Me como el pleito

Una pregunta, ¿el Congreso debe fiscalizar el Poder Ejecutivo y proponer proyectos de ley que favorezcan a los peruanos, o es su función ponerle cabe al Presidente e interpelar y seguido nomás censurar a todos sus ministros por lo que sea? El Congreso se ha convertido en un chiquero, un circo y un matadero, todo al mismo tiempo. Por eso, es necesario comerse el pleito.


Hace algunos meses, el Ministerio de Educación presentó un spot a favor de la nueva currícula escolar. En esta propaganda participaban una serie de actores y personajes públicos apoyando la iniciativa. Los que están en contra de la reforma se pronunciaron al toque y empezaron a  criticar, primero al Ministerio por gastar la plata en ese tipo de anuncios. Cuando el Ministerio respondió que quienes participaron en el spot lo hicieron de manera voluntaria, la crítica fue hacia ellos. 

Gonzalo Torres, Wendy Ramos, Melania Urbina y todos los que dijeron frente a una cámara Yo apoyo la Reforma Educativa, fueron enviados en una y sin compasión a la hoguera de la indecencia, por ese amplio grupo de peruanos que se escandalizan cuando escuchan la palabra género. Yo no sé si ese grupo de actores, con mente amplia, sabían en lo que se metían, o simplemente asumieron las consecuencias de ser realistas y vivir en el siglo XXI. Sea, como fuere, ellos se comieron el pleito y eso merece palmas, y de pie, porque enfrentarse a un montón de retrógradas no es sencillo.

Así como estas figuras públicas, un montón de peruanos anónimos nos comemos el pleito, de un tiempo a esta parte. Por eso no nos cansamos de salir a marchar, de compartir nuestras críticas al Gobierno desde las redes sociales, de decir nuestras posturas y puntos de vista sobre tal o cual tema en voz alta. Eso es ejercer la libertad de expresión, sin odio, sin discriminación, sin menosprecio, pero con voz firme, eso si.



Comerse el pleito es ganarse enemistades, miradas feas, resentimientos y críticas al por mayor. Lo digo por experiencia propia. Hay un montón de gente en mi entorno que está en contra de cosas en las que creo, que reza por mi alma podrida, que saca una cruz, ajos y agua bendita cuando me aproximo, que me mira de arriba a abajo para cerciorarse si ya me salió cola, cachos y donde escondo el trinche. Y yo, irónica, me río, y me quedo tranquila con mi conciencia que es a la única a la que le rindo cuentas.

La falta de miedo y la convicción en que nuestra postura es la correcta hace que las marchas se hayan vuelto la manera más visible de protestar. Aunque no nos hagan caso, aunque lo único que logremos sea gastar las suelas de nuestros zapatos, aunque nos tilden de rojos, terrucos, progresistas sin sentido y feminazis, si eres mujer. Seguimos marchando, seguimos participando, seguimos siendo voceros y difundimos cada movilización porque nos comemos el pleito.

Finalmente hemos comprendido que reclamándole al gobierno desde la intimidad de nuestro hogar no vamos a llegar a ninguna parte. Tampoco vamos a conseguir nada gritándole al televisor cada vez que presentan un nuevo caso de feminicidio, o renegando a solas cada vez que un congresista naranja abre la boca. La única manera de hacernos ver y escuchar es moviéndonos, protestando en las calles y demostrando que se cuentan por miles quienes están en contra de que la hija de un criminal asuma la presidencia, de que se firme un indulto que de humanitario no tiene nada, de que evolucionemos hacia una sociedad más equitativa y justa, de que el termino género se incluya en la educación, de que cese la violencia doméstica.


¿Y si estoy en contra pero no se me dala gana de salir de mi casa porque tengo mucho frío? Pues, apoya desde tus redes sociales, pero con información verídica, no lo que se dice, se sospecha o escuchaste en el micro. Informa donde será la protesta, invita a otros a que participen, no te canses de compartir tu opinión, cómete el pleito, porque lo que se juega es tu futuro, nuestro futuro, la cara de nuestro país en el exterior y la sociedad que le vamos a heredar a nuestros hijos, nietos, sobrinos, ahijados y demás generaciones por venir.

Que esas generaciones sepan que luchamos por esas causas que creemos justas, que construímos a punta de marchas un país mejor, que no nos quedamos callados, que nos comimos el pleito. Si en nuestras manos está, ¿por qué no hacerlo? Nos olvidamos del miedo y nos ponemos las zapatillas.Hoy más que nunca es momento de comernos el pleito. 

Canción para comerse el pleito... Un mejor país se forja voz en cuello, luchando por los sueños y con esperanza inquebrantable, y la esperanza se conquista a golpes de martillo

 

Si nos comemos el pleito es porque no podemos confiar en que el Gobierno haga lo que nosotros creemos correcto, y que no lo posterguen infinitamente. Necesitamos desarrollo, progreso, mente abierta, tolerancia y educación para afrontar una sociedad nueva y cambiante. Lo necesitamos ahora, por eso no queremos esperar



Comentarios

Entradas populares de este blog

Tumba la fiesta

El retorno de la duendecita

Solteronas y solteros codiciados