Por un mal amor

Cuando estamos en esa fase en que los preferimos malos, nos fijamos en el menos indicado, ese mismo que en algún momento nos dejará heridas, moretones y un corazón hecho añicos. Un tiempo después, más lúcidas y decididas a no ser un imán de patanes nunca más, recuentas los daños y entiendes todo lo que te hizo pasar ese mal amor.


Por un mal amor nos volvemos ciegas. Nos dejamos deslumbrar. Inventamos cualidades. Minimizamos defectos. Creemos las historias mas inverosímiles. Se duermen nuestros sentidos, incluido el olfato y el tacto. Anulamos nuestra intuición. Nos acostumbramos a escuchar y creer mentiras. Solemos mentir para justificarlo y justificarnos. Pensamos en él, antes que en nosotras. Destrozamos nuestros nervios, nuestra paciencia y nuestra tolerancia en cada discusión. Nos culpamos. Nos disculpamos. Nos negamos a despertar. Cada día nos queremos un poquito menos. Olvidamos quienes somos realmente.

Por un mal amor  desarmamos el prospecto. Afirmamos que el hombre perfecto no existe. De paso, nos olvidamos del hombre idóneo. Creemos que peor es nada. La inestabilidad emocional es parte de nuestro día a día. El azar también, porque ayer te quiso, pero no sabes si hoy también. Lo sueles comparar con un camaleón, y eso te causa risa. Piensas que todas esas personas que le ponen mala cara no lo conocen lo suficiente. Esas mismas personas se convierten en tus peores enemigos con el correr del tiempo. Te conviertes en la escudera, secretaria y representante de él. Eres su todo. También su empleada.

Por un mal amor nos deprimimos. Pasamos más tiempo llorando que riendo. Perdemos la capacidad de ponernos tercas y defender nuestra opinión hasta el final. Cedemos para evitar que la pelea se prolongue y él se vaya molesto. Si él no está no queremos nada, ni si quiera salir de la cama. Negamos que sea un mal amor. Nos volemos frágiles, vulnerables. Nos gusta sentirnos así. Olvidamos qué se siente tener la suficiente fuerza de voluntad para salir del hoyo. Caemos sin la certeza de que nos podremos levantar. Todo se vuelve gris. Nuestro rostro también.


Por un mal amor nos reconstruimos. Volver a empezar se convierte en un deber prioritario. Ordenamos todo, sin saber por donde comenzar. Encontramos un nuevo punto de partida entre los escombros. Ubicamos un nuevo norte. Nos miramos en el espejo para reconocernos y entender que no seremos las mismas nunca más. Recordamos que las malas elecciones hacen las mejores historias. Nos aceptamos y nos volvemos a querer, cada día un poco más. Diseñamos un mundo nuevo, a nuestro antojo. Volvemos a ponernos en primer lugar. Respiramos con calma. Decimos un mal amor, nunca más.

Te das cuenta que has crecido cuando dejas de soñar con la versión local de James Dean, y comprendes que te mereces un chico que te quiera tanto como te quieres tú, y que de paso se deje querer. Tener al lado a un mal amor es una pérdida de tiempo, de energías y de cariño, pero también te deja ganancias, porque las decepciones más profundas, te dejan las lecciones más valiosas, y te guían para no tropezarte nunca más con la misma piedra.

Si has tenido un mal amor en tu camino, celebra su ausencia, rescata lo aprendido, aplica eso día a día, y de paso, repite una vez más que no eres un imán de patanes, y pondrás todo de tu parte para que esa historia de horror en la que se convirtió tu romance con ese mal querido, no tendrá segundas partes, porque cometer errores es humano, pero repetirlo es de tontos,y tú no eres ninguna tonta. No señor.

Canción para mandar de paseo a un mal amor... ¿Es posible que un pata que sabe que se porto mal contigo vuelva y quiera seguir a tu lado como si nada hubiera pasado? Puede que si, ya que hay de todo en este mundo, es bueno tener una frase de contingencia, tipo: el círculo ya se cerró y no volverás. O sea, píntate un bosque y piérdete




En el último disco de La Oreja de Van Gogh hay una canción que narra un caso en el que un mal amor se traduce en violencia. Ya sabemos que la violencia se quiebra cuando quebramos el silencio. La denuncia es el primer paso para borrar al canalla de tu vida, pero antes de expectorarlo de tu vida, sin pena y sin miedo, dile que, muy a su pesar, él no vale más que tú





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