Apachurrito

24 de diciembre sin post pre navideño, no es 24 de diciembre. Es una tradición personal y particular, solo que este año, para aprovechar al máximo cada instante libre, lo hago muy tempranito. Dicen que al que madruga, Dios lo ayuda, o se queda dormido a media tarde... Que sea lo que tenga que ser.


Queramos o no, la Navidad no pasa desapercibida. Es una fecha en que todos nos ponemos buena onda, derrochamos los mejores deseos, queremos más a todo el mundo, o renegamos más que nunca porque el tráfico está insoportable, las calles rebosan del gente, los choros están a la orden del día, nadie hace nada útil al respeto, en fin, hay razones de sobra para convertirnos en el Duendecito del Mes, en un mundo paralelo, o la versión local del Grich. Como gran parte de cosas en este vida, nosotros elegimos el personaje que se nos acomode o nos nazca. Yo siempre he elegido lo primero, aunque los dos últimos años mi espíritu navideño se ha desinflado un poco.

Por eso mismo, y por circunstancias personales, que quienes me conocen imaginan cuales deben ser, decidí no celebrar reencuentros pre navideños multitudinarios este año. No tenía ni la energía, ni el entusiasmo que se deben tener para ese tipo de eventos, y si bien este último mes me he encontrado con personas muy queridas, han sido más por cuestiones circunstanciales, que por otra cosa. Eso no quiere decir que no haya disfrutado las reuniones, por el contrario, me han relajado, divertido, olvidado de todo, incluida la hora, y he recibido abrazos, pero abrazos de verdad, esos que te apachurran el alma y sin querer queriendo te ensanchan el corazón, para regalarle un lugar al responsable del apachurrón.

No se si celebren un intercambio de regalos, una cena fastuosa, una chocolatada sencilla, la llegada del Salvador, o el nacimiento más importante de la historia, pero creo que esta es la ocasión de repartir abrazos fuertes, sinceros, cariñosos, que animen hasta al más Grinch que aterrice cerca a casa. Estira los brazos y contagiemos buena vibra, no es tan difícil, que hoy, y solo por hoy, cambiemos el ceño fruncido, por una sonrisa lo más natural posible. 


Es más sencillo todavía si repartimos esos apachurrones a gente que queremos de verdad, nuestra familia, la que nos tocó, o la que elegimos, léase los amigos. Y si nos lo tenemos cerca, porque con el tráfico cualquier punto de Lima que no sea nuestro distrito se nos hace remoto, llamemos, escribamos un mensaje al Facebook, WhatsApp, Twitter, Instagram, o la red que más usemos, tanta tecnología para algo debe servir, ¿no?

Este primer pendiente del día está listo, así que antes de continuar con actividades típicas e inesperadas de hoy, quiero enviarles a todos un abrazo bien, bien, bien, recontra fuerte, hasta que se pongan morados porque les falta el aire. Pasemos ese abrazo a quien tengamos cerca a la medianoche, enviemos abrazos al cielo para quienes están por allá, y celebremos con toda la pompa o discreción que nos nazca este día. ¡Feliz Navidad para todos!

Otra tradición del 24 de diciembre es acompañar este post con la publicidad de la temporada que más me gusta. Este año más allá de reclames deseando lindas fiestas, se emprendieron campañas, que revitalizaron y nos recordaron un poco el verdadero sentido de la Navidad. La mejor fue la de Real Plaza, que nos invita a obsequiar a los abuelitos, lo más preciado que tenemos, tiempo. Y si no podemos llevarlos, ni a la esquina, compartir con ellos un rato diferente, y si no los tuviéramos, recordarlos con cariño y regalar ese tiempo a nuestros papás, hermanos, tíos, primos, siempre hay alguien que lo recibirá de buena gana #RegalaTiempo







  

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