El número secreto

Nuestras vidas están regidas por números. Piénsenlo, nos identifican por el número de DNI, nos localizan marcando el número de nuestro celular, nos atienden en el súper mercado, la clínica o el banco cuando el número de nuestro ticket aparece en la pantalla. Sin embargo hay un número que todas tenemos, pero muy pocos conocen.


No es secreto que los números y yo no somos amigos, debido a una profesora de matemática que tuve en primaria. Ella no era media bruja, era bruja completa, y aunque más de una vez traté de reconciliarme con ese curso, nunca pudimos construir una relación armoniosa. Un consejo para los estudiantes que sufren de urticaria, ataque al corazón o fuerte dolor de estómago al escuchar la palabra álgebra, si no está en sus planes estudiar ingeniería, economía, contabilidad o alguna ciencia numérica, aprendan lo estrictamente necesario para el examen, en la vida real te defiendes muy bien sabiendo sumar, restar, multiplicar y por ahí dividir. Eso de adivinar a qué número equivale x, no se aplica.

A pesar de ello, los números rigen nuestra vida, y hay un momento incómodo en que quieras o no tienes que hacer una pausa y empezar a contar. Ese instante en que el médico, por lo general tu nuevo ginecólogo te pregunta cuantas parejas sexuales has tenido. Tiene plus si te hace la pregunta y tienes al lado a tu mamá o, peor todavía, a tu enamorado, novio, esposo o cónyuge. Puede que creas firmemente en la castidad, te hayas propuesto llegar 0 kilómetros al matrimonio, o practiques lo que te decían en casa, que el primer hombre de tu vida sea el único. Entonces, respondes tranquilita que solo uno, o sigues en cero.

Ese no es el caso estándar. Hay muchas otras mujeres que han tenido más de 1, 3, 10 o hasta 20, y eso que de repente me quedo corta. La mayoría repasa sus aventurillas y hace el conteo de los hombres que la conocen mejor de lo que una quisiera, en la privacidad de su alcoba, compartiendo el secreto tan solo con su almohada, y haciendo el recuento frente al doctor, confesándolo en la voz más bajita posible y cruzando los dedos para que el secreto médico incluya este tema tan privado.

De un tiempo a esta parte, es normal que las mujeres cuenten en su círculo más cercano y de total confianza algún encuentro cercano del tercer tipo, con un pata que conocieron hace poco, incluso la misma noche en que pasó de todo. Nadie se debería escandalizar, y nadie debería preguntar y con cuántos has estado, pero nunca falta la gente desatinada que lanza esa pregunta alegremente, y al responder, piensas si puedes soltar tu número alegremente, o lo "maquillas". O sea, pongamos que son 15, pero para no quedar como una cualquiera, dices que más de 3. No están mintiendo, solo estás generalizando.


Mientras nosotras disminuimos, ellos aumentan. Nosotras no tomamos en cuenta a ese con el que estuvimos una sola vez, ese que se vendió como un máster y nada que ver, o ese con el que pasó y hasta la fecha no entendemos por qué. Los chicos hacen todo lo contrario, sumando a la que los miró y nunca les habló, la que bailó pegado y ahí no más, a la que le tienen ganas y ella ni los mira. O sea, todas las que realmente fueron y las que quisieran, hasta tener un número respetable, porque dime con cuantas estuviste y te diré que tan macho alfa eres. ¿Machista? Si, vivimos en un país machista.

Más machista se pone el asunto en el caso de nosotras. A más experiencias sexuales, más indigna eres. Lo peor es que somos las mismas mujeres las que establecemos eso, y no nos da ni un poquito de asco tachar de callejera o RP a la chica que nos contó suelta de huesos que ella estuvo con más de 3, bueno más de 5, ya, dejémonos de poses, 18, ¿y qué? Podemos celebrarlo en grupo, con ella en frente, pero apenas se da la vuelta empiezan los murmullos, los cuchicheos, las críticas. Más terrible aún, es que esa que lanza los comentarios más feroces tiene  tantos patas en su pasado, como medias, y ojo, que ella usa un par diferente cada día del mes, sin embargo es astuta, no cuenta su número secreto, que por algo es secreto, y para que su actuación sea creíble se horroriza cuando alguna dice que estuvo hasta la fecha con  más de 10.  

El número secreto es personal, tú sabes si compartirlo o no, y sabes a lo que te atienes si lo haces. Es tu decisión, así como fue tu decisión irte a la cama con uno u otro. Una decisión adulta, cuya consecuencia merece una reacción adulta. Y no, contarle a tu amiga entre lágirmas que no sabías que estabas haciendo, y darte golpes de pecho por lo terrible de tu proceder no es una respuesta adulta, es puro disfuerzo.

Igual de respetable es la decisión de aquella que decidió estar solo con uno, que es su pareja actual, y se siente conforme y satisfecha con ello, porque así quiso que sea. Mi intención no es alentar el libertinaje y decirles a todas mis queridas lectoras, vayan, coleccionen chicos, uno es ninguno y a más patas, más experiencia, y a mayor conocimiento, mayor felicidad. 


Si el número secreto se limitara a los hombres con los que estuvimos porque realmente estábamos enamoradas, o al menos muy ilusionadas, el total variaría, ¿o no? Y no nos causaría rechazo, de repente un poco de rabia o desazón por la manera en que terminó, si es que ya no estamos con esa persona, pero en líneas generales nos arrancaría una media sonrisa, o un suspiro, porque esa historia si nos gustaría repetirla. Es ese motivo por el cual buscamos incansables una máquina del tiempo, para después resignarnos nuevamente ante la realidad. Ese aparato no existe, y de repente es mejor así. Definitivamente es mejor, porque así podemos construir un futuro más sólido, revisando muy de vez en cuando y de reojo ese número secreto.

Canción para confesar el número secreto... Aquellas que prefieren no recordar el numerito de parejas íntimas que se quedaron en el pasado, se sienten incómodas con la pregunta, más acaloradas si deben responder si o si. Si no se sonrojan, reaccionan poniéndose pálidas



Como lo comenté en el post, hay chicas liberadas que cuentan alegremente su número secreto y son celebradas cara a cara, pero basta que den la espalda para que la miren de arriba a abajo, la critiquen y murmullen. Mírenla, ella va




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