Desconocido

¿Alguna vez han tenido un fan anónimo?, ¿lo llegaron a conocer?, ¿eso solo pasa en las películas? Les cuento que yo si tuve un enamorado sin rostro, nunca lo conocí, y recién lo cuento ahora, casi 20 años después, porque se me había olvidado ese pasaje breve y anecdótico de mi vida. Y porque, valgan verdades, me daba vergüenza admitirlo.


Era el verano de 1999. Mi vida se había reducido a llevar un curso en la Universidad, salir de vez en cuando con mis amigos, tomar sol en la azotea de mi casa con mi hermana y ver MTV, para ganarnos con los videos de los Backstreet Boys, Shania Twain y el unplugged de Shakira, que recién había pasado de morena a pelirroja y sus canciones tenían mas sentido que ahora. De pronto, un sábado de marzo, sonó el teléfono, una voz que en mi vida había escuchado preguntó por mi y me saludó con toda la confianza y cordialidad del mundo. Tras mucho insistirle, me contó su historia.

Su nombre es Vladimiro, Vladi para los amigos, tenía 18 años y estudiaba Medicina en la Ricardo Palma. Cuenta que era amigo de un compañero de mi salón de cachimbos, el mismo que le había dado mi teléfono, y que me había visto cierto viernes que fue a recoger a su amiguito. Me describió tal cual, eres de talla promedio, ojos oscuros, pelo castaño, ese día lo tenías sujeto, llevabas un pantalón verde, una chompa guinda que le hacía juego y una mochila negra. Varios datos después, me convenció.

Empezamos a conversar. Él buscaba que me enterneciera con sus comentarios, pero a mi me daba risa lo poco convincente y muy zalamero que era. Insistí varias veces en que me dijera quien fue el indiscreto que le había dado mi número, Vladi se mantuvo hermético en el tema, y empezó a contarme que siempre salía con sus amigos los fines de semana, y que seguiría haciéndolo hasta que empiecen sus clases. Escuchaba sin entusiasmo sus planes, le contestaba que yo no tenía nada útil que hacer, solo tomar sol, jamás le especifiqué dónde, y buscar qué hacer en casa para no convertirme en un hongo.


Las extensas conversaciones telefónicas se repitieron los siguientes sábados, siempre por la tarde, hasta que un día me dijo que era una llamada veloz porque estaba en la casa de su pata, y me dejo su número por si lo quería llamar yo. Nunca lo hice, es mas, creo que ni siquiera tomé nota. Lo que si hice fue contarle a mi compañera de baños de sol, mi hermana, lo que había pasado. Ella se mostró más interesada que yo en el tema y cada noche en el cuarto, tratábamos de descifrar la encrucijada, quién diablos era mi afanador misterioso. Teníamos cuatro sospechosos, cada uno mas disparatado y esperanzador que el otro, incluso creímos que era mi adorado Alf, pero en definitiva no era su voz.

Hasta que llegó marzo. El día de la matrícula me encontré con mi mejor amigo, el Flaco y me quedé boquiabierta cuando me dijo, ya me contaron que has estado recibiendo llamaditas misteriosas. Empecé a indagar y me dijo que Coco, un chico del salón con el que hacíamos trabajos grupales, le había contado. En realidad, la situación me resultaba incómoda, mas que por las llamadas, por el hecho de que hablaran de mi. Cosas de la vida, Coco y yo coincidimos en un curso, el primer día de clases, él súper fresh me dijo lo mismo que me había comentado el Flaco y yo, con la mirada más furiosa que pude sostener, le solté a mi no me hace gracia, eres un perro.

Coco se sorprendió, jamás pensó que yo, con mi gesto dulce y mi cara de no romper un plato, pudiera calificarlo así de feo. Para limpiar su conciencia, su reputación, y de paso,ganarse mi amistad, cosa que le convendría si quería aprobar el curso, resolvió el misterio, el tal Vladi era amigo de promoción de Omar, otro chico del salón de cachimbos, a quien había ayudado a repasar Lengua I durante el verano. Coco trató de hacerle publicidad, es bien parecido, estudió en el Claretiano y ahora esté en la Richi, vive en San Miguel, y dice que tú le gustas, me contaba. Yo le decía que nada que ver, que esos jueguitos no me cuadraban y que yo estaba interesada en otra persona. Abrigaba esperanzas con mi Alf, aunque eso nunca lo dije en voz alta, tampoco bajito, era un idilio tan secreto, como platónico.

Me enojé con Omar por haber repartido tan alegremente mi número, y me molesté más cuando él empezó a evadirme y voltearme la cara cada vez que nos cruzábamos, como si yo hubiese estado en falta. Como íbamos a facultades diferentes, cortamos en una cualquier indicio de amistad, y nunca más supe nada de mi fan anónimo.


Como contaba al inicio del post, esta historia medio que la había olvidado, medio que me daba roche narrarla en voz alta. Hoy, 20 años después yo decido conservarla como un mal recuerdo o no. Opto por lo segundo. Tal vez esas llamadas tenían como objetivo burlarse de la chica despistada y enamoradiza que di la impresión de ser, y en realidad lo era, pero recibí a cambio una buena inflada de ego, no le movía un pelo a mi Alf, aunque hasta la fecha quiero creer que si y que no se dio por cosas que pasan, sin embargo le robé un suspiro o un poco de atención a un chico sin rostro, a una amante bandido, a un total y completo desconocido.

Canción para el chico desconocido... En el verano del 99 amaba a Shakira, por eso escuchaba compulsivamente su disco desenchufado, tal como contaba en el post. Cada canción de ¿Dónde están los ladrones? me recordaban a alguna persona, Inevitable a mi Alf, Ciega Sordo Muda a mi amor platónico número dos del salón de cachimbos, y Tú a Vladi. Estaba viendo el video de esa canción cuando me llamó la primera vez. A veces odio tener tan buena memoria

 

Tenté varios títulos para este post, Mi fan enamorado, Amante Bandido, La historia de Vladi, y al final opté por este en un arranque, porque cuenta exactamente eso, un pasaje con un desconocido, y también es similar al título de una canción de Mar de Copas que me vacila un montón







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