con el cuentito de los niños y los borrachos. Como era joven aún, y me faltaba un montón de calle, le creí, y seguimos besándonos en cuanta fiesta coincidiéramos.

Hasta que un día hablé de eso con mi mejor amigo quien franco, como solo él sabe serlo, me hizo caer en cuenta de mi error, ¿para qué quieres un pata que solo te dice que te quiere cuando está ebrio? Si pues, para que quiero a un romántico alcohólico a mi lado, a dónde llego con eso, qué de bueno tiene, qué me suma. Como no hay ninguna respuesta positiva a estas interrogantes dije next, y me alejé de la nociva combinación él, yo y alcohol.


Los borrachos románticos, los mismos que tras ingerir litros y litros de alcohol, toman en cuenta tu existencia, la cual se ajusta a su necesidad de tener a una chica a quien besar esa noche, y buscan atrapar tu atención y tus mimos lo que dura el tono, se valen de ese cuento chino de los niños, los borrachos y la verdad, para validar su objetivo de esa noche, tú y todo tu ser.

Entonces, joven, incauta y simpática lectora, no caigas. La próxima vez que un pata se acuerde de ti, de lo linda, inteligente y encantadora que eres justo después de la tercera cerveza huye, a menos de que quieras un agarre libre de culpas. El borracho honesto es moneda tan corriente que ya no es creíble, pero nunca falta la distraída que no lo sabe. Mujeres informadas, jamás serán engañadas.


Canción para alejarse de borrachos románticos... Y de canciones pachangueras con letra sentimental, que pueden ablandar tus sentidos y hacer que te olvides de mentiras universales, cuentos chinos y demás. Si un ebrius románticus aparece en tu panorama visual cuando suena una canción como esta, huye y busca refugio en tu grupo de amigas, que seguro también celebrarán esta tonadita con su brazo en alto





Les conté que yo caí con el cuento del alcohol y la honestidad más de una vez. Muchos años después, habiéndole dicho las cosas como son le pedí que me cumpla un capricho, bailar una salsa noventera con él, antojo que fue cumplido cuando sonó esta canción






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