Clase y glamour
Una de las frases célebres de Coco Chanel dice: "No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la clase". Con clase se nace, pero también hay quienes se construyen, se aleccionan y adquieren ese sello que diferencia a las mujeres con clase, de aquellas que se esmeran, pero no logran convencer. Bien dicen que la mona aunque se vista de seda, mona se queda.
¿Qué es tener clase? Consiste en ser elegante, hablar bien , ser culto y refinado. Y también tener un estilo propio, inconfundible, dejar una huella positiva, crear una marca registrada personal, que se adhiere a ti y te nace espontánea, natural, sin difuerzos, ni impostaciones, porque las imitaciones jamás superan al original, y dicen, es el homenaje que le hace la mediocridad al talento.
Entonces, ¿se nace con clase, o la clase se hace? Yo creo que las dos sentencias son válidas. Si naces en una familia que apuesta por la cultura, si tu mamá era un solo de sutilezas, te enseñó a portarte bonito, a sentarte con las piernas juntas, a no gritar, a masticar con la boca cerrada, y taparte la boca cuando bostezas, o tenías una abuela, tía, prima, o cualquier otro pariente que te lo recordara, pues es lógico que te vas a mimetizar con ese comportamiento, los pondrás en en práctica y lo heredarás a tus hijos, sobrinos, ahijados, entenados y demás pequeñuelos incautos y necesitados de clases de etiqueta y la lectura rápida de un manual de Carreño.
Pero al hablar de un estilo propio, podemos decir que la clase también se hace, se construye, siempre que tu sello sea distinguido por cualquier cosa que no sea la vulgaridad, ni la huachafería, y eso se logra sumando amabilidad y originalidad, porque los buenos modales y las reglas de urbanismo nunca pasarán de moda, pero se adaptan a los nuevos tiempos. Por ejemplo, no hay nada más desagradable que tratar de entablar una conversación y ver que la otra persona está mas concentrada en quien le habla por el WhatsApp, que en quien tiene al lado.
Como sucede en casos algo confusos y espinosos, como este, los ejemplos, nos ayudan a digerir el fondo de lo que trato de explicar. Veamos como reaccionar a ciertas situaciones con clase, o totalmente carente de ella.
- Caso 1: Has llegado a la recepción de la boda de tu primo hermano, y ¡oh sorpresa! no hay nadie en la puerta que te indique donde puedes sentarte, y en las mesas, tampoco hay lista de integrantes, por lo cual decides ocupar una mesa contigua a la de los novios, porque recordemos que es tu primo hermano el que se ha casado. De pronto, cuando ya las tres cuartas partes del salón están llenas, llega la anfitriona, que por su cara de circunstancia se sabe que es una improvisada, se acerca a la mesa donde estás ya instalada y conversando con tus demás primos hermanos, a reclamarte que desocupes esa mesa, porque esta reservada para la familia del novio. Tú respondes...
Con Clase: Pintas tu sonrisa más formal y le dices, con el tonito más sútil de voz que puedes, que tú al igual que todos lo que ocupan la mesa, son familia cercana del novio, por lo que es la mesa que les pertenece y que no tienes porque moverte. Volteas la cara, para seguir platicando con esa prima que no vez haces siglos, y si la anfitriona improvisada sigue hablando, no le haces caso. Entiendes que la que está en falta es ella, no tú.
Carente de Clase: Te pones de pie, la ira se apodera de tu cara y de tu tono de voz, e increpas a la desubicada, repitiéndole por lo menos 4 o 5 veces de que tú eres pariente cercana del novio, y de que ella es una improvisada que no sabe ni dónde está parada. Terminas tu speech con un "vete a fastidiar a otro lado mamerta", y te quedas de pie con las manos a la cintura, y no vuelves a tomar asiento, sino hasta que ves que la muchacha esta, o sea el intento de anfitriona, con su cabeza gacha y la moral por los suelos, se va a otro lado.
Pero al hablar de un estilo propio, podemos decir que la clase también se hace, se construye, siempre que tu sello sea distinguido por cualquier cosa que no sea la vulgaridad, ni la huachafería, y eso se logra sumando amabilidad y originalidad, porque los buenos modales y las reglas de urbanismo nunca pasarán de moda, pero se adaptan a los nuevos tiempos. Por ejemplo, no hay nada más desagradable que tratar de entablar una conversación y ver que la otra persona está mas concentrada en quien le habla por el WhatsApp, que en quien tiene al lado.
Como sucede en casos algo confusos y espinosos, como este, los ejemplos, nos ayudan a digerir el fondo de lo que trato de explicar. Veamos como reaccionar a ciertas situaciones con clase, o totalmente carente de ella.
