La alegría más bonita, la desilusión más grande

El fútbol, muy a mi pesar, es el tema de moda. Todos hablan de la selección, todos esperan ansiosos el partido de mañana, todos andan ilusionados, todos le han devuelto la fe a la selección y si Gareca y su gente logran lo poco probable, es decir ganarle a Argentina en su propia cancha y repetir la victoria frente a Colombia en el Estadio Nacional, el Perú va a ser una fiesta. Caso contrario vamos a guardar respetuoso silencio y recordaremos que ir al Mundial es un sueño, y los sueños, sueños son.


Alguna vez he confesado que cuando la selección peruana de fútbol juega, yo me vuelvo la mujer más escéptica, antipatriota y tumba la fiesta del mundo. Me gusta ese estribillo de "porque yo creo en ti, vamos, vamos Perú", pero no me convence. La selección no me convence. Paolín lin lin para mi no es un héroe, es un sobrado que me cae bomba y que no ha hecho nada, No nos ha llevado a un Mundial, entonces no se merece ni fiesta, ni bulla, mucho menos una película, pecado mortal que jamás le voy a perdonar a Tondero.

Y si bien, me subí al coche y me alegré con la victoria de Perú frente a Bolivia, y vi de reojo el partido frente a Ecuador, para mi Rusia sigue siendo un país, no una promesa, más todavía si tenemos en cuenta al rival que nos espera mañana en su cancha. No es que admire a la selección Argentina, tenga mi polo de Te amo Messi y crea que Maradona debe ir a los altares, solo reconozco que son un buen equipo, que más allá de perder o ganar, jugaron la final del último Mundial y de las dos últimas copas América. O sea han hecho más de lo que ha hecho Perú en los últimos 5 años.

Por eso me fastidió ver a todos los presentadores de todos los programas de televisión, incluidos noticieros, con su camiseta de la selección después de la victoria ante Ecuador. Por eso no hago cuentas y pienso en vender un riñón para irme a Rusia el próximo año. Por eso no tengo planes para ver el partido mañana, y creo que soy la única persona con la agenda vacía en los días 5 y 10 de octubre. Sin embargo, me conmueve la ilusión de las personas, chicas y grandes, que sueñan con ver a la selección en Rusia, que sienten que se está rompiendo la maldición y después de 36 largos años, volveremos a escuchar el himno nacional del Perú antes de un partido que verá el planeta entero.


Esa ilusión hace que la gente se sienta más optimista, menos hostil, menos rabiosa. Ese es un efecto que solo el fútbol puede lograr. ¿Se acuerdan lo que pasó a inicios del año? El Niño costero destruyó todo lo que pudo a su paso, y cuando pensamos que ya había pasado lo peor, regresó con más furia. Y justo, por esos días, en que todo andaba de cabeza y nadie sabía por donde empezar a reconstruir, juega la selección, le gana a Uruguay y nos olvidamos de la desgracia aunque sea un ratito. Así como sucedió tras el terremoto de Pisco en el 2007 y el de Yungay en el 70. El deporte rey nos regala la alegría más bonita. Y también nos puede sumir en la tristeza más profunda. También lo hemos comprobado en los últimos 36 años, cada vez que la selección salía a la cancha.

Tal vez, mi incredulidad y mi recelo ante los partidos de las eliminatorias se debe a eso. Yo soy de la generación que nunca ha visto a Perú en un Mundial. En teoría, si los vi en España 82, pero tenía meses de nacida, obviamente no me acuerdo de nada, y dudo que mis primeras palabras hayan sido arriba Perú. Así como yo, hay millones de personas que desean saber que se siente escuchar a un locutor de ESPN narrando el desempeño de Cueva, Flores, Hurtado y Guerrero, ya pues ya. 

Dejémonos de poses, yo también quiero ver a Perú en un Mundial, pero no voy a celebrar antes de tiempo. La algarabía va a ser total, recién el 10 de octubre en la noche, cuando sepamos a ciencia cierta si vamos o no. Mañana, tal vez celebremos, tal vez saquemos la calculadora, tal vez despertemos del sueño. Todas son probabilidades y lo que necesitamos son certezas. Como escuché por ahí, a estas alturas no estamos para experimentos, aunque no sabemos qué sorpresa nos traerá Gareca para estas dos últimas fechas. 

Yo también quiero creer en ti. Señores de la selección, en su cancha está la pelota, litertalmente; en sus pies encomendamos nuestras almas, nuestra ilusión, nuestro estado de ánimo, De tristezas y decepciones ya estuvo bueno, queremos una alegría. La alegría más bonita.

Canción para esperar los resultados... Si es que vamos al Mundial, lo primero que vamos a pedir todos los peruanos, después de exigir feriado el 11 de octubre, serán los lauros deportivos para los seleccionados. Ellos se juegan la gloria, ellos también pueden ser inmortales



Clasifiquemos o no, el próximo año vamos a ver fútbol hasta en la sopa, como sucede cada 4 años. Y, obvio, vamos a escuchar el himno del Mundial hasta el hartazgo. Durante el mundial de Alemania 2006, mientras en este lado del planeta Shakira trataba de convencernos con sus caderas, yo celebraba esta canción, que hasta la fecha me vacila un montón. Yo me siento parte de la generación del amor





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