Mujer antes que Princesa

Hace poco vi la frase que titula este post en una publicidad y pensé cuanto de cierto tenía. En esta época de Ni Una Menos, de que ya nos estamos tomando algo más en serio la equidad de género, que las mujeres nos ponemos bravas, y no solo de la boca para afuera, las mujeres queremos sentirnos princesas si, pero valientes, de esas que no esperan príncipes, sino que desenvainan la espada y luchan por si mismas.


Aunque cueste, debemos admitir una vez más y para siempre que Disney nos estafó, y nos estafó mal. El Príncipe Azul no tiene el deber de defendernos, sacarnos del castillo embrujado, desposarnos, convertirnos en señoras y soberanas, y viviremos felices por siempre. Las brujas y los malhechores si existen, y están camuflados en nuestra sociedad bajo el seudónimo de esa profesora que no queremos volver a ver ni en pintura y viceversa, esa vecina metiche, esa compañera de trabajo que nos cae tan bien como un cólico menstrual, ese congresista idiota, esa fuguretti malagracia, ese maricón que es bien  creativo si de justificar su conducta violenta y los moretones de su mujer se trata, ese ratero que nunca entró a la cárcel porque solamente robó 100 soles.

Nos podemos cruzar con ellos, es más, de repente hoy en día lo hacemos, y ¿quién podrá defendernos? Pues ni más, ni menos que nosotras mismas. Si señoras y señoritas, acá no hay héroes, acá nos toca a nosotras dejar el letargo, tomar un café, lecciones de inteligencia emocional, control de emociones, box tailandés, o dejar de ver tanta televisión, y enfrentarnos al enemigo, para salir airosas y bien libradas,  y continuar con nuestra vida, sin príncipes, y con un solo título, mujer que se respeta.

Es bonito sentirse y ser tratada como Princesa, por supuesto que si, pero no una Princesa de cuento de hadas, sino esa mujer que sabe enfrentarse a la vida sin perder su gracia y su sutileza, tomando decisiones que la lleven a donde quiera llegar, sin necesidad de ser protegida, porque nadie nos asegura que esa persona que en algún momento de nuestra vida quisimos tanto, va a cuidarnos. De repente somos piñas, la ilusión nos nubló los sentidos, y tenemos que terminar de proteger nuestro corazón y nuestra integridad de ese pata que se hace llamar nuestra pareja.



La caridad empieza por casa. Si nosotras mismas no nos queremos, no nos cuidamos, no nos tomamos en serio, no defendemos nuestros derechos y alzamos la voz para hacerlos valer, absolutamente nadie más lo va a hacer. En nuestras manos está salir adelante, librarnos de los monstruos que nos asalten en el camino, salvaguardar nuestra existencia y seguir caminando, con un norte que no es necesariamente casarnos y procrear. Ahora tenemos un abanico infinito de posibilidades, que no nos hacen postergar nuestra vida personal, podemos llevarla adelante paralelamente, porque a nosotras nadie nos gana si de hacer más de una cosa a la vez se trata.

Todo este discurso medio feminista, está relacionado con la coyuntura y la proximidad del día de la no violencia contra la mujer. La fecha se resume en dos ideas. Primero que la violencia es un círculo que se rompe, solo si se rompe el silencio. Por eso es tan importante denunciar, buscar ayuda, contar lo que vivimos diariamente sin miedo, y finalmente enfrentarlo, pero no solas, sino con todas las garantías del caso, con la seguridad de que si tocan a una, nos tocan a todas, algo que algunas mujeres policías, fiscales y juezas de poca monta, no se terminan de creer y terminan faltándole el respeto a la ley y a su mismo género. Por si acaso, jalar a una mujer de los pelos, arrastrándola, dejarle el ojo morado o quemarle la mitad del cuerpo no es, bajo ninguna circunstancia, una lesión leve. Yo creo que deberían hacerle eso a la pseudo autoridad que dijo tal atrocidad, y después volver a pensarlo.

Por otro lado, está el tema del buen amor. La ilusión, ya lo he dicho, nos anula, duerme los sentidos y nos hace creer en todo,  en arrebatos del agresor, en sus lágrimas y discursos de arrepentimiento, en sus flores y regalitos de reconciliación.  Nos hacemos devotas del amor serrano, cuando no hay peor aberración que esa. Si te quieren, que te quieran bien, que procuren tu bienestar, que se sientan orgullosos de ti, que te dejen ser, crecer, mejorar. Eso empieza por nosotras. ¿Nos queremos? Entonces hagámoslo bien, y que nadie nos quite la idea de que las mujeres no somo el sexo débil, y no somos ni machonas, ni feminazis, ni desadaptadas al exigir igualdad de derechos y oportunidades. El mundo está cambiando, y si una sociedad retrógrada o un pensamiento machista no lo acepta, no es nuestro problema. O de repente si, por eso no nos cansaremos de dar la contra a quien nos trate como ciudadanas de segunda clase tal como lo decían Los Prisioneros hace más de 20 años (si, así de viejo es el machismo).



Cambiemos los patrones, empezando por los de crianza. Tratemos de buscar equidad en los juegos, los gustos, los sentimientos sin censurarlos con frases del tipo: las niñas no trepan árboles, los hombres no pueden jugar a la cocinita, los vestidos rosados son para niñas bonitas, los hombres no lloran. Las niñas pueden sentirse como princesas, si, pero de las valientes, las que hacen valer su palabra, las que luchan por lo que es justo, Y los hombres pueden ser reclamones y aguerridos, pero no violentos, ni con sus hermanas, madre, compañeritas o amiguitos. La violencia no es buena en ningún nivel.

Ni una menos no fue una marcha realizada en agosto que llevó a miles de personas a las calles y ganó a pulso la mirada de todos los medios de prensa. Ni una menos es un movimiento que pone en primera plana el tema de la violencia doméstica como un problema que necesita una solución, y esta solución incluye penas ejemplares al maricón que se atreva a maltratar a una mujer. Y también nos hace repensar nuestra conducta, pues sabemos y admitimos, pero en voz baja, que la peor verduga de una mujer es otra mujer.

Podemos recibir trato de princesas, pero antes que eso, antes que esposas, madres, solteras, casadas, trabajadoras, amas de casa, activistas, expectadoras, locas o cuerdas, somos mujeres, el género que ha evolucionado más que nada en el último siglo, para la mala suerte de algunos hombres de cerebro cuadriculado y que se siguen creyendo la última coca cola del desierto, cuando nada que ver. Sigamos evolucionando, sigamos exigiendo respeto, sigamos rechazando la violencia. Vamos por un café, o mejor por un trago, y a desenvainar la espada que queda aún hermanas, muchísimo por hacer.

Canción para querernos más... Y para alzar la voz si nos quieren hacer sentir menos, o animar a esas mujeres que aguantan malos tratos y malas caras. Hablar es el primer paso hacia la solución, pero contarlo fuerte, y si no nos escuchan, grita


Y esta es la publicidad que titula el post, y en realidad lo inspira. Es una nueva colección de ropa, pero el trasfondo es interesante, porque la idea es ser mujer, y una que se respeta, antes que cualquier otro título real








Comentarios

Entradas populares de este blog

Tumba la fiesta

El retorno de la duendecita

Solteronas y solteros codiciados