El divertido contra ataca
Hace muchos años, en lo que podríamos llamar el génesis de este blog, hablé del Factor Divertido, el chico con el que siempre la pasaba bien y con el que abrí una lata de lombrices en un momento determinado de mi vida. Bueno pues, su reaparición espontánea e imprevista es, tal vez, el suceso mas atípico de esta semana. Todo lo que sirva para romper la inercia y alimentar esta bitácora es bueno y bienvenido.
Si algo me caracteriza, es mi extraordinaria memoria. Recuerdo datos con una precisión milimétrica. Por eso mismo, es difícil que un cumpleaños se me olvide, o sea, si ha pasado, pero en contadas ocasiones. La semana pasada, hacía un recuento de los familiares y amigos que soplan velitas en marzo y recordé al Factor Divertido. Hace un mes, más o menos, lo había visto concursando en una programa de televisión, con su mismo gesto risueño y el pelo un poco más largo que de costumbre.
A raíz de ello empecé a calcular en tiempo que llevábamos sin vernos. Han pasado por lo menos 9 años. Fue un domingo de noviembre por la tarde. Estaba inerte, marmoteando, lo cual es mi actividad favorita de los domingos por la tarde, y de pronto su nombre apareció en mi celular. Pasó lo de siempre, conversamos, nos reímos y una hora después estaba en la puerta de su casa.
Hicimos lo usual, escuchamos música, hablamos mucho, nos reímos el doble. Se me quedó mirando más de una vez y soltó uno que otro comentario zalamero, eso no solía pasar, pero me gusto. Claro pues, a quién no le va a gustar que le inflen el ego un poquito con frases resaltando las bondades de nuestras manos, nuestra piel, nuestro cabello. Le respondí el gesto acurrucándome a su lado y rascando su cabeza. No sabía si alguna vez se repetiría esa escena. Pero si tenía la certeza de que no sería pronto. Tenía razón.
A pesar de no habernos visto en 9 años, de rato en rato nos hemos puesto en contacto. La última vez fue, hace varios años también. Estaba en la casa de playa que había rentado mi hermana y vi su fotografía practicando remo en Paracas, en la página de sociales de El Comercio. Le envié un mensaje contándole, le compartí la foto, y me enteré en qué andaba, y también supo en qué estaba yo. Nunca quedamos en vernos. Después de todo ese no fue el objetivo de mi mensaje. Sólo quería saber si estaba bien, porque aunque la foto hablaba por si sola, dicen que caras vemos y corazones no sabemos. Para su suerte esa imagen reflejaba su interior, le iba bien.
Hace unas semanas, practicando zapping, lo vi en la televisión, se me vinieron a la cabeza todos los pasajes que compartimos, pero no le envié ningún mensaje, ni lo llamé, ni nada. Pensé que a lo mejor no me recordaba. Sin embargo, por el cariño que le tuve, y porque siempre es bueno tener detalles con las personas a las que uno estima, le escribí al Messenger por su cumpleaños. Grande fue mi sorpresa cuando al día siguiente encontré una respuesta, como siempre, desbordante de entusiasmo.
Obvio que contesté su mensaje, el cual me hizo reír y recordar que en algún momento de mi vida me aluciné la J Lo peruana. Total, que no tiene la ex de Marc Anthony que no tenga yo, retaba con riquísima frescura. Igualmente, me acordé de lo mucho que me gustaba que me dijera Tigrilla. Le conté que los años, la gravedad y mis subidas y bajadas de peso me habían quitado cualquier parecido con la señora López y que ahora me parezco a mi misma, y con eso estoy bastante conforme. Fui sincera al señalar eso.
Queremos vernos y ponernos al día sobre nuestras vidas, si. Al menos si de mi parte. No se si él lo dijo por pura formalidad, o porque quiere saber si llega a reconocerme o no, si los años me han cambiado o no, si la madurez me ha favorecido o no. De hecho ya no soy la misma con la que se encontró 9 años atrás, ni si quiera con la que conversó por mensajes de texto hace unos 5 años, mas o menos, pero, como bien dijo él, mantengo la calidad.
Conservo mis ganas de reírme con él, de escucharlo hablar sobre su fascinación por la música negra, de oír de nuevo esas canciones que alguna vez grabó, de comprobar si está igual a como lo tengo en la mente o los años le han pasado una factura alojada en su papada, como él mismo lo admite, de que compruebe si he cambiado o sigo igualita y por eso me atrevo a salir a la calle con la cara lavada y un moño mal hecho.
Si es que se llega a dar ese reencuentro lo sabrán, no con lujo de detalles, o de repente si. De momento, sepan que estoy contenta de haberme puesto en contacto con él, porque tiene la potestad de ponerme de buen humor, no por gusto él es el Factor Divertido.
Canción para recordar al Factor Divertido... Algo que o ha cambiado, y tal vez jamás lo haga, es mi gusto por el rock hecho en Perú. Es bien sabido que una de mis bandas favoritas es Mar de Copas, y esta canción siempre lo trae a él a mi cabeza, aunque no hemos tenido uno, sino muchos encuentros, algunos más fugaces que otros
Mi nueva rutina me lleva a enfrentarme todos los días al espantoso tráfico limeño. Aunque mi recorrido es corto, cosa que agradezco con todas las fuerzas de mi corazón, siempre es bueno escuchar algo ameno para que el trayecto se haga menos tortuoso. Por ejemplo, algo de Vilma Palma
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