- Caso 1: Has llegado a la recepción de la boda de tu primo hermano, y ¡oh sorpresa! no hay nadie en la puerta que te indique donde puedes sentarte, y en las mesas, tampoco hay lista de integrantes, por lo cual decides ocupar una mesa contigua a la de los novios, porque recordemos que es tu primo hermano el que se ha casado. De pronto, cuando ya las tres cuartas partes del salón están llenas, llega la anfitriona, que por su cara de circunstancia se sabe que es una improvisada, se acerca a la mesa donde estás ya instalada y conversando con tus demás primos hermanos, a reclamarte que desocupes esa mesa, porque esta reservada para la familia del novio. Tú respondes...
Con Clase: Pintas tu sonrisa más formal y le dices, con el tonito más sútil de voz que puedes, que tú al igual que todos lo que ocupan la mesa, son familia cercana del novio, por lo que es la mesa que les pertenece y que no tienes porque moverte. Volteas la cara, para seguir platicando con esa prima que no vez haces siglos, y si la anfitriona improvisada sigue hablando, no le haces caso. Entiendes que la que está en falta es ella, no tú.
Carente de Clase: Te pones de pie, la ira se apodera de tu cara y de tu tono de voz, e increpas a la desubicada, repitiéndole por lo menos 4 o 5 veces de que tú eres pariente cercana del novio, y de que ella es una improvisada que no sabe ni dónde está parada. Terminas tu speech con un "vete a fastidiar a otro lado mamerta", y te quedas de pie con las manos a la cintura, y no vuelves a tomar asiento, sino hasta que ves que la muchacha esta, o sea el intento de anfitriona, con su cabeza gacha y la moral por los suelos, se va a otro lado.
- Caso 2: Has tenido un mal día, bueno, seamos francos, una mala semana, la peor que recuerdas en los últimos 2 años, y justo esa noche has quedado en irte a tomar unas copas con tus amigas, remedio infalible para olvidarte de las penas. Llegas al punto de reunión, todas están de lo más animadas, contando sus penas y alegrías. Tú sueltas todo tu rollo, sin exagerarlo ni un ápice, es más, hasta tratas de bajarle un poquito el nivel para no parecer Juana de Arco, y de pronto una amiga te suelta un comentario al aire. Como tú estas susceptible, lo tomas a mal y...
Con Clase: Respiras, tratas de mantener la compostura, y le dices, lo más serena posible, a tu amiga, que la solución no es tan sencilla y, pensando en la estabilidad emocional de todas las presentes, propones cambiar de tema y brindar por los mejores tiempos que de seguro se avecinan, por la paz mundial, la amistad, el nuevo plan para mitigar el cambio climático, o lo que sea. Se relaja un poco la situación, todas se ríen, y media hora después ya te olvidaste de tu tragedia personal.
Carente de Clase: Le gritas a tu amiga, recalcándole que es una desatinada, que es incapaz de ponerse en tus zapatos, y que nadie la ha pedido su consejo. Se crea un silencio incómodo en el lugar, todas te miran, miran a la amiga que tuvo la mala idea de abrir su boca, esperan que sigas haciendo tu descargo y se juran a si mismas, nunca, jamás interrumpirte cuando vuelvas a tener una crisis, porque como que tu reacción es inesperada y no, no siempre es la mejor. Ser demasiado sin filtro no siempre es bueno.
Como hemos visto en ambos casos, las dos reacciones son totalmente dables, y son respuestas correctas, sin embargo mantener la serenidad y actuar con tino e inteligencia marca la diferencia entre ser toda una lady, o parecer la hermana perdida de Jonhatan Maicelo. Ahora, dime con quien guardas la compostura y te diré qué hacer. Si en una situación estás implicada tú y una persona cercana, o conocida, trata siempre de respirar, contar hasta 100 si es necesario, alinear tus chacras y dar una respuesta clara, concisa, nada impositiva y no te pongas a la defensiva. Guarda la compostura y demuestra que nadie te quita la clase.
Pero, si te enfrentas a un sereno del Centro de Lima, a un acosador callejero, a un cobrador de combi malcriado, o a un chofer que se jura bacancito porque mete su carro por todos lados, achórate, saca todo el barrio que tienes, enfréntate, que se den cuenta que tú también puedes hacerles frente, que no por ser mujer, o una persona educada eres menos. Tener clase no es actuar pasivamente, además no vas a malgastar tu dulzura con sujetos que en la vida van a tener eso con lo que naciste, o que adquiriste, a punta de disciplina, serenidad, observación y mucha lectura, clase pura y dura.
Canción para las chicas con clase... No sé ustedes, pero a mi me encanta esta canción, y el video, en donde Claudia Schiffer, sin decir una sola palabra demuestra lo que es tener estilo y clase, o sea como ser toda una Uptown Girl, sin caer en la ridiculez
Este post es la idea de una persona a quien quiero mucho, lectora fiel desde los inicios de este blog hace ya 6 años, y por eso mismo, una integrante del selecto grupo de lectoras favoritas. No voy a decir su nombre, porque ella sabe quien es y sabe que esta es nuestra canción, y lo será toda la vida, porque seremos siempre mujer, siempre perfectas
Comentarios
Publicar un comentario