Por mi grandísima culpa

Más de una vez, alguna persona desubicada hace el comentario: qué habrá hecho esa mujer para que el marido le pegue, esa chica se expone al ponerse esa faldita tan corta, ella provocó al violador. Todos estos comentarios dan vergüenza ajena. Es peor si una mujer los pronuncia. Y la situación llega al límite cuando una autoridad, que precisamente es la Presidenta de la Comisión de Mujer y Familia del Congreso, lo dice frente a una cámara.



Todos sabemos lo que sucedió ayer. La congresista Maritza García Jiménez, señaló que una mujer merece ser golpeada si engaña a su marido y se lo cuenta. Después de ver el video dos veces, ella pide su derecho a réplica y trata de enmendar lo expresado. Contó que estaba citando textualmente lo que le dijo un piscólogo como medida de prevención a la violencia hacia la mujer y los feminicidios, que si una mujer está al lado de un agresor en potencia no lo debe provocar y una sarta de estupideces más, que en vez de arreglar su situación la empeoró. No necesito decir de que bancada es esta señora. Queda claro que para ser fujimorista, además de ser corrupto debes de ser no bruto, si no bestia.

En síntesis, la congresista esta dijo que las mujeres somos la causa de tantos feminicidios. Porque no planchamos la camisa del abusivo que tenemos al lado, no tenemos la comida caliente cuando él llega, no tenemos la casa hecha un anís, no nos alcanza la plata, o peor aún, lo dejamos de amar, somos desleales o nos queremos ir porque nos cansamos de tanto golpe y cara larga. Es nuestra culpa, y por lo tanto tenemos que aceptar los arrebatos del maricón que tenemos al costado, porque, tal como lo indicó García Jiménez, él es una persona sana. Y una persona sana ataca a otra porque la mosca vuela. Él no es culpable, la culpable es la mujer que lo denuncia. Hoy más que nunca, el Perú se asemeja al reino del revés. Caminamos con las manos y aplaudimos con los pies.

No es la primera vez que se nos declara culpable. Hace algunos años, una presentadora de noticias dijo que las mujeres nos exponemos al acoso callejero, al salir a la calle en vestiditos altos. O sea, debo ponerme hábito, y estar los más cubierta posible, sin importar si es invierno o verano para no "exponerme". Si me muero de calor, tengo que aguantarme, porque si me pongo short y polo sin mangas y me faltan el respeto en la calle la que tiene la culpa soy yo. Obvio, toda la opinión pública se le fue encima a la calabacita esta y le aclaró que las mujeres podemos vestirnos como se nos de la gana. Nos ponemos esto o lo otro, en razón a nuestra comodidad, no a los bajos instintos de un aguantado que no tiene nada más útil que estar en la esquina rascándose y viendo a cuanta mujer pase delante de él. Como si le fuéramos a hacer caso.


De un tiempo a esta parte, las autoridades no nos dejan de sorprender. Yo pensé que lo más absurdo que iba a escuchar este año era ese argumento risible, que afirma que "leer mucho da Alzheimer". Pero no, parece que Bienvenido Ramírez, que mas bien debería llamarse Despedido Ramírez, no ganará el premio a la pachotada del 2017. Su compañera de bancada se la va a quitar. Y con creces. Porque ella jura que citó a un piscólogo. Un especialista que fue juzgado por abusar de una menor de edad hace unos cuantos años atrás. Si, un violador asesora a la comisión de Mujer y Familia de ese cuchitril que llamamos Congreso de la República. Es un circo, ni más, ni menos. Si, ImBecerril, el Congreso es un circo, gracias a ti y a todos tus compañeros de bancada. Todos son unos payasos, con la disculpa de todos los payasos de oficio.

Sabiendo que Maritza García, es del grupo de payasitos de Fuera Popular, o Para Robar, como ustedes prefieran, no debería sorprendernos su declaración. Pero la situación es alarmante porque, como ya lo hemos indicado líneas arriba, esta tipa es la Presidenta de la Comisión Ordinaria de Mujer y Familia. ¡Presidenta!, ¡Presidenta y dice esa atrocidad! Mucho me temo que las mujeres pensantes y sensatas del Perú, las mismas que rechazamos la violencia de género en cualquiera de sus formas, y que nos asqueamos con las decisiones tan injustas que toma el Poder Judicial cuando de sancionar a un abusivo se trata, estamos librando una lucha solitas, para variar.

Nadie nos ampara y nadie nos va a ayudar en nuestra justa causa. Y mientras tanto, van a seguir maltratando mujeres en plena vía pública, matando a madres de familia, quemando vivas a las ex novias, y por supuesto, crear un círculo vicioso, porque la violencia genera más violencia. En las comisarías, las mujeres que quieran sentar una denuncia por agresiones seguirán siendo interrogadas por los policías. La pregunta es clásica ¿qué habrá hecho pues señora?


Y en este escenario, realmente desastrozo, nuestros "honorables", o deplorables, congresistas siguen rechazando leyes que buscan reducir los crímenes de odio, se siguen escandalizando ante la palabra género, siguen dándole vueltas al cambio en la currícula escolar. Hacen de todo, menos trabajar por ese pueblo que los eligió, que les pidió cambios, mejoras, avances, que les paga su sueldazo puntualmente cada fin de mes, que ahora no saben bien por qué los eligió. 

¿Qué hacer? Salir a las calles de nuevo. ¿No se resuelve nada participando en una marcha? Tal vez no. Yo ya he dicho, que las protestas no son fórmulas mágicas que van a hacer que se resuelva el problema que las motiva, pero al menos lo visibiliza, lo pone en la agenda pública, demuestra que nos importa, nos mortifica, nos asquea. Sin embargo, ya estoy preparando mis zapatillas para salir el 25 de noviembre a las calles y decir Ni Una Menos. De repente no llegamos a ninguna parte. Solo se que si no muevo ni un dedo me voy a sentir culpable, y ahora si con razón.

Canción para librarse de culpas... El escenario es desalentador, nos desmotiva y nos quita la esperanza y la fe de un sopapo. Y es que a veces, para enfrentar causas tan grandes debemos creer, en lo que sea, hay que creer, si no, estamos perdidas.

 

Culpable, sos la única culpable, dice Vicentico. Somos culpables de haber roto algún corazón, de haber arrancado un suspiro, de superar las expectativas de más de uno, de seguir luchando por una sociedad más justa y equitativa. Solo de eso, nos declaramos culpables




  













 

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