Yo doy para más

Digamos que tu última relación se desgastó. Al sentir que ya no habían temas, ni visiones, ni objetivos, ni tantos gustos en común, decidiste poner punto final. La gota que rebalsó el vaso fue su apatía y su falta de ambición, yo doy para más dijiste, respiraste hondo y le diste vuelta a la página.


Eso de yo doy para más sonaba bonito y parecía una buena idea al principio. Por eso no te dolió dejarlo a él en estado de shock, con un montón de preguntas sin respuesta y sin despedidas dramáticas. Simplemente le dijiste hasta aquí y te fuiste. Sabes que es doloroso, que para él es un golpe bajo, pero es necesario porque te quieres más a ti, y no es egoísmo, es autoestima. Te repetías que merecías algo mejor.

Pasaron los meses y ese alguien mejor, que te merezca, no aparecía ni por casualidad, a pesar de que lo buscaste por calles y plazas, entiéndase bares, discotecas de moda, restaurantes de cuatro tenedores para arriba, resorts, en fin, todos esos lugares donde te mereces ir y donde será materia cotidiana asistir cuando estés con alguien a tu altura. Entonces en un arranque de sensatez, o idiotez, aun no te queda muy claro eso, recuerdas a tu ex. Si, al mismo al que dejaste en desconcierto total porque tú das para más.

Reconoces a regañadientes que esa ruptura fue innecesaria, porque total tú no crees en eso de que más vale sola que mal acompañada. Pasados los 30 la compañía que sea siempre será bienvenida, por eso lo buscas, le explicas que todo fue parte de un arranque, emociones mal manejadas, y un extenso bla bla bla, que no es necesario, él va a volver contigo porque tú le sigues gustando. Llegan a un acuerdo en el que tú prometes no ser tan exigente y quisquillosa, y él tratará de olvidar la apatía y se pondrá más ambicioso. Todo bonito. 

Hasta que te das cuenta, con el correr de los días, semanas o meses, que en realidad las cosas no han cambiado, reconoces que tu relación está igual o peor que antes, repites una vez más que tú das para más, que fue una idea muy estúpida volver y que es mejor dejar las cosas ahí, de nuevo. Él está más enamorado que tú, eso salta a la vista, por lo que él retomará el duelo, mientras te marchas para no volver, idea que mantienes firme, pero que reconsideras un par de meses después cuando no aparece ese alguien mejor, te dices más vale malo conocido que bueno por conocer y vuelven. 

Tal vez no te des cuenta, o si, pero no quieres reconocerlo, entonces te cuento que pasa. Querida, estás en la rueda del hámster, en la mitad de un círculo vicioso y si no escapas es porque ni él, ni tu tienen la voluntad de hacerlo.


Todo lo narrado aquí no es resultado de mi maravillosa imaginación. ¿Vivir para contarla? Digamos que parcialmente. Hace algunos años, recién llegadita a mi querido Pueblo Libre conocí a un chico que vivía por aquí e hizo de guía turístico particular en este nuevo distrito. La relación que entablamos, nunca terminó de cuajar y fue efímera, fugaz, muy breve. Yo nunca me terminé de enganchar porque por primera vez en mi vida le hice caso a mi intuición que me decía que el guía turístico y yo no duraríamos mucho porque íbamos en direcciones contrarias. Enlisté todos sus contras, que eran bastantes y me di cuenta que no quería lidiar con ellos, así que pensé yo doy para más y le dije chau. Y ahí estoy plantada hasta la fecha, con la idea firme de no volver bajo ninguna circunstancia, ni si quiera me pregunto que le vi en un primer momento porque no lo pienso, y soy sincera al decirlo.

Lo contrario le pasa a una persona cercana a mi, cuyo nombre, como es lógico, no voy a revelar. Él y su novia han terminados 3547 veces, y han vuelto 3548, porque ahora están juntos, en la ruedita del hámster, hasta que la señorita se aburra, piense que merece alguien mejor, o él no la acompañe a su próximo viaje, y por lo tanto no le compre todos sus caprichos y terminen, hasta dentro de dos meses que volverán, como si nada hubiese pasado. ¿Me dan pena? Mi amigo, algo porque, a pesar de sus idealismos extremos, es una buena persona, y está a la altura de una chica buena. Y ella no sabe bien lo que quiere, o de repente la tiene recontra clara y mi amigo es su sabroso entremés. Sea como fuera, le diría lo que canta Cristina Rosenvige, ya no me da pena señorita.

Merecemos una persona que nos quiera, que nos valore, que nos comprenda, que quiera estar a nuestro lado a pesar de nuestros arrebatos, que nos conozca tal cual y nos acepte así, con virtudes y defectos a la luz, y eso va mucho más allá de una persona que esté a nuestra altura, o centímetros por debajo de lo que creemos. 


El tiempo no cree en eso de que completa satisfacción o la devolución de su dinero. Así que si das para más, date a la tarea de buscar a la persona que está a tu altura, porque caso contrario puedes causarte daño, dañar a otra personas, o a más de una, y como si fuera poco, darte cuenta de que estás entrampada en una relación sin futuro, un proyecto sin garantía, un compromiso que no te hace bien, que no saca lo mejor de ti, ni lo mejor de la otra persona.

Pero antes de que empieces tu proyecto de merezco al hombre de mis sueños y voy por él, mírate sin contemplaciones, ni maquillaje en el espejo, piensa que atraes lo que eres y proyectas, y recuerda que así como tú no eres perfecta, y lo sabes, no existe el hombre perfecto, más si el idóneo con el que puedas trazar destinos comunes. Tú das para mas, si, das exactamente lo necesario para empezar bien y estar bien. Esa es la consigna de este 2017.

Canción para buscar al idóneo... Sabiendo que el hombre perfecto no existe, nos damos a la tarea de buscar a esa personas que nos de equilibrio, olvidarnos de la terquedad y admitir por enésima vez que los príncipes azules, verdes, rojos, amarillos o del color de tu preferencia no existen, más sin los chicos buenos. Solo hay que tener dosis inmoderadas de paciencia y un toque de suerte para encontrar al chico que quiera ir al cielo contigo




El chico que fungió de guía turístico, el primero y único al que le dije yo doy para mas, eligió un soundtrack para el remedo de romance que teníamos, y como a mi me gusta Maroon 5, acepté la canción, y hasta ahora sonrío cuando la escucho, porque la disfruté mucho cuando fui al concierto, no porque me remita al guía turístico










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